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– Querida, ¿podrías hacer el favor de dejar de dar vueltas como una psicópata por el estudio y terminar de prepararte? Me estas poniendo de los nervios.

– No puedo. No estoy bien, nada está bien.

– Vale pero cálmate por favor que así no solucionas nada tampoco. –su amigo se acercó a ella y la abrazó, Natasha se dejó hacer.

– ¿Dónde está? –parecía una niña pequeña asustada con esa voz.

– No lo se cariño, debe estar al llegar. Le dijiste que llegase poco antes de la hora de grabar para no tener que esperar mucho.

– No puedo salir así Clint, esto es horrible. –se quejó.

Natasha estaba a pocos minutos de salir a actuar en un programa de televisión al que la habían invitado a ella y a varios artistas más. Le dijo a Wanda que fuera a verla, esta vez sin excusas, porque le apetecía estar con ella y que la viese actuar. Era la primera vez que ella la vería cantar y ella estaba tan ilusionada que había aceptado encantada, hoy iba como amiga y no como estilista.

Oh, había olvidado mencionar que ambas habían comenzado a hablar mucho por whatsapp estas últimas semanas, e incluso alguna que otra vez habían quedado para verse en la cafetería de la primera vez y poder hablar y conocerse un poco más. Contra todo pronóstico y con lo diferentes que eran, se habían acabado haciendo muy buenas amigas, se complementaban muy bien.

Volviendo al tema, aún no se habían puesto en marcha con los vestuarios de la gira, pues habian pasado unos dos meses desde que Wanda aceptó el trabajo y era pronto, por tanto, en esa actuación de ahora a la mayoría de artistas les prestaba la ropa el propio programa de televisión.

¿Que cuál era el problema? El vestido que le había tocado era horrible e incómodo. Natasha no podía hacer nada para cambiarlo, su manager no estaba allí, iba con ella un trabajador de su discográfica que poco podía hacer, y tampoco lo intentaba mucho, y se encontraba sola con la compañía de Clint. No tenía nada que hacer.

Le habían dado un vestido lleno de cosas brillantes tan ceñido como un corsé que le llegaba hasta casi las rodillas, eso acompañado de unas botas altas blancas. Horrible. Era horrible, no le gustaba nada, y lo peor era que no podía casi ni moverse a gusto con eso, poco más y no podría ni respirar.

Por eso estaba desesperada porque llegase Wanda pronto, quizá ella podría ayudarla de alguna forma, o al menos sabra que hacer para tranquilizarla. Estaba aterrada y tenía ganas de llorar, si algo le gustaba poco era sentirse incómoda en el escenario y no poder dar todo de si misma.

– ¡Nat! Hey, he tardado un siglo en encontrar este camerino. –entró Wanda por fin, un poco apurada pero sonriente. Natasha en cuanto la vio se lanzó a abrazarla, desequilibrando un poco a la morena que no se esperaba para nada esa euforia.– Veo que te alegras de verme. –se rió ella.

– Wanda... –se separó y la miró haciendo un puchero, realmente parecía que estaba a punto de llorar y entonces Wanda cambió su gesto a uno preocupado y llevó su mano a la mejilla de la pelirroja para acariciarla.

– ¿Qué te pasa cielo?

– Que esto es horrible. –hizo otro puchero y bajó la vista hacia su ropa, haciendo que la morena que hasta entonces no se había fijado en lo que llevaba puesto la mirase bien.– Wanda yo no puedo salir así.

Wanda se separó de ella y la observó mejor, hizo un gesto de desaprobación estando de acuerdo con ella en que tampoco le gustaba el atuendo y luego volvió a mirarla a la cara.

– Te entiendo cielo, pero es lo que hay en este sitio... ¿No? –dijo calmada intentando tranquilizarla acariciando de nuevo si mejilla.– ¿No puedes intentar salir así y hacerlo lo mejor que puedas?

Las apariencias engañan - wandanat / scarletwidowWhere stories live. Discover now