—No, toqué la puerta.

—¿Tocaste la puerta? —Él solo se metía en mi habitación sin preguntar, no era propio de Sam tocar la puerta para verme. Supuse que después de nuestra pelea él ya no sentía esa confianza conmigo como para entrar en casa como de costumbre.

—Ya no me siento cómodo entrando por tu ventana.

Nunca me gustó que se metiera por la ventana sin mi permiso, pues en algún momento podía llegar a pasar que él me viese salir de la ducha sin toalla o que apareciera en el momento justo en que estaba bañándome, pero la forma en la que dijo que ya no se sentía cómodo, dolió un poco. Las cosas seguían tensas entre nosotros, pero a pesar de todo, era bueno oír su voz después de una semana sin hablar.

—Ah.

—Estoy en la ciudad. Vine a verte. ¿Dónde estás? —preguntó, algo extrañado—. Hay mucho ruido.

¿Hablar? ¿No pudo esperar a que llegara a mi casa para eso?

—Estoy en un casamiento. Nos hemos colado con Jason. Sam, no tenías que haber venido. Se suponía que hoy sería un día tranquilo, no quiero pensar en ningún asunto que me genere estrés. Pudiste esperar a que volviera a Hasser.

—Tengo que hablar contigo, no quería esperar a que volvieras. Estoy volviéndome completamente loco.

Yo también estaba como él, pero, repito, hoy se suponía que debía ser un día tranquilo, y él decidía aparecer justo en este momento, después de una semana sin habernos visto ni cruzado una sola palabra. Miré a Jason, quien seguía bailando. Las personas lo aplaudían, alentándolo, aunque en realidad bailaba cada vez peor.

—Dame la dirección de esa boda.

—Tú no puedes simplemente venir e interrumpir mi día tranquilo, Sam.

—Hablamos y me voy.

Suspiré. De todas formas, iba a aceptar.

Le envié la dirección de la boda. Sam no tardó mucho en enviarme un mensaje diciéndome que estaba afuera, esperándome. Le hice una seña a Jason de que saldría un momento, y caminé hasta la salida, pasando por los guardias de seguridad. Crucé el largo camino, alejándome de la vista de todos y acercándome a la silueta que le pertenecía a ese chico que me causaba mariposas en el estómago.

Cuando di mis últimos pasos para llegar a él, me di cuenta que esto había sido una mala idea, pues era muy difícil poder sostenerle la mirada a Sam, quien me observaba con esa frialdad y decepción en los ojos.

—Ha sido mala idea venir a verte. Creí que sería fácil volver a tenerte cerca —confesó de manera inesperada, después de unos largos segundos sin hablar.

Sus ojos me recorrieron entera y se detuvieron en mi vientre, seguramente preguntándose cómo iba ese tema, pues literalmente pasé una semana sin poder hablar con nadie al respecto y eso me volvió loca hasta que se lo pude decir a Jason. Me di cuenta, también, de lo difícil que debía ser para Sam saber que yo estaba esperando un hijo de su hermano. Eso debía de dolerle mucho, probablemente lo destrozó la noticia cuando el doctor le dio los resultados de los análisis, pero aun así él me abrazó y se encargó de consolarme, hasta de llevarme a comer. ¿Qué habrá sido lo que él pensó en el momento en que lo supo? Tal vez quiso gritarme, desquitarse conmigo, o desquitarse con cualquier otra persona, pero se mantuvo conmigo, entendió la situación y me tomó de la mano durante ese día tan impactante para mí.

Cada día me daba cuenta de que estos últimos meses, él tomó un lugar en mi vida que no muchas personas llegaban a tener y que jamás pensé que él tendría. Nuestro beso de la semana pasada me hizo comprender muchas cosas, y una de ellas es que sí sentía algo por Sam, pero me repetía que Chase estaba allí, todavía presente en mi corazón y todo se volvía un bucle, una maraña de sentimientos mezclados por dos chicos. Me asustaba mucho esto que sentía por Sam, puesto me daba miedo llegar a amarlo, y me daba aún más miedo pensar que, tal vez, yo ya lo amaba, pero no lo quería aceptar. Si eso pasaba, no sabría cómo desenredar esa maraña de sentimientos.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora