Capítulo 36. Quiero que sea feliz.

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Han pasado dos horas desde que llegué al hospital. Los doctores ya le permitieron a la familia poder pasar a ver a su madre. Maia también pasó a saludar, y ahora solo estamos esperando en el pasillo, sentados en el suelo.

—¿Quieres que vaya a buscarte un café o algo? —le pregunto a Maia.

Ella sonríe y niega.

—Estoy bien, gracias.

—¿Y tú, Jacob?

Él levanta la vista de su teléfono y responde —: Una galleta, por favor.

Asiento, me levanto del suelo y comienzo a caminar hacia el elevador. Presiono el botón del primer piso donde se encuentra la cafetería, y mientras bajo, me pregunto dónde estará Darian. Él y sus amigos se quedaron en la sala de espera, ¿seguirán ahí?

Salgo del elevador y camino hacia la cafetería. En la entrada veo una máquina dispensadora y me acerco a ella. Saco dinero de mi pantalón y lo introduzco en la máquina para sacar una galleta y un chocolate. Sonrío como una niña cuando tengo lo que necesito y camino de vuelta con los chicos. Al doblar la esquina hacia el pasillo que me llevará al elevador, me encuentro con Darian. Paro en seco y elevo la mirada para ver sus ojos. Él me devuelve la mirada completamente vacía. No dice nada, solo se hace a un lado para continuar su camino y yo giro sobre mis talones para verlo.

—¿Ya te vas? —pregunto, él se detiene y se gira, alza una ceja y yo me arrepiento de inmediato.

¿Qué sucede, cerebro? ¿Tenías que ordenar hablarle? ¿Qué está mal contigo? ¿No se supone que eres el racional aquí?

—¿Por qué te importa? —devuelve él, tajante.

Frunzo el ceño.

—Oye, no me hables así. Yo solo quería saber...

Darian se acerca rápidamente a mí, dando pasos largos. El temor me invade al ver su expresión de molestia, sin embargo, no me aparto.

—No somos amigos, Nia, entiéndelo —declara, en tono arisco.

Sus ojos azules me miran con intensidad, transmitiéndome su molestia, y quiero golpearlo por comportarse como un imbécil.

—Había olvidado lo odioso que eres —murmuro, viéndolo desafiante.

—Y yo había olvidado lo fastidiosa que eres —devuelve, sin apartar la mirada.

Nos quedamos unos segundos viéndonos; desafiándonos el uno al otro. Es hasta que parpadeo que me doy cuenta de las cosas, estamos más cerca de lo que deberíamos. Doy un paso hacia atrás, sin dejar de ver sus ojos; esos profundos orbes azules que ahora se encuentran fríos. Justo como eran cuando recién nos conocimos. Niego con la cabeza divertida y le doy un rápido vistazo. Luce como el Darian de antes y casi se siente como un déjà vu.

—Ahora recuerdo porque no me gustas.

Noto cómo aprieta la mandíbula e interiormente río. También recuerdo la fácil que era hacerlo enojar.

—Bien por ti —masculla, y se da la vuelta para irse.

Mi sonrisa se borra. ¿Qué demonios sucedió? Me giro para retomar mi camino hacia el elevador, sintiéndome un poco confusa por el encuentro entre Darian y yo. Dios mío, ¿qué fue eso?

Llego al tercer piso, le entrego a Jacob su galleta y me siento en el suelo junto a él. Maia se encuentra al otro lado, junto a Cameron. En serio se ven muy bien juntos. Sonrío, llenándome de nostalgia. ¿Nos veíamos así Darian y yo? ¿O ni siquiera hacíamos una buena pareja? Si era así, quizás esa es otra señal de que no pertenecemos juntos.

No me gustasWhere stories live. Discover now