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Hola cómo están, espero que se encuentren excelente.
Me etiqueto una querida lectora en un libro de recomendaciones camren el donde mencionan mi segunda adaptación "The bet" me encanta ver qué estás historias les gusten y las recomienden.

Gracias a tod@s por leer, votar, comentar y recomendar.
Espero que las siguientes adaptaciones también sean de su agrado.
Solo me gustaría pedir de favor, si de repente leen algún error me ayuden a mencionarlo, para que la historia no pierda su magia.

Como nota les comento que en capítulos anteriores o en los siguientes es probable que Kay nombre a Lauren como "Thomas", no es error, es parte de la historia. El nombre del reverendo era Thomas y ella cree que Lauren es la reencarnación de él, por eso a veces la nombra así.
Bueno sin más por el momento, les dejo este mini maratón.

1/5

Camila había salido del auto por el lado de Kay siguiendo sus órdenes. Ahora llovía. Camila casi no sintió las gotas que la azotaban. Tenía la mirada fija en Kay. La pistola nunca osciló cuando Kay dio la vuelta al baúl del auto... siguió apuntando de lleno al centro del pecho de Camila.
Kay introdujo una llave en el baúl, lo abrió apenas un poco para que no le impidiera ver a Camila, y buscó a tientas adentro. Luego saco un paquete de tela negra, de aspecto mohoso. Camila, que miraba desvalida mientras su corazón latía con violencia, se sintió físicamente enferma al ver que Kay asía la tela con una mano, la sacudía y se la echaba en torno a los hombros.

Era una capa negra con capucha que parecía remontarse al siglo diecinueve. Con ella puesta, Kay parecía haber llegado al presente desde otra época. Camila la miró con incredulidad tratando frenéticamente de pensar en algún modo posible de escapar pero no se le ocurría nada.

-Sabes, las flores son para ti. Para... después. Claveles rosados. El rosa es tu color, ¿no te parece?
La pregunta serena, pero en tono espectral, sonó aterradora. Camila estaba sin habla.

Kay buscó de nuevo a tientas en el baúl y extrajo un cuchillo. Era una cuchilla de carnicero, de las que se encuentran en muchas cocinas, incluyendo la de la Nogalera. Pero empuñada por Kay, era espantosa y amenazadora. Camila supo que se trataba del arma que había matado a Demi, y posiblemente a Keana también. Tuvo ganas de vomitar.

¿Sería ella la tercera? La posibilidad parecía tan irreal que Camila se encogió de miedo. Seguramente no iba a morir de esa manera. ¡Su vida era tan dulce! No estaba lista todavía. No podía dejar a Lauren, ni a su madre, ni a Sofía, ni...

Pero semejante reflexión llevaba al pánico, y era algo que ella no podía permitirse. Debía pensar como un ser racional, porque Kay ya no lo era.
Kay no podía acuchillarla y sostener la pistola al mismo tiempo. Era un punto a favor de Camila, al cual ella se aferró como alguien que se ahoga y se agarra a una rama.

Entonces una voz insignificante agregó una advertencia. Acaso Kay pensaba usar la pistola y la cuchilla le serviría para apuñalarle el cuerpo cuando ella ya estuviese muerta.

Kay estaba loca. Sollozos histéricos nacían en la garganta de Camila al encarar ese hecho. Tragó saliva y contuvo el llanto. Para tener alguna posibilidad siquiera, debía mantener la calma. Kay cerró el baúl; después agitó la pistola hacia Camila.

-Está bien. Camina.
-¿Adónde?
Camila jugó con la idea de huir, emprender la carrera en ese mismo instante con la mayor rapidez posible, apostando a que Kay no hiciera fuego o que errara si disparaba.
-¡Hacia el fondo del cementerio! ¡Ya!

En el último instante, Camila comprobó que no podía arriesgarse a correr. La idea de recibir un balazo en la espalda hizo que sus rodillas amenazaran con doblarse. Se volvió y echó a andar. Miró alrededor en busca desesperada de cualquier cosa que pudiera ayudarla.

¡Si tan sólo viniera alguien, cualquiera! Pero la iglesia no era más que una reliquia, visitada solamente el Día de los Muertos, y cuando la Sociedad Protectora venía a plantar flores o a arrancar malezas. El edificio ocultaba el cementerio desde el camino. A más de medio kilómetro a su derecha, al otro lado de una extensión de hierba, estaba el comienzo del bosque a través del cual ella tendría que correr para llegar a su casa. A su izquierda había un bosquecillo que lindaba con una cantera de piedra abandonada. Allí no había esperanzas de socorro. Delante de ella estaba el camposanto, y más allá, más campos.

Si iba a hacer algo para salvarse, tenía que ser en los próximos minutos. Podía percibir la creciente agitación de Kay, que caminaba unos pasos atrás de ella, y temió que pudiera estallar en un arrebato asesino en cualquier instante. Cuando eso pasara, salvo que ocurriera un milagro, la vida de Camila terminaría.

-Hacia las bóvedas, por allá. Esa misma, la del extremo.
Mientras Camila obedecía lentamente las órdenes de Kay, su mirada se posó en una gruesa rama, caída en el suelo, junto a la cripta parcialmente enterrada a la que se dirigían. Era probable que, como arma, resultara patética contra una pistola y un cuchillo. Pero era lo único que se le ofrecía, y tal vez, si ella la asía en el último instante y se daba vuelta blandiéndola...

Sería baleada o hasta acuchillada. Pero era mejor morir peleando.
Camila crispó los puños y se esforzó por mantener la mente despejada.
Para tener alguna posibilidad siquiera, debía poder pensar.
En ese momento empezó a orar.

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now