CAPITULO 9: La mala semilla.

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RAYMOND

—Quiero ir a comer algo a la cafeteria antes de que cierren—suplicó Mary Kate.

—Pues ve. Yo no quiero ir allí—espetó Raymond.

Ambos se hallaban en Port Angeles dando un paseo. Mas de compromiso por parte de Raymond que otra cosa. Kate lo había estado atosigando sin tregua durante la última media hora, interrogándolo sobre dónde había estado todo el día. Y eso lo sacaba de sus casillas. No soportaba verla allí, quejándose de que tenía hambre y pegada a él como una larva, agobiándolo con sus suspiros plañideros y sus pucheros...

—No quiero ir sola—volvió a lamentarse.

—¿No me has oido?—ladró el—. Me pregunto si alguna vez escuchas cuando hablo. Dije que no quiero ir allí.

—No digo que tengas que comer...—balbuceo Mary Kate amedrentada ante su actitud. De vez en cuando tenia esos arranques de ira, pero siempre eran por una razon justificada—¿Estas bien?¿Que sucede?.

Raymond suspiró, pasandose las manos por el rostro.

—Solo tuve un mal dia en el trabajo, eso es todo.

Raymond le dio la espalda, deseando poder beber tranquilamente su cerveza, subir el volumen de la música y quedarse solo con sus pensamientos durante un buen rato. Sin toda aquella gente pululando a su alrededor.

—Ya se, ¿Por que mejor no te quedas a almorzar?. Se que te gusta la comida de mi madre. Ademas, Lana no estará en casa. Asi que no habrá problema. 

El la observó. Kate había sabido desde el principio que a Raymond le gustaba Lana, pero que ella lo odiaba a muerte, y por eso siempre lo invitaba cuando no estaba por la casa. Era la solución perfecta para mantenerla a distancia..., lo cual significaba que Raymond tampoco tendría la oportunidad de volver a verla.

Cuando intentó acercarse a ella la vez pasada, reaccionó como si el apestara, como si prefiriera morirse antes que estar cerca de él. Pero Raymond no era de esa clase de chicos que tiran la toalla tan fácilmente, y pensó que tarde o temprano Lana se daría cuenta de que el era su única salida de aquel pueblito.

Así que por eso había aceptado cenar en la casa de su novia, porque estaba seguro de que la iba a encontrar, aunque Mary Kate le diga lo contrario. Sus caminos siempre se cruzaban aunque ella no quisiera.

Su intención era bajar el tono ofensivo y escucharla atentamente.

Por mas que Mary Kate era una belleza, solo era un obstaculo mas para poder llegar a Lana. Estaba harto de ella en general. Si no fuera una máquina en la cama, si no supiera hacer todas aquellas cosas que lo volvían loco, ya haría tiempo que la habría plantado por una de las otras tres, cuatro o cinco chicas con las que se acostaba. Pero en ese momento tampoco pensaba en ellas. Solo en Lana. Nadie lo habia rechazado antes, y esta tampoco iba a ser la ocasión.

La niña rica iba a caer. Tal como su otra hermana.

No soportaba a los ricos, no soportaba su ostentación, y tampoco que se creyeran superiores a los demás por el simple hecho de tener dinero. Un día, antes de terminar los estudios, oyó que un niño rico en el instituto se jactaba de la nueva barca que le habían regalado para su cumpleaños. No paraba de fanfarronear sobre cómo pensaba salir a navegar cada día de verano y atracar en el club marítimo.

Tres días más tarde, Raymond le prendió fuego a la barca y contempló cómo se quemaba.

Siempre le habían gustado los incendios. Le gustaba el caos que originaban. Le gustaba su implacable poder de destrucción; la forma en que arrasaban y consumían todo lo que se ponía a su paso.

ATYPICAL ✦ JACOB BLACKWhere stories live. Discover now