Capítulo 1. Chicos populares.

553 16 8
                                    

Todo saldrá bien.

Ese es mi mantra.

Hoy comienzan mis clases en un nuevo instituto y estoy más nerviosa que en mi primera cita. No puedo creer que esté aquí. Este último mes se pasó volando y ni siquiera lo sentí con todo ese asunto de la mudanza. Finalmente llegó la hora y debo enfrentarme a mi nuevo destino.

Nueva ciudad. Nueva escuela. Nuevos amigos. Allá voy.

Me bajo del auto de mi padre una vez ha estacionado delante del instituto.

—Que tengas un buen día, hija. Te amo —enuncia él como despedida.

—Tú también, papá. Te amo.

Le lanzo un beso. Él me sonríe cálidamente y luego arranca hacia su nuevo trabajo. No soy la única aquí que debe enfrentarse a nuevas cosas. Bien, eso es suficiente apoyo para tener el valor de hacer esto.

Todo saldrá bien.

Vuelvo a repetir en mi cabeza. Camino hasta la entrada del edificio. Es bastante grande, muy moderno y en cuanto veo la cantidad de estudiantes, me siento algo intimidada. Mi antigua escuela era un poco más pequeña, algo vieja y había pocos estudiantes. Todo aquí luce más grande, imponente y aterrador. Hace unos días que conseguí mi horario. Vine con mi papá a ver las instalaciones para no perderme en mi primer día. Sé a dónde debo ir y eso para mí es suficiente. Sin embargo, aquel día en el que no me tocó enfrentarme a ello no estaba nerviosa. Hoy, creo que olvidé dónde quedan mis salones. Benditos nervios que no hacen nada más que provocarme ganas de hacer pis.

Camino por el pasillo entre la gran cantidad de estudiantes. Algunos me miran con curiosidad y otros me ignoran. Unos pocos me sonríen —cosa que, sin ellos saberlo, me hace sentir bienvenida—, y otros pocos me hacen un escaneo en segundos, haciéndome sentir un poco incómoda.

Joder, Nia. ¿Qué te sucede? Pareces un ratón asustado. Nunca tuviste miedo de nuevos retos. Siempre fuiste valiente, ¿qué rayos te sucede ahora?

—¡Hola! —grita alguien delante de mí, haciéndome dar un respingo y detener mi amonestación interna.

Una rubia con un traje de animadora me sonríe. Está a un metro de distancia y luce demasiado emocionada. Me pregunto si es un sentimiento verdadero, o simplemente lo hace porque es animadora y ese es su trabajo.

—Hola —respondo en un murmullo.

—¿Tú eres Nia? —cuestiona, acercándose más a mí.

Su actitud demasiado positiva me genera un poco de desconfianza. No puede haber en este mundo alguien tan feliz. Y mucho menos a las siete de la mañana.

—Eh... sí, soy yo —musito. Mi tono de voz hace parecer como si dudara de quién soy.

—Mucho gusto. Mi nombre es Maia Anderson. Soy la presidenta estudiantil y el director me informó de tu llegada. —Se presenta, estirando su mano hacia mí y sonriéndome ampliamente.

Bien, no es una loca que planea atraerme con su buena vibra para luego secuestrarme y vender mis órganos. «Dios santo, Nia, deja de ver tantas series», me reprimo.

—Mucho gusto, Maia —tomo su mano y le doy un suave apretón.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? ¿Necesitas ir a algún lado? —inquiere, haciéndose a mi lado para acompañarme.

—Eh... no, gracias. Sé a dónde ir.

Su sonrisa parece tambalear al descubrir que no ocupo de sus servicios, sin embargo se recupera pronto.

No me gustasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant