Extra II (Astrid, Allen y Casey)

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*Nota: el epílogo original estaba conformado por el que está publicado y esta parte, pero lo corté porque había quedado muy largo

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*Nota: el epílogo original estaba conformado por el que está publicado y esta parte, pero lo corté porque había quedado muy largo. 

31 de diciembre de 1999

Astrid.

Tenía lindos recuerdos año nuevo en mi infancia. Las deliciosas cenas con el delicioso lomo relleno que mamá solía preparar, el arroz con guandú de mi padre y Marcos colocando el ramo de hierbas frente a la puerta en un intento de atraer abundancia a la casa.

Después de la invasión tardé un poco en volver a disfrutarlos, a perderle el miedo a los fuegos artificiales o el sonido de disparos en el aire. Y cuando había logrado "superarlo", tuve el peor año de mi vida y casi terminé muerta.

Sí, demasiados traumas por resolver.

Pero ese año las cosas eran diferentes.

Yo era diferente y el país estaba a unas cuantas horas de ser diferente.

—Bienvenida a mi casa —anuncié apenas empujé la puerta de entrada—. No es la gran cosa, pero es lo que hay.

Mi casa no era la quinta maravilla del mundo, tan solo una casa de una planta con muchas ventanas y un patio trasero lo suficientemente grande como para poner la piscina inflable que solíamos sacábamos en verano o invitar a unos cuantos amigos a una parrillada.

Pero tener a Casey en ella la hacía mucho más valiosa.

—Es bonita —comentó Casey mientras daba vueltas en medio de la sala y se detenía junto al arbolito de navidad—. Solo son tu papá y tú ¿no?

Asentí, dejando las llaves sobre el tazón de la mesa junto a la entrada.

Nuestra relación había mejorado un poco, especialmente luego que Yamileth se fuera de la casa. La casa silenciosa pasó a llenarse de conversaciones casuales sobre nuestros días, la nueva escuela o las noticias de la radio.

El día que me abrazó sin razón alguna fue otro punto positivo para nuestra relación e incluso me había ayudado a mover varios muebles y pintar la habitación de invitados que usábamos como depósito.

No era lo mismo que cuando era niña, pero se acercaba bastante y estaba bien para ambos.

Era una de las muchas cosas que habían cambiado desde mi regreso a la capital.

Esta vez, cambios positivos.

—Desde el divorcio sí —confirmé mientras me quitaba las zapatillas y me ponía mis chancletas—. Yamileth ahora está viviendo en el centro de la ciudad, siempre se quejó de que la casa le quedaba muy lejos del trabajo.

Casey detuvo su girar me dio una mirada por encima de su hombro. Si bien una parte de mi recordaba con algo de cariño su larga melena, me encantaba la manera en la que su rostro parecía destellar con aquel nuevo corte y los rizos que empezaban a asomarse.

Las últimas flores del veranoWhere stories live. Discover now