Capítulo 2. Primeros problemas.

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Finalmente es viernes.

No puedo creer lo rápido que pasó esta semana. Creí que las cosas en mi nuevo instituto serían un infierno, sin embargo, demasiado pronto descubrí que me la pasaría bien.

Durante toda la semana los hermanos Anderson fueron las personas más amables del planeta. Maia me acompañó casi todo el tiempo y Jacob se encargó de que me sintiera bienvenida. En definitiva les debo el mundo y no sé cómo voy a agradecerles.

Una cosa que ahora me preocupa es la próxima semana. Me pregunto si Maia querrá seguir acompañándome o se alejará debido a su problema de confianza en las chicas. Supongo que yo tendré que hacer algo para demostrarle que puede confiar en mí. Total, a pesar de ser la presidenta estudiantil y tener muchas responsabilidades, se ha tomado la tarea de acompañarme y no dejar que me sienta sola. Eso es un gesto demasiado gentil y yo debo compensárselo de alguna manera.

—¡Nia! —grita alguien detrás de mí, logrando sacarme de mis cavilaciones.

Me giro sobre mis talones para encontrar a la pequeña rubia corriendo hacia mí. Para mi sorpresa, se cuelga de mi cuello en lo que parece ser un abrazo. Después de un segundo de estupefacción, lo devuelvo, sintiéndome aún confusa, pero igual satisfecha por el gesto. Un minuto después se separa de mí, manteniendo sus manos en mis hombros y sonriendo tan amplio que tengo miedo que la cara se le parta en dos.

—Te tengo una gran noticia —dice, con notorio entusiasmo—. He hablado con los chicos del periódico escolar y quieren conocerte.

¿Periódico escolar? ¿Chicos? ¿Qué?

—Maia yo...

—Escucha... —interrumpe—. Sé que recién acabas de llegar, que no conoces casi nada del instituto y que todo debe ser demasiado rápido para ti, pero creo que el periódico escolar sería el trabajo perfecto para que logres acoplarte.

—Maia...

—Y la mejor parte es que estaremos juntas. —Vuelve a interrumpir.

Santo Dios. ¿El periódico escolar? ¿Qué se supone que haré allí?

—No creo que sea un trabajo adecuado para mí. Yo no sé nada de eso.

La rubia finalmente aleja sus manos de mis hombros y las deja caer a ambos lados de su cuerpo.

—No importa. En el camino irás aprendiendo —alienta. Yo hago un mohín. Según Jacob, nunca es buena señal cuando Maia comienza a dar ánimos—. Lo que harás lo definiremos luego. Primero necesitas hablar con los chicos y que te conozcan un poco más.

Tengo ganas de negarme. Unirme al periódico escolar no es algo que tenía planeado, mas me es difícil negarme cuando su buen ánimo me ha contagiado. Oh, a esto se refería Jacob. Las buenas vibras se desprenden de ella y termina convenciendo a las personas. Me pregunto cuántos más habrán caído en su hechizo.

—De acuerdo, lo haré —murmuro.

Sus pequeños ojos marrones se iluminan instantáneamente y por segunda vez, la enorme sonrisa que me brinda me hace temer por los huesos de su cara.

—Oh, cielos. ¡Genial! Esto será grandioso.

[...]

Salgo del salón y me siento aliviada por haber terminado mi última clase. Me encamino hasta el casillero para guardar algunas cosas antes de ir a mi encuentro con los chicos del periódico. Demonios, ¿qué se supone que les voy a decir?

Cierro mi casillero y camino hasta el salón que Maia me indicó. La verdad en mi recorrido no me molesté en averiguar dónde estaba el salón de edición, puesto que no tenía planeado unirme a los chicos del periódico y solo me interesaba conocer mis aulas de clase. Me detengo delante de una puerta doble. No recuerdo que Maia me haya hablado sobre esta puerta. Bueno, supongo que se le escapó ese detalle. Respiro profundo y con mi cuerpo empujo una de ellas.

No me gustasWhere stories live. Discover now