—No voy a dejarte salir así, habrá un montón de imbéciles que te verán y no de una buena forma.

—No seas tonto.

—No soy tonto.

—Si, lo estás siendo.

—Por lo menos ponte un shorts.

—¡Bien!—levanté ambos brazo –Tu ganas, ¡Por dios!— me quejé.

—Gracias, cariño.

Tomé mi maleta y dejé ésta en la cama, saqué un shorts blanco y me lo puse.

—¿Feliz?

Él me lanzo una camisa, posiblemente suya.

—¿Qué con esto?

—Póntela.

—Me va a quedar inmensa.

—Sólo hazlo, enana.

—Y ganas de nuevo—dije luego de ponerme su camisa.

—Ahora si podemos irnos.

Tomé mi bolso, me coloqué las gafas y entonces salimos.

Bryce tomó mi mano por tercera vez en el día y aun no sabía cómo reaccionar.

Entrelace mis dedos con los suyos cuando él lo hizo y seguimos caminando hasta el elevador, cuando éste llegó al primer piso, salimos y atravesamos la recepción para salir al estacionamiento.

Caminamos hasta la limusina y por primera vez él la conduciría.

—¿En dónde esta tu chofer?

—En su habitación— abrió la puerta del asiento copiloto y subí.

—Eso está bien— me acomodé en el asiento y esperé a que él subiera, cosa que hizo luego de unos segundos.

Encendió la limusina y comenzó a conducir. Llegamos a un mercado, fue una parada rápida; compramos sodas, botanas, hielo, una pelota y ese tipo de cosas.

Varios minutos después llegamos a la playa, rentamos una mesa, dos sillas y una sombrilla. Nos instalamos y cuando todo finalmente estuvo listo me quité la enorme camisa y el shorts.

Tomé el bloqueador de mi bolso y comencé poniéndolo en mis brazos, seguí con mis pechos y luego bajé a mi abdomen. La mirada de Bryce seguía a mis manos, lo miré y alcé ambas cejas. Él rió y dejó de verme. Terminé de aplicarme bloqueador y le pasé la botella a Bryce. Al igual que él lo observé ponerse el bloqueador.

Cuando finalmente estuvimos listos comenzamos a adentrarnos en el mar.

Él caminaba delante de mi por lo que iba sosteniendo mi mano para así guiarme por un buen camino.

—Hay un hoyo ahí— señaló hacia abajo mientras reía.

Caminé evitando el hoyo del cual él me había advertido.

—Bryce— lo llamé mientras reía.

—¿Qué pasa?

—Te olvidas de mi.

—¿Por qué lo dices?— volteó a verme y entonces soltó una carcajada —Perdón, enana. Estaba esperando a que a mi me llegara al hombro.

—Pues a mi me llega bajo al mentón— reí levemente.

—Retrocedamos un poco.

Volvimos hasta una parte en donde el agua me cubría bajo al hombro y a él apenas sobre el codo.

—Lamento esto— reí.

—Está bien, no esta tan mal— sonrió.

Besé su mejilla y luego me separé de él cuando solté su mano.

Me sumergí bajo el agua y comencé a nadar hacia él. Saqué mi cabeza para tomaron aire y noté que se había alejado, reí levemente y seguí nadando hasta él esta vez por arriba.

—Por abajo— me pidió él entonces obedecí.

Varios segundos después choqué con su abdomen. Acaricié parte de el y sali del agua.

—Hola— sonrió.

—Hola.

Me atrajo a si mismo y rodeó mi cadera con sus brazos.

Colocó su cabeza sobre la mía y sonreí.

—Te quiero, enana— dijo bajo.

—Y yo te quiero a ti— volteé hacia arriba para verlo y el carcajeó levemente mientras me miraba fijamente a los ojos.

Me paré de puntillas entonces choqué mis labios con los suyos.

She Saves MeWhere stories live. Discover now