Nunca creyó que él llegaría a romperle el corazón.
Madison creía que el primer amor sería perfecto y que Dylan, el chico de sus sueños, nunca llegaría a romperle el corazón. Pero lo único que necesitaba era algo que la devolviera a la realidad.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Ha tenido que haber un error —dije atónita. Frente a mí, en el mostrador de dirección, se encontraba Martha, la secretaria del instituto—. ¿Clase de Carpintería? En mi solicitud había especificado claramente que quería teatro como asignatura optativa.
—Lo sentimos mucho, pero las plazas están completas —dijo mirando para todos los lados sin saber muy bien dónde meterse—. Si quedara una plaza libre tú serías de las primeras en entrar, pero hasta entonces, se te ha asignado la clase de Carpintería.
Controlé las ganas de arrugar la solicitud con mi mano y lanzarla a la papelera más cercana, en señal de frustración. En lugar de eso, decidí calmarme y mostrarle a Martha una sonrisa. Al fin y al cabo, ella no tenía culpa de nada.
—Muchas gracias, Martha, espero que esto se solucione pronto. —Estaba muy cabreada, pero no podía pagar mi mal humor con ella.
Sin esperar una respuesta, di media vuelta y caminé decidida hacia la puerta. Salí de dirección y me dirigí hacia la cafetería, esperando no cruzarme con nadie por el pasillo.
Uno de los motivos por los que no quería ir a Carpintería era que no iba ninguna chica y lo sabía porque todas, incluidas mis amigas, habían escogido otras optativas como Cocina o Deporte.
No tenía ningún problema con la Carpintería, lo que ocurría era que yo quería hacer Teatro. El año pasado tampoco pude elegir esa asignatura como optativa y ese año no iba a ser la excepción. El destino decidió que lo mejor para mí era la clase de Carpintería.
Estaba a punto de perder los nervios. Respiré hondo antes de entrar en la cafetería y reunirme con mis amigas en la mesa.
—¿Qué tal ha empezado tu primer día? —Harper mostró una de sus mejores sonrisas, pero su expresión cambió totalmente cuando me vio.
Mi primer día de clase no había empezado nada bien. ¿Cómo iba a aguantar un año entero en esa clase yo sola?
—Clase de Carpintería —dije aguantando las ganas de llorar.
—¿No querías hacer Teatro? —Erika intervino a mi lado.
—Han ocupado todas las plazas y no han podido cogerme. —Apoyé los codos sobre la mesa y escondí la cara entre mis manos—. Soy la única chica en la clase.
—Míralo por el lado bueno, no vas a tener competencia.
—¿En serio, Harper? —Erika negó con la cabeza y decidió cambiar de tema.
Mientras Erika nos comentaba que el profesor de Cocina les había enseñado a preparar un pastel que no le había quedado como esperaba, no podía dejar de pensar en mi nuevo compañero de mesa.
Al entrar en la clase no había reparado en su presencia, pero cuando el profesor Philip me propuso si quería sentarme con él en la segunda fila, no pude decir que no.
