1. Memoriae

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Harry' POV:

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Harry' POV:

Me sentía incómodo. Mi cuerpo no dolía, pero estaba tieso, tenso y muy cansado. Me costó hasta abrir los ojos y tomar una corta respiración por la nariz, ya que la luz blanca me cegó y los pulmones me dolieron al inhalar.

Tragué saliva sintiendo mi garganta arder. Parecía el primer trago rasposo y arrastrado de la mañana. Apreté mis párpados tratando de ver mejor, pero eso no sirvió. Levanté mi mano derecha lentamente, pesándome más que antes y froté mi puño contra mi párpado.

Sentí algo diferente en mi mano, frío y duro. Lo observé con la visión borrosa: tenía un oxímetro colgando de mi dedo índice. Fruncí mi ceño viendo el resto de mi mano: en mi dorso se perdía una vía intravenosa que colgaba hasta un suero en lo alto de mi cabeza.

—¿Qué carajo...? —Un murmuro se me escapó.

Intenté sentarme y logré hacerlo muy lentamente y con ayuda de mis puños. Pasé mi mano izquierda por mi rostro y sentí lo rasposo que estaba, tenía barba sin afeitar. Poco a poco mi visión se fue aclarando y fui consciente de dónde me encontraba.

Un cuarto de clínica.

Recocí el logotipo de la clínica a la que siempre venía a chequearme por salud. Mi cabeza hizo un examen de la habitación: estaba en una camilla, con una mesa llena de bolsas a mi lado, un televisor colgado en la pared adelante, dos largos sillones en la esquina y con mantas y más bolsos encima, estimando que alguien había estado aquí.

Regresé mi atención a mi cuerpo. Estaba cubierto con una bata de hospital y fui consiente de que no traía ropa interior. En cambio, me atrevería a decir que usaba un incómodo pañal.

Mis brazos y piernas tenían unas manchas algo amarillas que se perdían con el tono de mi piel. Y mi muñeca derecha era cubierta por una venda que me apretaba.

No podía dejar de preguntarme qué carajo había pasado y por qué estaba aquí. Pensé y pensé sumergido en el silencio de mi habitación hasta que mi cabeza dolió. Suspiré bajando la mirada a mi regazo. Me sentía muy confundido.

De pronto, así como todo se fue, todo regresó a mi mente en un solo viaje. Di un saltito en mi lugar respirando agitadamente. Trixie. El accidente en el carro. Habíamos chocado.

—Trix... —Busqué desesperado un celular cerca de la camilla o alguna manera de ponerme de pie.

Logré sentarme al borde de la camilla. Volví a examinar la habitación y las mesas con la esperanza de que haya un teléfono fijo o algo para llamar a algún doctor y preguntarle mi situación y la de mi chica.

Grité "bingo" en mi cabeza cuando identifiqué un control de la camilla colgando a un lado de la cama. Lo tomé y presioné el botón de levantar la cabecera y, cuando estaba apunto de llamar por asistencia médica, la puerta del cuarto se abrió y mi mánager, Jeffrey, ingresó con una bolsa blanca en su mano y mirando su celular en la otra.

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