La Despedida

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- ¿que nó? ¿es tan importante ese hombre? - cuestiona...

- Franco... Tu eres importante y concidero mucho el que sugieras dejar ese tema de lado pero no bajo tus condiciones, esto no es por él, es por que no puedo aceptar que pretendas alejarme así de mi familia, me parece que no te gustó esto y quieres usar lo que supones que paso para alejarnos de todo esto, pero te diré algo, así me fuera al otro lado del mundo, jamás dejaría de lado a mi familia, a mis niños, tu mejor que nadie sabe lo importante que es para mi el albergue y horfanato, mi propia familia, todo lo que hago, mi trabajo es por ellos, me has visto trabajar sin parar para seguir con mis proyectos de ayuda para estos lugares y de la nada quieres detenerme...

- y que pretendes que haga entonces, ¿permitir que estés de ida y venida mientras yo me quedo trabajando allá y tu aquí teniendo encuentros furtivos con él? Lo siento Rebekah, no puedo permitirlo...

- ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? Crees que tienes el derecho de permitirme o no algo...

- sabes que no me refiero a eso, hable específicamente...

- No, no... olvidalo, yo decido sobre mi misma y esto no está bien... Lamento que hayas tenido que darte solo que tengo un pasado que no e podido soltar, pero no haré lo que tu quieras... Soy una mujer independiente y...

- ¿mujer independiente? Eres una niña que no terminara nunca de madurar... Te quiero conmigo, pero yo no suplico. - dice, tomando la maleta del piso, pretende irse, de cualquier forma estaba listo para irse, con o sin mi.

- Franco... - suelto, se detiene y voltea a verme, camino hasta el y aún que me siento fatal de romper en estas condiciones, también siento alivio, quito el anillo de mi mano y tomó la suya, deposito el anillo en ella y este me observa a los ojos sin decir nada, da media vuelta y se va, tomo mi bolso, mi teléfono, una chaqueta, bajo las escaleras corriendo y me encuentro con todos listos para irse a la clínica.

- mamá...

- cariño que paso, tu novio salio un poco mal, iba con su maleta y. - dice acercándose.

- te cuento cuando regrese, podrías prestarme tu coche. - pido, busca en su bolso, desde atrás mi padre sonríe y me guiña un ojo.

- conduce con cuidado. - me recomiendan los dos al unísono.

- si tenemos suerte, estaré aquí por la noche. - beso las mejillas de mi madre y me voy a toda marcha, si todavía no es tarde tal vez aun puedo arreglar las cosas, enciendo la radio y conecto mi teléfono y dejo una canción en repetición, una que solía escuchar cuando lo extrañaba.

Hay algo más, inexplicable como su mirada, inigualable como la manera en que me cela y trata de disimular que no está mal...

Dos horas se me hicieron eternas hasta que por fin estacione en su casa, deje el coche mal aparcado pero es lo de menos, toco el timbre un par de veces y después de un minuto, abre la puerta Katherin, tiene un pañoleta en la cabeza y los labios sin color, pero aún así se ve bien arreglada y mantenida, de cuidarse mucho.

- hola...

- esta...

- No, llego anoche dejo dormido a Matti, se fue y no a regresado, pasa.- dice haciéndome espacio en la puerta.

- ¿suele hacer esto? - preguntó plantada en mi lugar.

- No, no lo que estas pensando, Alex es un tío hogareño, pero ayer... Parecía acabado, lo más seguro es que haya pasado la noche en su departamento. - dice y el alma me regresa al cuerpo, doy un paso para irme, pero me detengo al darme cuenta de lo que hablamos la última vez que nos vimos.

- tu ¿cómo estas? - preguntó.

- pues, espléndida. - sonríe.- anda ve por él. - dice, su semblante cambia a uno más feliz, me subo al auto y la veo  sonreír desde su puerta mientras avanzó, ¿por que sigue sintiendose mal lo que quiero hacer?

- voy a cuidarte, por las noches, voy a Amarte sin reproches, te voy a extrañar en la tempestad y aunque existan mil motivos para renunciar, no hay nadie más.- canto conduciendo, llegó a la entrada del edificio y el portero me saluda sorprendido, hace mucho que no llegaba aquí.

- no se preocupe yo vigilo su coche. - dice sonriendome un poco extraño, parece más preocupado que feliz. 

- Gracias.- subo por el ascensor, mientra suena esa musiquita pegajosa, murmuró mi canción en mi cabeza para que no se me pegue, las puertas se abren y bajo en el piso de Alex... La puerta está entre abierta y se oye música juvenil a todo volumen, juvenil incluso para mi.

Ya se que debería llamar a la puerta, pero me vence la curiosidad por que en el fondo ya imagino lo que esta pasando, empujó la puerta despacio y se escuchan risitas. No suyas, es de una mujer, empujó un poco mas pero a simple vista no hay nadie, doy algunos pasos hacia dentro hasta que tengo una vista clara de la sala, pude sentir como mis pupilas se dilataban, no estaba preparada para ver algo así, jamás lo voy a estar, siento como se me revuelven las tripas, el olor a sexo me golpea en la cara.

Hay botellas de cerveza por todas partes y una tía de unos veinte años, casi desnuda puesta en cuatro apoyando los codos en el espaldar del sofá mientras Alex le folla duro, su vista recae en mi y no se mueve, pero tampoco deja de follarsela, siento el vomito verbal que quiero soltarle pero en su lugar... es vómito de verdad.

- ¡¡¡Quién es ella!!! - chilla la chica empujando le a un lado e intentandose cubrir con un almohadón, Alex se sube el pantalón... atontado.

- ¿Beck?

Supongo que para todo hay un final...
Se me rompe el corazón, yo rompo a llorar, me quito el suéter me limpio las lagrimas y luego la boca, da un par de pasos aún incrédulo de mi presencia.

- ¡Alex! - chilla la chica, el mira de ella hacia mí.

- Adiós. - susurro y salgo de allí corriendo.

Sr. ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora