Argumentos sólidos

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—Pelea... pelea —susurró Eren mirándose al espejo, haciendo que en aquél sórdido lugar Soho pudiese escucharlo.

La joven frunció el ceño mirando hacia techo, para enseguida enderezarse, preguntándose ¿qué tramaba ese idiota?. Pero no tuvo tiempo de cuestionarlo, ya que al mirar hacia su celda notó que Hange se encontraba ahí.

Estaba tan perdida en sí misma que ni siquiera la había escuchado bajar. Alzó una de sus cejas con curiosidad y se sentó en la cama, inclinándose un poco para escuchar bien la conversación.

—¿Qué haces? ¿Estabas hablando con el espejo? —cuestionó la Comandante—. Le dijiste: "Pelea, pelea", dijiste "pelea, pelea" ¿Verdad? "Pelea, pelea" —continuó, repitiendo aquello—. ¿Contra qué? "Pelea, pelea" ¿Lo dijiste dos veces porque hay dos saltos?

Eren permaneció en silencio mirándose al espejo. Soho chistó, Hange estaba perdiendo su tiempo, pero prefirió no decir nada. En esa situación cualquier palabra podría ser usada en su contra.

—Di algo para que lo entienda. La gente no suele hablar consigo misma —continuó Hange presionando—. Yo nunca hablé con mi reflejo en el espejo —sólo las personas como nosotros lo hacemos para ver en lo que nos convertimos, pensó Soho—. Ese peinado te queda bien —parecía que la Comandante estaba decidida en sacar algo de Eren—. Es desarreglado, pero se ve que trabajaste en...

—¡¿A qué viniste?! —bramó Eren, harto de la perorata de Hange.

—¿A qué? Vine a hablar contigo —soltó con obviedad—. Cuando nos conocimos hablamos sobre titanes toda la noche. Bueno, yo hablé y tú me escuchaste. Estaba convencida de que no sacrificarías a Historia.

Historia tomó su propia decisión, pensó Soho.

—Creía que estábamos igual de impacientes, pero no entiendo porqué actuaste en solitario... bueno, no del todo —dijo girándose para ver a Soho, quien frunció los labios desviando la mirada—. Pusieron en peligro a la isla —continuó mirándola con decepción, para enseguida volver con Eren—. ¿Ya no te importa Historia?

—Devoré al Titán Martillo de Guerra. Su poder es manipular el endurecimiento desde la tierra y crear todo tipo de armas, por ejemplo —musitó frente al espejo para enseguida mirar a Hange—. Es decir, es inútil que me encierren en lo más profundo de la tierra. Puedo salir cuando quiera y como tengo al Fundador. No pueden matarme y tampoco pueden matar a Zeke, aunque amenacen con hacerlo —dijo acercándose a los barrotes y lanzándole una mirada a Soho, quien lo miró molesta—. En resumen, ¿qué puedes hacer tú, Hange? —finalizó, sacando la mano y tomando a la Comandante de la camisa con fuerza.

—¡Eren! —espetó Soho, tomando los barrotes con fuerza y mirándolo sorprendida.

—¡Dímelo, Hange! ¡Dime si hay otra solución! —gritó Eren, provocando que casi se convirtiese en Titán, soltando pequeños destellos de luz amarilla por todo el cuerpo.

—¡Eren! —gritó Soho de nuevo. Eren soltó a Hange y miró a la castaña, quien negó lentamente con el rostro crispado de incredulidad y terror.

—¡Pervertido! ¿Sigues en tu fase de rebelde? ¡Jovenzuelo descarado! —se quejó Hange, acomodándose la ropa y saliendo del lugar rápidamente. No quiso ni mirar a Soho, estaba molesta y avergonzada. Después de eso, casi sintió lástima por su amiga.

—¿Qué fue lo que hiciste? —susurró Soho mientras Eren se llevaba las manos al pelo en una señal clara de desesperación.

—No hay otra salida, Soho, no la hay —dijo con dolor mientras la joven negaba, pero no tuvo tiempo de responderle, ya que alguien entraba.

𝑩𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝑾𝒊𝒏𝒈𝒔 • SNKWhere stories live. Discover now