44. Un Buen Regalo

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KILIAN POV.

Toco el timbre de la residencia Relish. Hav nos ha invitado a pasar navidad con ellos, y eso me pone muy nervioso porque conoceré a la demás familia de ella, a los otros Relish, sus abuelos, su tío...

La puerta se abre dejando ver a una bella mujer con un vestido color verde oscuro, que solo logra acelerar cada vez más mi corazón.

Se ve preciosa.

—Hola Havzel— saluda Via con un gran entusiasmo.

—Hola, pasen, pasen.

Los pequeños entran y luego yo. Hav cierra la puerta y luego me mira con una sonrisa.

—Te ves hermosa—susurro. Sus mejillas se enrojecen y retira la mirada.

—Mi familia espera—dice entre sonrisas.

Comienza a caminar y yo detrás de ella junto a los gemelos.

—Familia, ellos son los Spinster. Oliver... —él solo los mira con seriedad—...Olivia...

—Holaaaaa—saluda alargando la palabra.

—Y Kilian.

Levanto la mano saludando.

—Vamos, siéntense—dice Hav mientras nos dirige hasta nuestras sillas asignadas.

—Así que eres el famoso Kilian—comenta un señor castaño. Supongo que es el abuelo de Hav. No sé si es el padre de Alec o el de Lisa

—Sí.

Que no sea el padre de Alec.
Que no sea el padre de Alec.
Que no sea el padre de Alec.
Que no sea el padre de Ale...

—Soy el abuelo de Havzel por parte de su madre.

Uff.

Soy el licenciado Stobbs, me puedes decir señor Albbie, no solo Albbie, señor siempre al principio.

¡Rayos!, Alec lo ha copiado. Tal vez el abuelo de Havzel le decía lo mismo a él, y ahora él me lo dice a mí.

—Eres un buen amigo de Havzel, ¿verdad?

—Sí, sí, claro señor Albbie, amigos.

Lamentablemente.

—Deja de asustar al chico—reclama la que supongo es su esposa.

—Yo soy el abuelo de Havzel por parte de Alec. Mi hijo nos contó que quieres estudiar medicina.

—Sí, me gustaría entrar a la facultad de medicina en la universidad que sea, pero mi más grande aspiración es Harvard.

—Wow, piensas tomar las cosas que la mayoría de los jóvenes temen. Harvard y medicina. Pero por lo que he escuchado, eres muy inteligente—comenta la mujer a su lado, que debe ser su esposa.

—Lo normal.

—No, no es cierto. Él se sabe todas las respuestas de historia, matemáticas, español, geografía, y cualquier cosa. Es un cerebrito con el maldito promedio más alto.

—No digas maldito—le regaña Lisa.

—Perdón, mamá.

Ahora me mira una mujer muy parecida a Lisa.

—¿Cual es tu promedio?

—9.9. Saqué un 9.7 en clase de deportes por no hacer gimnasia. De no ser así, tendría un 10 más en mi lista.

—Cuanto ego—susurra Havzel.

—Te pasaré un poco.

Me mira sorprendida por haberla escuchado, pero inmediatamente la cambia por una gran sonrisa.

El Día Que Te Amé Where stories live. Discover now