Capítulo 13. Patos al agua.

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Dios, qué semana más agotadora he tenido.

Los exámenes finales están prácticamente a la vuelta de la esquina. Los profesores han comenzado a dejar pequeños trabajos para acumular unos cuantos puntos. Las lecciones cada vez se vuelven más pesadas. ¿Por qué los fines de semestre deben ser tan estresantes? Joder. Siento que en cualquier momento voy a volverme loca.

Las cosas con el periódico también han sido agotadoras. Debido a los exámenes, debemos esforzarnos el doble para terminar las ediciones. Estamos demasiado cortos de tiempo para estudiar y editar. Josh casi se me muere de un ataque al corazón debido al estrés. Bueno, la verdad es que estoy exagerando. Pero es que ese chico es demasiado dramático. Aparte de tranquilizarlo a él, también debo tranquilizar a Maia. La chica estudia, practica y dirige el cuerpo estudiantil. De ella sí puedo creer que se estrese con la mínima cosa. Tiene más responsabilidades que yo y no sé cómo rayos lo ha manejado sin tener un paro cardiaco. Yo habría enloquecido. ¡Por Dios! Ya estoy enloqueciendo.

—Nia, concéntrate —me riñe Jacob.

—Lo siento... estaba...

—Distrayéndote —interrumpe.

—No. Estaba pensando en lo miserable que se convierte mi vida cada fin de semestre —escupo con rapidez. ¿Cómo es que no me trabé?

—Todos nos volvemos miserables cada fin de semestre —replica—. Ahora concéntrate y terminemos estos ejercicios.

Ruedo los ojos y obedezco.

Es viernes por la tarde. La próxima semana tenemos nuestro primer examen. Hemos decidido estudiar juntos todas las materias, pues estamos en el mismo año, y además las llevamos todas juntas. Maia se encuentra en el otro extremos del comedor, estudiando sus materias y preguntando de vez en cuando alguna cosa. Yo la verdad recuerdo muy poco del año anterior. La mayoría de sus dudas las responde su hermano, algunas otras Google, y un par las respondo yo.

No tengo la menor idea de en qué momento cae la noche. Cuando reviso mi teléfono, veo que están a punto de dar las diez. Dios, ¿en qué momento pasó el tiempo? Ni siquiera avanzamos en temas.

—Nia, deja de ver ese teléfono —riñe Jacob.

—Lo siento. Es solo que ya casi son las diez —informo.

Él abre un poco más sus ojos.

—¿Las diez?

Asiento.

—No cenamos —lamenta Maia.

Su hermano y yo volteamos a verla.

—Y tampoco logramos avanzar con más temas —se queja Jacob—. ¿Tienes hambre, Nia?

Antes de que pueda decir algo, siento que mi estómago ruje. Ni siquiera me había percatado de que tengo hambre. Estaba tan concentrada en los temas, que se me pasó por alto la cena.

—Un poco —respondo.

—Yo también —musita Maia.

— ¿Qué dicen si hacemos una pausa y comemos? —pregunta Jacob con una sonrisa.

—Sí —respondemos la menor y yo al unísono.

Los tres nos levantamos de la mesa del comedor y vamos a la cocina. Jacob comienza a sacar sartenes y comida. Maia y yo nos sentamos en los taburetes de la isla y lo vemos trabajar. Prepara omelets y tocino. También tostadas con mermelada.

—Esto es más un desayuno que cena —observa Maia.

—Cállate y come. Mejor esto que nada —replica él.

No me gustasWhere stories live. Discover now