Capítulo 10. Ajedrez y fotografías.

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Bajo la cámara solo para verlo. ¿Estudia en el Colegio Saint Rose? ¿Cómo es que...? Oh, cierto. Nunca hemos tenido una charla decente. Lo único que sé es que odia el color de mi cabello. Ruedo los ojos y bufo. Lo único que debo hacer es evitarlo a toda costa.

Todos están sentados en las gradas del gimnasio. El director Lewis sube a la tarima improvisada en uno de los extremos del gimnasio. Toma el micrófono y les da la bienvenida a los chicos del Saint Rose, para luego dar un pequeño discurso que termina en aplausos. La señorita Dawson, secretaria del instituto, comienza a leer las reglas. Un minuto después ha terminado y el lugar vuelve a llenarse de aplausos.

Todos los participantes toman lugar en la mesa que les corresponde. El entrenador hace sonar su silbato y las partidas comienzan. En ese instante los vítoreos y gritos se hacen escuchar. Josh se acerca a un par de mesas y anota cosas en la libreta que carga. Por mi parte, me encargo de fotografiar a los concursantes de cada mesa. También tomo un par de fotos de los estudiantes en las gradas que apoyan a ambos clubes.

De pronto escucho que los gritos se intensifican. Veo a mi alrededor para descubrir que la primer pareja ha terminado. El ganador es uno de los nuestros. Josh y yo corremos hasta ellos y me encargo de fotografiarlos a ambos.

—Tómale una foto a los chicos del Rose —dice Josh cerca de mi oído—. Quiero que todos vean su expresión de derrota.

Niego con la cabeza en un gesto divertido. Ni siquiera hemos ganado el título, simplemente una partida de las muchas que faltan. A pesar de ello, le hago caso. Enfoco a los chicos que están en las gradas y presiono el disparador cuando consigo un buen ángulo. Tomo otras cuantas, enfocando el rostro de alguno de ellos. De pronto, en la pantalla aparece —por segunda vez—, el rostro de Darian. No alejo la cámara de él. Por primera vez, me dedico a detallar su rostro. Tiene la mandíbula tensa, por lo que sus huesos resaltan bajo su piel. Su boca está hecha una línea fina, sin embargo, sus labios se ven bastante llenos y rosados. Descubro unas pocas pecas sobre su nariz; cosa que no había notado hasta ahora. Y sus ojos. Sus profundos ojos azules, fijos en alguna de las muchas mesas en el centro del gimnasio.

Trago grueso.

Vaya que el chico es lindo. Joder. Es muy guapo. ¿Por qué no lo había notado antes?

El bullicio a mi alrededor se hace presente, llenando mis oídos y sacándome de mis pensamientos. Veo a mi alrededor para descubrir que otra partida ha terminado. El ganador ha sido un chico del Saint Rose. Vuelvo la vista a la cámara para ver el rostro de un Darian sonriente plasmada en la pantalla. Sin pensarlo dos veces, presiono el disparador, luego aparto la cámara de él y me encargo de fotografiar al chico del Rose.

Pocos segundos después caigo en cuenta de lo que acaba de ocurrir. ¿Qué carajos hice? ¿Acabo de llamar al demonio antipático guapo? ¿Y encima le saqué una foto? ¿En qué diablos pensaba? Bueno, claramente no estaba pensando. Maldición. Más me vale borrar esa foto.

[...]

El tiempo pasa y más partidas van terminando. Para el medio día, el director anuncia un descanso. Quedan pendientes la semifinal y la final. Maia, Ryan y Josh hablan sobre lo reñido que ha estado el concurso este año. Al parecer ambos clubes se han esforzado mucho entrenando. Yo por mi parte me mantengo en silencio. Soy nueva aquí, ¿qué podría opinar?

Llegamos hasta la cafetería. Todas las mesas están llenas, por lo que tendremos que comprar nuestra comida e ir a buscar una mesa afuera. Cuando estamos a punto de pagar, escuchamos la voz de Ryan detrás de nosotras.

—No se preocupen, chicas. Yo pago —murmura con una sonrisa.

—Oh, Ryan. Eres un amor. Gracias —dice Maia con voz dulce. Toma su bandeja y se acerca a él para dejar un beso sobre su mejilla.

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