60 | Madison

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Miro fijamente el reloj que hay colgado en la pared de la cocina contando los minutos que quedan para que pueda ir al hospital a ver a Gemma. Son muy estrictos con los horarios de visita por eso cuando el reloj marca las doce salgo veloz hacia el coche.

Dejo el ramo que le he comprado a Gemma en el asiento del copiloto y salgo del garaje. No tardo mucho en llegar al hospital ya que me acuerdo perfectamente de la dirección. Aparco en un hueco que hay libre y cojo el ramón de flores junto a mi bolso antes de salir del coche.

Como tengo las manos ocupadas cierro la puerta con la pierna pero el bolso se cae de mis manos. Todas mis cosas acaban desperdigadas por el suelo. Me agacho y recojo todo antes de colgármelo en el hombro.

Nada más entrar me encuentro con la enfermera del otro día. Me acerco a ella y le saludo.

—¿Puedo pasar a ver a Gemma?

—¿Puedes decirme tu nombre?

—Madison.

La chica me da permiso y me acompaña a la habitación. Cuando llegamos a la puerta le doy las gracias y espero a que desaparezca por el pasillo antes de abrirla. Mi mirada se dirige a la cama donde se encuentra Gemma. Aparta la mirada de la ventana y la centra en mí con una sonrisa en el rostro.

—Madison. Me alegro de verte. —Levanta un poco la cabeza y mira el ramo—. ¿Es para mí?

Asiento y lo dejo sobre la cama. Lo mira sorprendida e intenta cogerlo pero aún no tiene mucha fuerza.

—Gracias. No tenías por qué haberme traído nada.

—Venía a ver qué tal estás, veo que ya puedes hablar un poco más.

—Sí. —Intenta soltar lo que parece una carcajada—. Aunque aún me cuesta un poco. —Centra su mirada en el ramo—. ¿Puedes ponerlo en agua?

Lo cojo y pido un pequeño recipiente a las enfermeras para ponerlo. Entro en el baño y lo lleno de agua. Meto el ramo dentro de él y lo dejo sobre la mesilla.

—¿No está Dylan por aquí?

—Ha salido a tomar el aire —su mirada se dirige hasta la ventana. Le acompaño y observo las bonitas vistas que hay desde la ventana—. Es importante para mí saber que Dylan no ha estado solo todo este tiempo.

—No lo ha estado. Will ha cuidado mucho de él.

Mi comentario parece molestarla. Aparta la mirada de la ventana y se le borra la sonrisa que tenía en los labios.

—Lo dudo. Él nunca nos prestó atención. —Su mirada se posa en mí e intenta hablar más fuerte pero no puede—. Seguramente mi hijo se ha criado con alguna niñera o quién sabe con quién.

Will no ha estado a su lado durante todo este tiempo por su trabajo. Es cierto que intenta ser un buen padre para él, pero no se esfuerza lo suficiente o de la manera correcta. No puedes pretender tener una relación cercana con tu hijo si no pasas tiempo en casa.

No sé la imagen que tiene Gemma de Will ni cómo este tema podría afectarla, por eso decido dejarlo pasar para no buscarme ningún problema con Dylan.

—Sé que me he perdido muchos años de la vida de Dylan pero desde que te vi el otro día tengo curiosidad. ¿De qué os conocéis?

—Íbamos al mismo instituto.

La puerta se abre asustándonos a las dos. Dylan entra con un café en la mano y un bollo de crema en la otra.

—Ya estás aquí —dice Gemma emocionada—. Mira quién ha venido.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora