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Hola, les traigo nuevo mini maratón, si ven algún error por favor me lo marcan, ya que voy terminando y no me gustaría que se me fuera algún pronombre equivocado.

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-Sí -dijo Camila.
-¿Que sí?
-Ya me has oído.
-Bien -sonrió ella-. No quisiera tener que devolver el anillo. No guardé el recibo.

-Qué graciosa estás hoy.

-Lo intento-repuso Lauren, pero al mirarla se puso seria de pronto-. Camila, no puedo quedarme en Tylerville.

-Lo sé.

-He pensado que nos casemos lo antes posible, discretamente, y nos vayamos a otra parte, quizás al oeste, lejos.

-¿Cuándo?

-Cuanto antes, mejor. Esta semana, Camila... -vaciló-. No creo que estés a salvo aquí. He pensado mucho en esto y lo único que se me ocurre es que anda suelto un demente que me odia tanto como para matar a las mujeres que hay en mi vida. Si es verdad, el próximo blanco lógico eres tú.

-¿Eso crees? -inquirió ella con un hilo de voz.

-Espero que no, pero tenemos que actuar como si fuese así. ¿Adivina dónde estuve anoche?

-¿Dónde?
-En el patio de atrás de la casa, montando guardia.

-Estás bromeando, ¿no?

-No bromeo. Tengo hasta picaduras de mosquito que lo demuestran. -Lauren se alzó un brazo de la chaqueta y se desabotonó la manga de la camisa para exhibir su antebrazo, que mostraba cinco o seis picaduras de insecto, rojas y algo hinchadas.- Tengo más en el otro brazo y más aún en el cuello, atrás. Dondequiera que encontraban un palmo de piel desnuda, esos pequeños chupasangres atacaban. Y las picaduras me arden como el demonio.

Camila quedó tan sorprendida como emocionada. -No hacía falta que lo hicieras.
-¿Que no? -la miró Lauren con franqueza-. No pienso perderte, maestra.

Si el costo de mantenerte con vida es pasar noches ofreciendo mi osamenta a un enjambre de minivampiros, pues lo pagaré. Las otras mujeres con quienes tuve relaciones han terminado muertas, Camila.

La joven se estremeció.
-Eso me asusta mucho.
-A mí también me asusta. Pero nada te ocurrirá, porque nos aseguraremos de ello. De noche te quedarás en tu casa y yo acamparé en el patio, nos casaremos enseguida y nos iremos pronto. ¿De acuerdo?

-De acuerdo... Michelle -dijo Camila. Una sonrisa temblaba sus labios.

Lauren gimió.
-Ya sabía que nunca debí decirte mi segundo nombre.

Pese a la seriedad del tema en discusión, Camila se rió. Lauren la miró con ojos relucientes; luego la hizo callar con un simple beso Camila se entregó a ese beso, a las manos que le acariciaban la espalda y alisaban su vestido sobre la curva de su trasero, a la posesividad de los brazos que le ceñían. Ahora ella era suya, como Lauren era de ella. A pesar de la disparidad de sus procedencias, debían estar juntas, como dos mitades de un todo.

-¿Camila? -Depositaba besos en la línea de su mandíbula mientras desabrochaba los diminutos botones de su vestido y luego le desabrochaba el cinturón.

-¿Qué? -repuso ella, tironeando sin mucho éxito de los botones de su blusa.

-¿Quieres tener hijos?

Al oírle, la mente de Camila, que estaba presa de pasión, se despejó por un instante.

-Sí, lo deseo mucho. ¿Por qué?

-Me alegro -le sonrió Lauren irguiéndose, mientras le quitaba el vestido-. Detesto los condones.

Le quitó por fin el vestido, lo arrojó a un lado con descuido, y Camila experimentó una punzada de inquietud por la suerte de la prenda desechada; pero Lauren ya le estaba quitando con suma eficiencia los zapatos y las medias desgarradas. La observaba con suma, lentitud, sentada en sus rodillas, solamente con su sostén y sus bragas.

-Bonita ropa interior.
-Gracias.
-Encaje, seda y perlas... Mejor de lo que alguna vez he imaginado.

-Creía que me imaginabas sin ropa interior alguna.

-En fin... no es mejor que eso. Pero casi -sonrió Lauren. Con la mano tomó un seno cubierto de encaje, seda y perlas, mientras se inclinaba para besarla. Camila sintió que la excitación le atravesaba todo el cuerpo, cuando empezó a explorarle la boca pausadamente con su lengua. Los pezones de Camila se irguieron temblorosos. La excitación que sentía hizo que apartara su boca de la de Lauren.

-Aguarda un minuto -pidió cuando Lauren quiso volver a capturar su presa.

-Mmmm.

Lauren miraba las piernas desnudas de Camila, se destacaban sobre la tela oscura del traje de ella. El contraste entre las esbeltas curvas y la sedosa piel tostada de las piernas de Camila con los pantalones de Lauren, bastó para oscurecer los ojos de ella, que pasó una mano por el interior del muslo de Camila hasta su rodilla. Instintivamente abrió las piernas, pero enseguida las cerró y se retorció hasta apartarse fuera del alcance de Lauren.

-Portate bien -le dijo cuando intentó asirla. Luego, rechazándola, se arrodillo delante suyo y le bajó el cierre.

-Camila...

Lauren se interrumpió cuando los dedos inquisitivos de la mujer hallaron su miembro viril y lo sacaron. Dio un leve respingo cuando ella le apartó la ropa interior y los pantalones.

-Sssh...

Camila le tocó con la lengua la punta del pene. Fue un gesto leve, casi insinuante, pero hizo que Lauren lanzara una exclamación ahogada.

-Ah, sí -murmuró cuando el cabello de Camila se amontonó en sus rodillas y ella lo tomó en su boca.

Todo el cuerpo de Lauren se irguió. Echó atrás la cabeza para apoyarla en la pared e introdujo las manos entre el cabello de Camila acariciándole la cabeza y guiando sus movimientos.

-¡Tía Camila!
El grito se repitió antes de que ellas lo captaran.

-Jesús -gimió Lauren, apretándole el cráneo con los dedos como protesta-. ¡Ahora no!

-¿Qué ... ? -Camila alzó la vista. Se sentía un poco aturdida, sus sentidos estaban desorientados y tenía el sabor de Lauren en la boca.

-¡Tía Camila!

-¡Diana! -exclamó ella, soltándolo como si de pronto el pene le quemara.

Por un instante, no hicieron más que mirarse fijamente, consternadas. Luego Camila se abalanzó sobre la plataforma, en una frenética búsqueda de sus ropas.

Cuando alzó la vista, comprobó que Lauren, que había tenido mucho menos que hacer para recobrar la respetabilidad, la miraba lascivamente.

-Bonito trasero -dijo.
-Tía Camila!
El grito sonó muy cerca, tal vez debajo mismo del árbol. Camila trataba de ponerse las medias retorcidas y rotas, y fijó en Lauren un mirada desesperada.

-Baja y entreténla -susurró.
-Bueno.
Totalmente vestida y sonriente, ella la dejó en su tarea y desapareció por el agujero. Camila, se abotonó el vestido y le oyó saludar a Diana con elogiable naturalidad. Se ajustó el cinturón escuchando el sonido grave de sus voces al hablar.

Se estaba poniendo los zapatos cuando asomó la cabeza de Lauren.

-¿Estás vestida? -inquirió, pero algo en su expresión dio que pensar a Camila.

-¿Sucede algo?
-Ponte el otro zapato y baja.

-Lauren...

Pero Lauren ya se había marchado. Camila supo que algo malo había pasado. Se calzó el zapato y salió en pos de ella. Cerca del suelo, sintió que le tomaba la cintura con ambas manos para ayudarla a bajar. Cuando

estuvo de pie, Camila se volvió hacia ella y le asustó la expresión de su cara.

-¿Qué ocurre? -preguntó ella con calma.

-Se trata de tu padre. Aparentemente ha tenido un ataque cardíaco. Ya viene una ambulancia.

Lauren la rodeaba con un brazo y la sostenía, mientras avanzaba a trompicones, medio corriendo hacia la casa. 

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now