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-¡Mira, tía Camila!

Diana, que estaba dando volteretas, se irguió y señaló hacia la casa. Camila miró y frunció el entrecejo. ¿Quién era esa mujer que iba hacia ella por el empedrado?

¡Era Lauren! Le miró boquiabierta desde el cabello peinado, la cara ligeramente maquillada hasta las lustradas puntas de sus zapatos caros. Seguía siendo la mujer más guapa que ella había visto en su vida, pero esas ropas elegantes le daban un aura de finura y de tranquilo poder que ella nunca había asociado antes con ella. Parecía una alta funcionaria, una empresaria joven, guapa y muy atractiva. Lo que no parecía, era Lauren Jáuregui.

-¿Y bien? -le sonrió ella al acercarse, probablemente debido a la expresión de Camila. La joven cerró la boca y sacudió la cabeza.

-¡Te has cortado el cabello y peinado!-

- Me dijiste que lo necesitaba.

-Pero no tenías por qué hacerlo... espero que no lo hayas hecho por mí.

-No, lo hice por Lobo. ¡Claro que lo hice por ti! Y por mí también. Estoy demasiado vieja para hacerme la rebelde.

Camila alzó la vista, la miró a los ojos y en ese coloquio silencioso leyó el mensaje que le transmitía. Estaba dispuesta a crecer, a renunciar a su papel de chica mala, a tomar distancia con el pasado. Camila se emocionó y la idea la excitó al mismo tiempo. Tal vez su futuro juntas fuese menos imposible de lo que ella había pensado.

-Se te ve fantástico.

-Gracias. También a ti se te ve muy bien -repuso Lauren.
Se acercó, tomó la barbilla de Camila y le alzó la cara para besarla. Fue un beso breve, duro y posesivo. Deslumbrada por su efecto Camila se volvió de puntillas para rodearle el cuello con los brazos y devolverle la caricia. Un coro de risitas contenidas la detuvo de golpe. Con el rostro carmesí, miró atrás.

Diana y Lisa, con Katie entre las dos, las observaban y reían.
-¿Tía Camila, estas besando a una chica, es tu novia? -inquirió Diana.

Camila había pensado que no era posible que se ruborizara todavía más, pero descubrió que se equivocaba.

-Sí, lo soy -repuso en su lugar Lauren, sonriendo a las niñas-. Y tú debes ser Lisa -continuó señalando-, y Diana y Katie.

-¿Cómo sabes nuestros nombres? Tía Camila, ¿tú se lo has dicho?

Camila sacudió la cabeza.
-Les presento a señorita Lauren Jáuregui, niñas.
En la mirada de reojo de Lauren hubo un grado de sorpresa burlona.
-No estoy habituada a que me llamen señorita. Pueden llamarme Lauren, si quieren.

Camila sacudió la cabeza.

-Señorita Jáuregui -dijo con firmeza a sus sobrinas. Luego, a Lauren-: Es una señal de respeto. Llaman señor, señora o señorita a todos los adultos, salvo a los parientes.

-Entiendo -le sonrió Lauren-. Trataré de acostumbrarme... Pero no te sorprendas si no respondo las primeras veces que me hablen.

-Está bien. Mientras respondas cuando te hable yo.

-Depende de cómo me llames.

Camila le hizo una mueca. Luego, tomándola de la mano, la condujo frente al sillón de ruedas. Lauren la miró inquisitivamente, pero ella no lo advirtió, ya que estaba mirando a su padre.

-Papá, esta es Lauren Jáuregui -dijo Camila con voz suave que era, sin embargo, insistente.

Alejandro Cabello siguió mirando fijamente la nada. Su cara era pálida e inexpresiva, y tenía las manos posadas, inmóviles, sobre la manta que cubría sus rodillas.

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now