Capítulo 22. La mejor historia de amor.

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Negarle a Darian lo que siento por él fue de las cosas más difíciles que hice en mi vida, pero algo totalmente necesario en vista de que él no siente lo mismo. O al menos eso es lo que logré entender luego de que no mencionara lo de su cumpleaños. Está claro que todo se trató de un impulso debido al alcohol. Aunque Maia insista en que no fue así.

Después de esa cena, Mamá Gio y Bridget lograron conectar muy bien. Tanto que en los últimos días se han reunido en casa para hacer postres.

La verdad es que no me quejo. He estado completamente feliz con tantos pasteles y demás dulces. Y mi padre también luce feliz. Le agrada el hecho de que la abuela haya aceptado tan bien a su novia. Pero bueno, ¿cómo no iba a hacerlo? Su anterior nuera le rompió el corazón a su hijo al irse con otro hombre. Supongo que vio la bondad en los ojos de Bridget y no fue difícil aceptarla.

Hablando eso, debo recordarme preguntarle a mi padre sobre la llamada de mamá.

Otra persona que también le agradó a mi abuela fue Darian. Sin embargo, debo admitir que sus comentarios estuvieron a punto de matarme. ¿Cómo se le ocurre hacer esas preguntas delante de todos, y más de mi padre? Sabiendo lo sobreprotector que él es, y... y sin duda alguna el chico es guapo. Negar eso también fue difícil. Aun no comprendo cómo no me puse nerviosa y a mirarlo con cara de boba enamorada. Eso sin duda alguna fue un completo logro.

—¡Nia, ven aquí! —habla la abuela desde la cocina.

Parpadeo repetidas veces, saliendo de mi ensimismamiento.

Me levanto del sofá y voy hacia donde está ella. Tienen un pastel en la barra de desayuno. Ambas mujeres me miran sonrientes.

—Queremos que pruebes esta cubierta —dice la abuela.

Asiento, sintiéndome como una niña. Me siento en uno de los taburetes y Bridget me pasa una pequeña cuchara con un poco de cubierta. La pruebo y...

—Está deliciosa —confieso.

—Era una receta especial de mi abuela —comenta Bridget.

Le sonrío.

—Ella era una gran cocinera —acota Mamá Gio.

Yo asiento en concordancia.

Como todos los días, Bridget corta una rebanada del pastel que están haciendo y me lo da. Siento que en estos días he comido todos los postres que mi papá no me permitió comer en mi infancia.

Supongo que después de las vacaciones tendré que irme rodando a la escuela, pero habrá valido la pena.

[...]

Después de una tarde haciendo —y comiendo, de mi parte—, pasteles, Bridget decidió que era momento de irse. Papá se ofreció a llevarla a casa, por lo que mamá Gio y yo nos quedamos solas. Ella me pidió sentarnos en la sala y ver alguna película, así que justo ahora me encuentro buscando una. Me decanto por The Notebook, un clásico del romance y la película favorita de mi abuela.

—¿Ya has puesto la película, Belu? —pregunta ella, entrando en la sala con un tazón de palomitas en las manos.

Asiento, a la vez que me acomodo en el sofá para darle lugar a ella a mi lado. Toma asiento y me ofrece palomitas. Tomo un puñado, para luego darle play a la película.

Recuerdo que cuando iba a visitarla de pequeña siempre hacíamos maratón de películas los domingos. Mamá Gio solía poner las películas de princesas, por lo que está de más decir que soy fan de ellas. Bien podría pasarme el resto de mi vida sentada en este sofá junto a ella viendo montones de películas. Cuando la tengo a mi lado, mi vida está completa. No necesito nada más que su compañía, un tazón de palomitas y comedias románticas. Verla sonreír, reír y hacer sonidos de ternura es la mejor cosa del mundo. Creo que en mi vida no voy a llegar a amar a nadie como la amo a ella. Aunque mi papá se ponga celoso, es la verdad.

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