Asistimos a un concierto de muerte

388 32 258
                                    

POV Reyna

Las quejas e insultos no se hicieron esperar en el momento en que Jason Grace comenzó a tocar cada una de las puertas de las habitaciones informándonos de que ya habíamos llegado. Una muy buena noticia, pero siendo el aviso de madrugada cuando deberíamos estar descansando, ni siquiera yo estaba conforme con nuestra suerte.

-Engendro gótico - llamé, porque a pesar de todas las voces, seguía durmiendo. - Levántate.

-Soy la capitana - me recordó como si no lo supiese. - Ordeno seguir durmiendo.

Lo peor es que parecía decirlo en serio. Volvió a acomodarse en mi cuerpo para soltar un suspiro corto en queja, del que ya había aprendido que era la señal de Thalia para estar apunto de volver a ceder al sueño. Tiene una facilidad enorme para dormir.

Me fastidiaba soberanamente que estuviese replanteándome seguir acostada unos minutos más. Todo es culpa de Thalia, escuchaba su respiración pausada cerca de mi oído trasmitiéndome a mí misma esa calma y necesidad de no levantarme de la cama, como si fuese una epidemia de pereza y me lo estuviese contagiando.

Aurum y Argentum, mis perros que a cualquier movimiento o susurro mío ya estaban levantados y en posición, ahora también dormían a nuestros pies moviendo de vez en cuando el hocico. En pocos meses Thalia nos había cambiado a todos, sobretodo a mis canes, ahora más glotones y gandules.

Me negué totalmente a sucumbir a la pereza, en pocos segundos Thalia estuvo tirada en el suelo mientras maldecía a todo mi árbol genealógico. Parecía una larva, envuelta en mantas tratando de liberarse de tal agobio, no sin parar de mirarme con rabia por no haber sucumbido a sus deseos de seguir durmiendo.

-Perra mala - me insultó sentada con las piernas cruzadas en el suelo.

-Vístete antes de que Piper y Silena fuercen la puerta - advertí lanzándole su ropa.

No habría sido la primera vez, sobretodo porque a Silena parecía encantarle curiosear en las habitaciones ajenas como motivo de su existencia. Si no nos hiciesen falta ambas para luchar, hace bastante tiempo que las habría lanzado por la borda, consecuencias de meterse donde no les importa. Desgraciadamente lo único que podía hacer era dejar a mis perros en guardia para que las echasen, por fortuna al menos Beauregard les tenía miedo.

-¿Eres consciente de que puedo electrocutarte y seguir durmiendo? - preguntó con fastidio mientras se vestía con la misma velocidad que una tortuga.

Tras un pequeño accidente antes de ayer con Leo, habíamos descubierto todos que pese a las dudas, mi novia seguía teniendo los poderes que le había otorgado Zeus. Aunque no los usaba demasiado, ni para practicar como Leo, seguía prefiriendo solo usarlos en momentos clave por si "se le acababan". Eso sí, la reciente noticia provocó que Zöe y Clarisse comenzasen a gritarle al cielo como dos estúpidas reclamando si no había nadie mejor para tener poderes. Pues no, no lo había.

-Sí - respondí pasando mi mano por su cara apartándole algunos mechones. - Pero es de mí de quien hablamos - susurré juntando mi cara a la suya a pocos milímetros de distancia - ¿Lo harás?

-Maldita sea, no - farfulló con fastidio - ¿Vas a besarme o...?

Ya no era un secreto que Thalia para expresar su cariño se la pasase fastidiando y lanzándoles un pequeño chispazo a quien se pusiese enfrente suya, solo por diversión. A todos, exceptuando a mí como siempre, podía sacarla de sus casillas todas las veces que pudiera y seguiría sin recibir siquiera el amago.

Como predije Piper no tardó en comenzar a tocar la puerta, solo porque no pudo abrirla a empujones como una desquiciada. Me esperaba que estuviese desganada como todo el mundo, pero ilógicamente no paraba de empujarnos por el pasillo hasta el comedor con tanta prisa como Travis Stoll cuando le comunican que su turno ya ha terminado.

Lost at sea: CollapseWhere stories live. Discover now