54 | Madison

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Meto la ropa que voy a necesitar para el viaje en la maleta e intento cerrarla, pero la cremallera se queda atascada. Mat pasa por el pasillo pero le llamo antes de que baje las escaleras.

—¿Me ayudas?

Asiente y se acerca a la cama. Me subo a la maleta y le indico que cierre la cremallera. Una vez cerrada doy un salto y mis pies vuelven a tocar el suelo.

—Gracias.

—Date prisa, sabes que mamá te arrastrara al coche estés como estés.

Entro en el baño y cojo un neceser. En él meto las cosas necesarias para asearme y mi maquillaje. Bajo las escaleras haciendo malabarismos con las maletas de un lado a otro.

Dylan sale de su habitación y pasa por mi lado sin hacer ningún caso a mis suplicas para que me ayude a bajar la maleta. Suspira y sube de nuevo las escaleras. Agarra una de las maletas dejando mi brazo libre. Bajamos juntos y la deja sobre el suelo del pasillo. Me fijo en que solo lleva una mochila colgada del hombro.

—¿Estáis listos? —dice Will saliendo de la cocina.

—¿Por qué me obligas a ir? —Dylan se pone junto a él y le susurra algo que no consigo escuchar.

—Dylan ya lo hemos hablado tan solo son unos días. —Pone su mano sobre el hombro de su hijo—. Podrás aguantar, ¿vale?

Dylan asiente, saca de su bolsillo unos auriculares y se los pone. Él no quería ir a este viaje pero su padre no aceptó un no por respuesta. Abre la puerta y es el primero en salir. Will coge mi maleta y sale detrás de su hijo.

Les pedí mil veces que me dejaran ir en mi coche pero se negaron. «Iremos todos juntos», dijeron.

Subo al coche y observo que Dylan está sentado a mi lado. Creía que había convencido a Mat de que se pusiera en el medio. Le miro y le amenazo con la mirada. Dylan tiene los ojos cerrados mientras mueve la cabeza al ritmo de la música.

Dejo de mirarlo y me centro en mi madre. Está muy emocionada con este viaje. Ella creció en Washington D.C donde yo pasé cinco años de mi vida hasta que mi padre decidió que nos mudáramos a Seattle.

Llegamos al aeropuerto antes de lo que yo esperaba, bajamos todos del coche y cogemos nuestras maletas. Mi madre mira el reloj y suelta un grito. Empieza a correr y todos vamos tras ella. Pasamos el control y facturamos el equipaje, por suerte llegamos a tiempo a la terminal. Una de las empleadas nos sella los pasajes y cruzamos el largo pasillo hasta llegar al avión.

Dejo que primero suba Mat y este aprovecha para coger el asiento que está al lado de la ventanilla. Dylan sube al avión y mira los asientos que quedan libres. Intenta sentarse en un asiento que no es suyo pero Will le da un toque de atención y me señala. Necesito mucha paciencia para soportar las cuatro horas de vuelo que nos quedan por delante.

* * *

—Ya hemos llegado —dice mi madre desperezándose.

Abro los ojos y miro a mi alrededor. Mi cabeza está apoyada en el hombro de Dylan y él no parece estar molesto por ello. Me levanto rápidamente y miro a Mat. Él también se ha quedado dormido.

—¿Te he molestado?

Él niega con la cabeza y se quita el cinturón, se levanta y camina junto a Will hacia la puerta de salida. Zarandeo el brazo de Mat y tras un largo intento consigo despertarle. Abre poco a poco los ojos y me fulmina con la mirada.

—Tenemos que irnos, vamos.

Mat gruñe pero me acompaña a la salida. Cuando bajamos del avión respiro hondo, acomodo mi bolso sobre mi hombro y camino tras ellos. Pasamos al interior del aeropuerto y vamos directos a la cinta que lleva nuestras maletas. Cada uno cogemos la nuestra y caminamos por un largo pasillo hasta la entrada.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora