Capítulo 11. Pelirroja fastidiosa.

193 9 0
                                    


POV Darian

—¿Por qué te fuiste tan temprano de la fiesta? —pregunta Noah.

—Debía recoger a mi madre —respondo.

Noah frunce el ceño.

—¿Dónde estaba? —inquiere.

—En la casa de su novio —digo, haciendo notable el desagrado en la palabra.

No es que Wilson no me agrade. Me parece un buen hombre, además de que hace feliz a mi madre y eso le suma puntos, es solo que todavía no me acostumbro a este asunto de mi madre teniendo novio. Es la primera vez que sale con alguien de forma seria después de haberse separado de mi padre. ¿Tuvo citas antes? Sí, las tuvo. Pero no fueron cosa seria. Y con este señor parece que sí lo es. Yo todavía no me acostumbro a eso.

—¿El papá de la pelirroja de la que me hablaste? —cuestiona mi mejor amigo, haciendo un ademán hacia su cabello.

Yo asiento.

Nia Hughes. Esa tonta pelirroja que por alguna razón me saca de mis casillas cada vez que la veo. Ni siquiera lo intenta. Simplemente la veo y siento que quiero discutir con ella hasta que se moleste y se vaya. Me confunde demasiado. Y aún me sigo preguntando por qué carajos me ofrecí llevarla ayer a su casa. Solo sé que al verla ahí sola, e imaginarme que algo pudiera ocurrirle, me hizo sentir algo extraño en el pecho. Como una necesidad de querer asegurarme de que estuviera bien. Supongo que ha sido porque es la hija del novio de mi madre. Quizás una forma de agradecimiento por hacerla tan feliz.

Llegamos al salón de física. Tomo lugar detrás de Noah, en la hilera de sillas que está junto a la ventana. Apoyo mi cuerpo en la pared y observo cómo mi amigo se gira en mi dirección.

—¿Has hablado con ella?

Lo miro. Él me mira expectante. Como mi mejor amigo, le cuento todo lo que sucede en mi vida. Era de esperarse que le contara de la nueva adición a la vida de mi madre, y lo que esa adición trajo consigo. Ese monstruo rojizo. Y también le he contado lo mal que me cae y lo mucho que detesto que sea tan fastidiosa. Y que estuve a punto de soltarle un montón de injurias el día que me dijo que no le agradaba. Como si eso me importara en lo más mínimo. Por supuesto que Noah me regañó. Me dijo que mi comportamiento no había sido el más adecuado. ¿En serio no lo fue? Yo no lo veo así. Ella dijo que no le agradaba, ¿por qué rayos iba a rogarle por su atención? Si no le agrado, bien. No pienso ser amigable con ella porque eso sería dejar mi dignidad en el suelo. Y ella no se lo merece. Pero aun así, le prometí a mi amigo que lo haría.

—Intenté hacerlo después del torneo, pero una chica nos interrumpió así que preferí irme —digo, encogiéndome de hombros—. Y ayer por la noche lo olvidé.

Noah frunce el ceño.

—¿Ayer por la noche?

Asiento lentamente.

—Sí. Ayer que fui a buscar a mi madre la encontré sola en la parada de autobús, así que me ofrecí a llevarla.

Noah me da una mirada que no sé cómo interpretar.

—¿Entonces no hablaron de nada?

—Hablamos un poco antes de que se subiera al auto. Parece que la asusté y estaba enojada conmigo.

Ahora que lo recuerdo, cuando me llamó imbécil y estúpido en lugar de molestarme, me causó gracia. No sé por qué, pero se ve diferente cuando se enoja. Quizás menos tonta, y más linda.

¿Pero qué diablos...? ¿Linda? ¿Ella? Iug, no.

—¿Qué hiciste para asustarla?

—Solo estacioné el auto delante de ella y creyó que iban a secuestrarla.

No me gustasOnde as histórias ganham vida. Descobre agora