43 | Madison

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Miro por la ventana y espero a que el coche de Will desaparezca al final de la calle

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Miro por la ventana y espero a que el coche de Will desaparezca al final de la calle. Me he despertado pronto para despedirles y no puedo mantenerme en pie. Bajo a la cocina y me sirvo un poco de café para poder volver a ser persona otra vez.

En una hora he quedado con mis amigas para ir a dar una vuelta por el Northgate Mall y comprar algo de ropa. Termino de desayunar tranquilamente y subo a mi habitación a arreglarme.

Entro en el baño y me desnudo rápidamente. Me meto en la ducha y tardo menos de veinte minutos en estar lista. Seco mi cabello y lo recojo en una coleta. Abro el armario y tras probarme distintas combinaciones, decido ponerme unos vaqueros y una camiseta básica.

Bajo las escaleras y salgo de casa rumbo al centro comercial donde hemos quedado. No está muy lejos de aquí por eso decido dejar el coche en el garaje e irme andando.

Cuando llego a la puerta del centro comercial visualizo a Erika en un banco de la entrada.

—Erika.

Levanta la mirada del teléfono y me saluda con la mano. Coge su bolso del suelo y camina hacia mí.

—¿Aún no ha llegado Harper? —le pregunto.

—Es una tardona —suspira—. Vamos a esperarla aquí.

Rodeo su brazo con el mío y caminamos juntas hacia un banco. Erika solo tiene ojos para su teléfono mientras que yo miro mis pies. De pronto se empiezan a escuchar gritos por todo el centro comercial. Levantamos la mirada automáticamente cuando reconocemos de quién es la voz.

—¡Mira por dónde vas!

—Perdón...

Recoge la compra del suelo y se marcha rápidamente sin mirarla. Se echa el pelo hacia atrás con un solo movimiento y camina hacia nosotras como si estuviera en una pasarela. Nos abraza a las dos y mira a Erika que por su expresión diría que sigue alucinando con la escena.

—¿Estás bien? —pregunta Erika.

Harper asiente y nos guiña el ojo. Negamos con la cabeza y nos reímos. Nuestro primer destino es una tienda de ropa. Mis amigas recorren los pasillos y pasan a los probadores con las manos llenas.

Desde que nos conocimos mis amigas y yo hemos sido las tres contra el mundo. El primer día de secundaria está lleno de incertidumbre y miedo por si no encajas con nadie, pero conocerlas a ellas fue lo mejor que me podría haber pasado nunca. Desde entonces no nos hemos separado las unas de las otras. Al igual que ellas me apoyaron cuando rompí con Dylan, siempre he estado para ellas cuando algún chico les ha roto el corazón.

—¿Vais a tardar mucho? —Me siento en una de las sillas y espero su respuesta.

Salen del probador y hacen un pequeño pase de modelos. Se paran enfrente de mí y esperan mi opinión antes de elegir la ropa que se van a llevar.

—Os queda genial todo pero me quedo con el último que os habéis probado.

Entran de nuevo en el probador y salen unos minutos después con la ropa que se van a comprar entre las manos.

—Nos llevamos esto.

Harper saca la tarjeta de crédito y la deja sobre el mostrador. Erika intenta coger dinero de su cartera pero Harper la obliga a guardarlo.

—Hoy pago yo —dice mientras le guiña el ojo.

Salimos de la tienda y entramos dentro de una cafetería. Nos sentamos en una mesa y esperamos a que nos atiendan.

—¿Qué vais a tomar? —nos pregunta la camarera.

Miramos la carta y las tres decidimos pedirnos el mismo café.

—Enseguida estarán listos.

—Gracias —decimos las tres a la vez.

La camarera desaparece detrás de la barra y Erika llama nuestra atención.

—¿Ya se ha marchado tu madre?

—Sí.

—Alégrate un poco por ella. Ahora está feliz con él. —Harper agarra mi mano y me pide que le mire a los ojos—. Sabes lo mal que lo pasasteis con la muerte de tu padre.

Suelto su mano y dejo que mi cuerpo se resbale un poco por la silla.

—¿Podemos dejar el tema?

Las dos asienten y reciben con gusto su café. Mantengo durante unos segundos el vaso sobre mis labios antes de beber un gran trago de café.

—¿Cómo vas con Dylan?

—Fatal. Sigue evitándome y no quiere verme.

—Pronto tendréis que hablar del tema. No hay otra opción. —Harper empieza a reírse llamando la atención de toda la cafetería—. Aunque mejor espera un poco que cada vez que habláis estáis a punto de mataros.

—A veces pienso que nunca debería haber aceptado salir con él porque le di la oportunidad de romperme el corazón.

Las dos me miran sorprendidas pero no dicen nada.

Terminamos nuestros cafés y salimos del centro comercial hacia el aparcamiento. Nos acercamos al coche de Erika y nos subimos. Harper atrás y yo en el asiento del copiloto. Subo el volumen de la radio y las tres empezamos a cantar como locas al ritmo de Bruno Mars.

Erika para el coche repentinamente provocando que ponga mi mano sobre el salpicadero para evitar golpearme contra él. Nunca dije que fuera muy delicada a la hora de conducir. Se disculpa y me abre la puerta. Me despido de las dos y busco las llaves dentro del bolso.

Entro en casa y subo directamente a mi habitación. Me pongo ropa más cómoda y bajo corriendo a la cocina. No he comido nada desde esta mañana y tengo hambre.

—¿Dónde estabas? —pregunta Dylan desde la puerta de la cocina.

Le contesto mientras cojo algo de la comida que Carmen nos ha dejado preparada en la nevera.

—En el centro comercial con mis amigas. ¿Quieres más detalles? —Camino hacia la nevera evitando su mirada, cojo la comida que Carmen nos ha dejado preparada y salgo por la puerta.

Entro en el salón y me siento en el sofá. Cojo el mando de la televisión y hago zapping por todos los canales. El timbre suena interrumpiéndome. Dylan baja corriendo las escaleras y abre la puerta. Asomo la cabeza por el sofá y le observo. Deja entrar a su amigo Thomas en casa y cierra la puerta.

—¿Subimos?

Dylan me pilla mirándoles y asiente. Thomas fija su mirada en mí pero es arrastrado escaleras arriba porDylan. Escucho cómo la puerta de su habitación se cierra y termino de cenar.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora