19. Una Buena Chica

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Odiaba ser despertada a gritos.

—¡No voy a volver, Jeff, déjame en paz! —Ese era Harry gritando desde su habitación.

Gruñí cubriendo mi rostro con mi almohada. Eran apenas las ocho de la mañana y hace un minuto la discusión entre Styles y su mánager había empezado. Increíble manera de comenzar el día.

—¡Que hablen lo que les de la gana! ¡No me importa!

Ayer por la tarde ignoramos el tema. Al principio las cosas se mantuvieron incómodas entre nosotros, pero después de ver una película en silencio y solo riéndonos, al final terminamos comentando sobre la trama y la actuación de los actores. Involuntariamente, ninguno de los dos retomó el tema de las fotos y seguimos nuestro día como si nada hubiese pasado.

—¡Oh, disculpa por arruinar la reputación de medio mundo! ¡No puedes obligarme! —continuó gritando.

Bufé dándome por vencida de que podría reconciliar el sueño. Tiré la almohada a un lado y me senté con un impulso. Miré a mis lados frotando mis párpados y arreglando mi cabello con la otra mano. Un bostezo se me escapó a la vez que oía la puerta de su habitación abrirse y sus pasos pesados resonar por el pasadizo.

—¡No entiendo cómo puedes ser mi mánager! ¡Se supone que eres mi amigo ante todo! —se quejó, su voz se alejaba cada vez más junto a las pisadas rápidas por las escaleras— ¡Dile a quien jodidos quieras! ¡Cuando regrese a San Francisco buscaré un abogado y me voy a deshacer de ti!

Mis ojos se abrieron en grande. ¿Él acababa de despedir a Jeff? ¿Acaso un artista puede despedir a su mánager?

—¡¿Tú de verdad me vas a lanzar a la boca del lobo solo por unos miles de dólares más?! —siguió, exaltado— ¡Di que no conoces a Trixie y ya! ¡No la metas en esto! ¡Sabes que no debes decir su nombre! ¡Tú solo quieres causar polémica para venderme en noticias como un puto producto!

Mi corazoncito se encogió de la ternura. Harry le había pedido no mencionarme, justo como yo se lo dije ayer. Me había concedido el gusto.

—No quiero volver a saber de ti hasta que regrese a California —lo escuché hablar entre dientes—. Déjame estar tranquilo cuatro días más. Te recordaba menos amargado.

Creo que se había calmado, ya que no lo oía gritar más. Sabiendo que estaba en el primer piso y que no me lo encontraría, me puse de pie y salí de mi habitación en dirección al baño. Opté por bañarme de una vez por todas para quitarme rastro de sueño. Minutos más tarde y de haber hecho toda una gira mundial y una entrevista al lado de Lady Gaga, estaba lista para salir del agua.

Fue entonces cuando me di cuenta del absurdo detalle que me faltó traer a causa de mi prisa por salir del cuarto: mi toalla. Revisé sin éxito los cajones buscando alguna otra de reemplazo. No había manera de que llamase a Harry a pedirle una toalla porque conociendo su humor, primero se reiría de mí y luego intentaría verme desnuda antes de traerme la toalla.

—Piensa, Trixie, los planes son lo tuyo —murmuré.

Oh, ¿así como el plan de hace casi tres semanas sobre entrar al hotel donde estaba Harry? ¿Cómo salió eso, eh?, me burlé de mí misma.

Vacilé la idea de colocarme la pijama de hace un rato pero me dio demasiado asco y me estremecí ante la idea. La había usado una semana entera y ya la iba a lavar esta noche, así que fue un rotundo no.

—Correr y huir es, Trixie —suspiré tomando la manija de la puerta del baño—. A la de Dios.

Abrí la puerta lentamente y saqué mi cabeza examinando el pasadizo. No había nadie, no se escuchaban pisadas ni movimientos que indiquen la presencia de Harry aproximándose.

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