65 | Madison

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Esa misma tarde nuestros padres volvieron de su viaje y Will nos reunió a todos en el comedor.

—A lo mejor quieren darnos algún souvenir del viaje —dice Mat y no puedo evitar reírme por su comentario.

Will aparece por la puerta y detrás de él mi madre, que lleva en sus manos una tarta enorme de chocolate.

—¡Feliz cumpleaños hijo! —Dylan se queda quieto en su sitio y no muestra ningún tipo de reacción ante la sorpresa de su padre—. ¿Qué te parece? Sé que te encanta el chocolate y me parecía una buena idea hacerte esta sorpresa de cumpleaños.

—Te has acordado... —dice susurrando—. Gracias por la sorpresa pero no tengo mucha hambre.

No me extraña que no tenga hambre. Nos hemos terminado el pastel que le he preparado, entre los dos, y ahora mismo no tenemos hueco para otro trozo más. Mat recibe encantado la porción de tarta que le ofrece mamá. Acepto una porción pero la voy comiendo poco a poco y sin ganas.

Dylan no toca su plato. No por molestar a su padre, sino, porque no puede más. Mat coge el plato de Dylan y se lo termina por él. Nunca le ha gustado tirar la comida.

Ayudo a mi madre a recoger los platos vacíos y los llevo al fregadero. Cierro la puerta de la cocina y aprovecho que estamos solas para contarle lo que debe saber sobre mi plan. Necesito que me deje llegar más tarde esta noche.

—Esta noche no vamos a estar en casa, los amigos de Dylan le han preparado una fiesta sorpresa y quieren que le distraigamos mientras ellos preparan todo.

—Me estás pidiendo que no te ponga hora para llegar a casa, ¿verdad?

—Sí, por favor.

—De acuerdo. Pásalo bien, cuídate y no regreses a casa sola. Sabes que no me gusta.

La abrazo ilusionada y le doy las gracias tantas veces que pierdo la cuenta. Saco el móvil del bolsillo y aviso a Harper de que estaré en su casa en media hora para prepararnos para la fiesta.

—No me gusta nada

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—No me gusta nada. —Harper me mira de arriba abajo y desaprueba el bikini que me he comprado—. ¿No había otro más bonito?

—No me voy a quitar la ropa, qué más da como sea el bikini si nadie lo va a ver. —Le saco la lengua y me giro para volver a observarme en el espejo. No es tan feo.

Me siento en la cama mientras Harper se pone el suyo en el baño. No tarda mucho en salir y se para enfrente del espejo para mirar su bikini. Levanto mis dedos hacia arriba en señal de que me encanta y ella sonríe victoriosa a través del espejo.

—Sabía que te iba a gustar.

Alcanzo desde la cama mi mochila y saco de ella una camiseta de tirantes, unos pantalones cortos y unas zapatillas viejas que he traído aposta para la fiesta en la playa. Harper abre su armario y elige ponerse un vestido fino de playa que le llega por los muslos y a penas tapa nada.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora