Capítulo 37. Ultimátum.

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Jueves. Por alguna razón los jueves eran mis días favoritos; cosa que es extraña porque los jueves recibo biología y yo odio esa clase. Sin embargo, seguía amando los jueves.

Camino apresurada hacia la entrada de la escuela. Espero ver a Maia, ha estado un poco ocupada acompañando a su suegra desde que se enteró de que está embarazada. Al final del día no fue nada grave. La familia Howland estaba esperando un bebé. Diviso a Maia en el pasillo hablando con algunas chicas de la escuadra. Me acerco a ella y cuando me ve le sonrío. Ella me devuelve la sonrisa con su habitual entusiasmo. Se despide de sus compañeras y casi corre hacia mí.

—Hola, dulzura, ¿cómo vas? —dice ella mientras me abraza.

—Todo bien, ¿cómo estás tú? ¿Te pone las cosas difícil tu suegra? —menciono, moviendo mis cejas para provocarla.

Ella ríe y me golpea el brazo.

—Solo la acompaño mientras Katherine viene, pero ha sido todo muy tranquilo.

—Y supongo que estás feliz del tiempo extra que ahora tienes con Cameron, ¿no?

Maia se sonroja.

—Tal vez —dice, en un tono de voz dulce.

—Yo no estoy feliz por eso —habla alguien más y yo me giro. Marco viene junto a Jacob hacia nosotras.

—No empieces, Patterson —lo corta Maia.

—Sí, ya termínalo —apoya Jacob—. Como tu amigo debo decirte que te ves patético arrastrándote por mi hermana. Hace años que terminaron.

Marco sonríe, como si no le importara lo que ambos hermanos dicen.

—Por supuesto que ya lo terminé. Solo estaba bromeando —dice y yo levanto una ceja.

—Claro —murmuro sarcástica.

Él me da una mirada corta que me dice que me calle. Ruedo los ojos. Este chico en serio no puede ser más idiota.

El timbre suena. Me despido de Maia, y junto a Jacob y Marco caminamos a nuestra primera clase.

[...]

—Bien, chicos, eso es todo por hoy. Pueden retirarse —dice el profesor Jones.

Cierro mi libro y guardo mi cuaderno en mi bolso. Salgo del salón y voy a mi casillero para guardar mis libros. Me encuentro a Maia esperándome.

—¿Hace cuánto estás aquí? —inquiero.

—Creo que cinco minutos. Mi profesora tuvo que salir de emergencia veinte minutos antes de que terminara la clase —contesta ella.

Cierro el casillero una vez he terminado de meter los libros y juntas vamos a la cafetería. Pagamos por nuestro almuerzo y cargando las bandejas vamos a nuestra mesa habitual. Algunos chicos del equipo y las porristas ya están ahí. Destapo el envase en el que viene mi pasta y comienzo a comer. Segundos después siento la mirada marrón de Maia viéndome intensamente. Me giro a verla y sus ojos están entrecerrados sobre mí.

—¿Qué tienes? ¿Quieres pasta? —le pregunto, confundida por su reacción.

—Algo sucedió —declara ella—. Así que suéltalo.

Abro mis ojos sorprendida. ¿Qué demonios...? ¿Cómo ella...? ¿Su suegra le enseñó cómo ser psíquica o qué?

—¿Cómo tú...? ¿Cómo lo supiste? —cuestiono, sorprendida por sus nuevas habilidades.

—Te noté pensativa cuando caminabas por el pasillo —menciona—. Además, hoy por la mañana me enviaste un mensaje diciéndome que tenías algo que contarme.

No me gustasOn viuen les histories. Descobreix ara