50 | Madison

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Abro la puerta principal y dejo pasar a Harper y Erika

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Abro la puerta principal y dejo pasar a Harper y Erika. Señalo el salón y camino detrás de ellas. No me había dado cuenta pero el salón ya está ocupado por nada más y nada menos que Dylan y sus amigos.

—Mira a quiénes tenemos aquí, a Los Ángeles de Charlie. —Los tres empiezan a reír ante el comentario de James—. ¿Qué hacéis por aquí, chicas?

—Verte a ti por supuesto que no —le contesta Harper.

—Ofendes los sentimientos de un pobre chico. —Se pone la mano sobre el pecho intentando parecer ofendido.

James le mira fijamente pero ella no está por la labor de seguirle el juego.

—Madura.

Harper sube las escaleras y nosotras la seguimos por detrás. Se tumba sobre mi cama y Erika se sienta en el suelo apoyando su espalda en la pared.

Empieza a sollozar sorprendiéndonos a ambas. Harper asoma la cabeza por la cama y le mira preocupada. Acaricio su mejilla y le levanto la barbilla para que me mire. Tiene los ojos enrojecidos de tanto llanto.

—Erika. ¿Nos estás ocultando algo? —Le miro asustada—. Dinos qué te pasa, por favor.

Erika esconde el rostro entre sus manos y empieza a llorar. Está pálida y balbucea algunas palabras que no logramos entender.

—Estoy asustada.

—¿Por qué? —Froto sus hombros.

—¿Os acordáis de la fiesta a la que fui hace dos meses?

Niego con la cabeza.

—Alguien intentó aprovecharse de mí.

Sus palabras me dejan helada. Mis músculos se tensan y Harper se cae de la cama. Erika está temblando. Me acerco a ella y le doy un abrazo para demostrarle que estoy ahí para ella. Harper sigue en shock en el suelo. Se reincorpora y apoya su espalda en la cama para abrazarla.

—¿Sabes quién fue?

—No lo sé. Estaba borracha y solo recuerdo ver a James sacando al chico de la habitación.

Se limpia las lágrimas con la manga y se levanta del suelo. Harper y yo observamos cada uno de sus movimientos.

—Prometerme que no diréis nada a nadie.

Hago como si cerrara una cremallera sobre mi boca.

—Voy a por agua, no os mováis de aquí.

Abro la puerta y bajo las escaleras. Entro en el salón en busca de James pero en el sofá solo están sentados Dylan y Thomas. Paso a la cocina. Lleno un vaso con agua y subo directamente a mi habitación. Me tumbo con Erika en la cama y la abrazo hasta que se queda dormida.

Harper ha bajado a ver si podía sonsacar algo a James. Pasados unos minutos llama a la puerta y pasa a la habitación. Se sienta en la silla de mi escritorio y nos mira.

—No he podido sacarle nada. Me ha dicho lo mismo que ya sabemos.

—¿Le estará encubriendo?

Harper encoje sus hombros y niega con la cabeza.

—No lo sé.

Las tres permanecemos en silencio. Un silencio muy incómodo hasta que Erika decide romperlo.

—De lo único que me acuerdo es que el chico llevaba una chaqueta verde con las mangas blancas. La recogió del suelo después de...

—Tranquila, siempre estaremos junto a ti. Tienes que confiar en nosotras y contárnoslo todo.

—Lo sé —llora sobre mi hombro.

—Necesitas ayuda. Tenemos que hablar con la policía.

Erika se levanta y nos mira asustada.

—No sé quién fue y tampoco tengo pruebas. Nadie me va a creer.

—Seguro que alguien lo vio y puede corroborarlo todo.

—¿Podemos ir a dar una vuelta? —dice cambiando de tema bruscamente—. Necesito tomar el aire.

Sale por la puerta antes de que podamos decir nada. Ambas miramos por la ventana. Está lloviendo y no nos habíamos dado cuenta de ello. Bajamos corriendo a por Erika. La encontramos sentada bajo la lluvia mirando el cielo.

—Esto es relajante.

Señala el suelo con el dedo para que nos sentemos. Niego con la cabeza y le ofrezco mi mano para ayudarle a levantarse.

—Erika, acompáñanos a casa. Estás empapada.

—No. Estoy bien —se levanta y recoge su bolso del suelo—. Luego nos vemos. Necesito ir a casa.

Nos da un abrazo a cada una y se sube al coche. Harper y yo no nos movemos hasta que el coche desaparece al final de la calle.

—No tengo palabras.

—Lo está pasando muy mal y no nos habíamos dado cuenta.

¡Cuánta razón tiene!

Entramos en casa y Harper pasa directamente al salón. Apaga la televisión consiguiendo que los tres salten del sofá y empiecen a gritar.

—¿Qué te pasa? —James intenta quitarle el mando—. Enciende la tele ahora.

Mi amiga niega con la cabeza y cruza sus brazos. Me mira y con la cabeza me indica que entre en el salón.

—Ahora nos toca a nosotras estar aquí. Buscaos otra cosa que hacer.

Ninguno rechista y dejan los mandos sobre la mesa. Harper se sienta en el sofá y busca algún programa entretenido en la televisión. Me siento a su lado y apoyo mi cabeza sobre sus piernas.

Me sorprende que se hayan ido así como así. Esperaba alguna queja de su parte. No conozco mucho a sus amigos pero sí que sé que Dylan siempre ha encajado entre ellos.

En el instituto Thomas era el Quarterback del equipo de fútbol americano, Brandon el base y James jugaba como defensa. Dylan no estaba en el equipo pero sí que apoyaba a sus amigos desde el banquillo. 

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora