44

5K 436 132
                                    

3/3

-¿Lo has dicho en serio, o lo dijiste tan sólo para asombrar a mi madre? -inquirió Camila sin preámbulo, tan pronto como tuvo la certeza de estar sola con Lauren.

Estaban afuera, caminando por el mismo camino por el cual había empujado antes la silla de su padre. Apretaba con fuerza la mano de Lauren, sin poder decir cuándo la había tomado.

-¿En serio qué cosa?
-Lo de la escue!a de derecho.
-Ah... -hubo una pausa-. Sí, lo he dicho en serio.

-¿De veras? -inquirió ella con voz teñida de placer.

-¿Acaso no me ves como abogada? No contestes eso -rió ella-. Pero te diré que no es una idea tan disparatada. Llegué a saber mucho de leyes y abogados mientras estaba en la carcel. Creo que yo sería una defensora pública muy buena.

Camila quedó deslumbrada. -¡Oh, yo también!

-¿Así que te gusta la idea? -insistió Lauren, mirándola con ojos brillantes.

Camila titubeó. No tenía ningún motivo concreto, para pensar que los planes futuros de Lauren tuvieran alguna incidencia en ella. Pero su corazón latió más rápido al pensar en vivir como esposa de Lauren... no, como esposa de la abogada Lauren Jáuregui Morgado.

-¿Cuál es tu segundo nombre? -inquirió. Lauren le lanzó una mirada rápida.
-Michelle ¿Por qué?
-¿Michelle? Vaya, si es un nombre muy lindo.

-Me alegro de que te agrade.

Iba delante de ella, arrastrándola consigo al entrar en el bosque por una senda que ella y Sofía, y ahora sus sobrinas, habían utilizado en sus juegos. Conducía directamente al otro lado del bosque, a una distancia de tres kilómetros tal vez. Pero Lauren recorrió tan sólo unos doscientos metros, hasta llegar al gran árbol donde, mucho tiempo atrás, Alejandro Cabello había construido una casita en lo alto para sus hijas. Era apenas algo más que una plataforma con laterales, accesible mediante tablas clavadas, como escalones, en el tronco del enorme roble. Siendo niñas, Camila y Sofía habían jugado allí con frecuencia, y cuando adolescente, Camila había pasado muchas tardes de verano tendida en el suelo de madera, absorta en un libro. Ahora, el frondoso follaje empezaba apenas a tomar un tono amarillento. Cuando Camila alzó la vista, una hoja amarilla bajó flotando lentamente a tierra, mecida según los caprichos del viento.

-¿Cómo supiste de nuestro árbol? -inquirió Camila cuando estuvo claro que era allí donde Lauren se dirigía desde el principio.

-¿Crees acaso que nunca exploré estos bosques? Rayos, si Grady y yo hasta las observamos a ti y a Sofía jugando aquí una o dos veces. En ocasiones, cuándo no había nadie cerca, jugábamos a los piratas conquistando un buque enemigo, y tu casita en el árbol era el buque.

-Yo no lo sabía.
-Ustedes eran entonces demasiado mayores para jugar con nosotros, por eso las dejábamos tranquilas.

-Probablemente yo siga siendo demasiado mayor para que juegues conmigo -comentó Camila en tono irónico.

Lauren la miró, se apoyó en el árbol y la atrajo sobre el pecho.

-Tú eres perfecta para mí. Si fuese al revés, si yo tuviera cinco años más, la gente pensaría que nuestra diferencia de edad es la justa.. ¿Cuántos años tiene tu amigo el farmacéutico? Cuarenta, ¿verdad? más diferencia que entre tú y yo, pero ¿alguna vez pensaste que él era demasiado mayor para ti? No, no lo has pensado. Eres culpable de díscriminación sexual, señorita Cabello.

La ceñía entre sus brazos. Camila tenía el cuerpo apretado contra el suyo, y la voz ronca de Lauren se derramaba sobre ella con la seductora dulzura de la miel tibia. Camila escuchaba el timbre de esa voz con los ojos semicerrados y una leve sonrisa en los labios.

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now