8. Sandía alta en azúcar

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Estaba pasando el momento de mi vida

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Estaba pasando el momento de mi vida.

Jamás creí decir esto, pero me había embriagado con Harry Styles. Además de ser mi cantante favorito y mi sueño imposible, aquí estaba yo ahora: con él a media playa, en ropa de baño, una botella de tequila terminada entre los dos tirada a los pies de nuestras toallas sucias, revueltas entre la arena y su vieja tabla de surf a unos metros. Mi cabeza procesaba solo la mitad de lo que mi boca soltaba para este entonces.

She's a good girl! —gritaba en vez de cantar, sosteniendo mi teléfono a la altura de mis labios simulando que era un micrófono.

Oh, babe, you feel so good! (¡Oh, bebé, te sientes tan bien!) —Harry me respondía inclinado sobre su pecho apunto de caerse de lado en su toalla.

—Yeah, babe you feel so good! (Sí, bebé, te sientes tan bien!) —le respondí señalándolo.

Harry borracho era la escena más sexy que había visto en mi vida. La mirada ida y cansada, sus labios siempre embozando una sonrisa temblorosa y diciendo cualquier bobería que se le cruzaba por la mente. Completamente atrevido y divertido sin pensar antes en sus palabras.

Él, a mi lado, sentado al estilo indio con solo unos shorts blancos, una sudadera sin mangas, y una sandía cortada a la mitad devorada por su estómago mañanero, balanceaba su cabeza de un lado al otro mientras escuchábamos por quinta vez Carolina. Eso y una botella entera de alcohol habían bastado para que Styles se aprendiera de memoria su letra y los cambios de tono que yo le metía al cantar para que se acostumbrara a su propia versión en vivo.

Ah, she's a good girl...! —arrastró finalizando la canción y alzando su rostro hacia el cielo, sacando la lengua seguido de una carcajada.

No pude aguantarme la risa de igual manera. Todo me daba vueltas y gracia. Tenía hambre y sed, pero sabía que si comía algo vomitaría, así que solo esperaría a que el alcohol se vaya lentamente de mi organismo a través de acciones involuntarias y estúpidas.

—¿Crees que hayamos despertado a Don Cangrejo? —murmuró, mirando el mar.

Mis labios se separaron ligeramente ante la confusión.

—¿Quién es don cangrejo?

—Bob esponja. El tacaño de mierda que tenía de hija a una ballena.

Exploté en carcajadas.

—Oh, entiendo, entiendo... sí, seguramente. Haces mucha bulla.

—Hago bulla en muchas partes.

Volví a reírme. Esta vez mis mejillas ardieron.

—Ay, Harry...

—Ay, Trixie... —me imitó con un suspiro bajando su mirada a su sandía vacía sobre su regazo— ¿Puedes traerme más sandía?

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