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3/3 les dejo maratón en 3 porque me ha salido un compromiso. Si me desocupo temprano probablemente suba capítulo mañana.

Camila Cabello tenía treinta y cuatro años y nunca se había duchado con nadie. Mientras Lauren le enjabonaba la espalda y luego le pasaba unas manos sensuales bajo los brazos para cubrirle y enjuagarle los senos, Camila comprendió lo que se había estado perdiendo. Había todo un mundo allí afuera, un maravilloso mundo, que ella apenas si había vislumbrado. Mientras las manos enjabonadas se deslizaban por su vientre, sus caderas, sus muslos y luego su trasero, ella comprendió que estaba tan enamorada de ella que le aturdía.

Ella, Camila Cabello, estaba enamorada de Lauren Jáuregui. Ese pensamiento era tan absurdo, que emitió una risita.
-¿Dónde está la gracia? -gruñó Lauren... la reacción de Camila a sus dedos inquisitivos no era la que ella esperaba.

La hizo girar en sus brazos y la miró a la cara con fingida severidad mientras el agua caliente las empapaba.
-Tú. Yo. Nosotras. ¿Quién lo habría pensado?

Lauren le pasó los dedos por el cabello empapado, separando los mechones de modo que el agua, al caer, le enjuagara bien el cabello. Luego bajó las manos para posarlas sobre el delgado talle de la mujer.
-Yo lo he pensado durante años. Casi la mitad de mi vida, en realidad.
Repentinamente seria, Camila la miró con fijeza y detuvo la agradable tarea de enjabonarle el torso. Con el cabello tan mojado como el de ella y alisado, dejando libre su cara, se veía muy diferente de la Lauren a quien ella estaba habituada. Estaba igual de guapa, igual de atractiva, pero mayor, más madura. En ese momento no quedaba el menor atisbo de la adolescente demasiado crecida. Era una mujer, adulta, igual que ella. Al parecer, la diferencia en sus edades no era un obstáculo.

-Ahora que has conseguido lo que querías de mí, ¿cuánto tardará en terminar la luna de miel? -inquirió

Camila en tono jocoso, para que ella no sospechara la seriedad que experimentaba ante su respuesta. Lauren no había hablado de amor, sólo de deseo y de lujuria. Si todo lo que ella quería era cumplir una fantasía sexual de adolescente, lo había logrado con creces. Camila empezó a mover de nuevo los dedos, pero percibió algo en la mirada de Lauren que le aceleró el corazón. Lauren tomó las manos de ella, para detener sus vacilantes movimientos y atrapar el jabón contra su propio pecho.

-Años me llevará conseguir lo que quiero de ti. Puede que me lleve el resto de la vida. Tal vez hasta más que eso.
-¿Ah, sí? -dijo ella, sonriendo a través de la implacable cortina de agua.
-Sí -repuso ella. Se inclinó para besarla y el jabón cayó, resbalando, sin que ellas lo notaran.

Permanecieron en la ducha hasta que el agua se enfrió y el estómago de Lauren empezó a manifestarse otra vez.

-¿Qué tal si cocino yo en lugar de que salgamos? -preguntó Lauren después de que ambas salieron de la bañera a tropezones. Su voz quedó un poco apagada porque se estaba frotando vigorosamente el cabello con la toalla.

-¿Tú? -Camila, que se había envuelto el cuerpo con otra toalla, dejó de pasarse el peine de púas anchas por el cabello para mirarla con fijeza, algo incrédula, por el espejo.

-Sí, yo. ¿Por qué no? Sé cocinar -replicó Lauren. Terminó con su cabello y se rodeó la cintura con la toalla.

-¿Sabes cocinar?
Era tan evidente la incredulidad de Camila, que ella sonrió.
-Camila, preciosa, detesto decirte esto, pero se te notan los estereotipos. Dios santo, ¿qué hay en mí para que la gente presuponga lo peor? Claro que sé cocinar. En una familia como la mía, si no sabías cocinar, te morías de hambre.

Aún levemente incrédula, porque no podía evitarlo, ella contempló aquel cuerpo largo, hermoso y único. En la familia de Camila, su madre había cocinado, y las niñas habían aprendido de Sinuhe. Camila recordaba que la madre de Lauren murió cuando ella aún era muy joven, Camila no podía marginar al padre de Lauren enseñándole a cocinar. Pero Lauren tenía razón. El hecho de provenir de una familia de muy bajos recursos y valores morales no era razón para pensar que Lauren no tenía responsabilidades. Ella la estaba estereotipando, tal como lo hacían todos los demás.

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now