La bala del asesino

411 30 16
                                    

—No lo creo —negó Mikasa girando el rostro y buscando por dónde provenían los gritos.

Soho, por su parte, se preguntó ¿en dónde mierda estaba Reiner? Y su pregunta fue respondida en cuanto una luz detrás del Titán de Ataque los iluminó, haciéndolo girarse antes de devorar al Mandíbula.

Ahí estaba Reiner. Ahí estaba el Titán Acorazado.

Eren no esperó más y se acercó para asestarle un golpe en el rostro con su puño endurecido, mientras con la otra mano aún sostenía al Mandíbula.

Reiner recibió el golpe, quedándose sin la mitad de su rostro y siendo arrojado al suelo con fuerza, sorprendiendo a todos. Era el Titán Acorazado y ahora estaba en el suelo.

Pero parecía que en ese lugar, no sólo Eren era astuto, también Reiner lo era, o al menos en el momento en el que logró conseguir al Titán Mandíbula de las manos de Eren. Al parecer había recibido ese golpe con el propósito de arrebatarle al Titán.

—Demonios —bufó Soho, moviéndose hasta el hombro del Titán de Ataque, justo en el momento que Eren salía—. ¿Puedes seguir?

—No, no podré conseguirlos —negó y Soho chistó torciendo el gesto. Al menos tenían al Martillo de Guerra.

—¡Eren! —gritó Mikasa, llegando a su lado.

—Se acabó —musitó el castaño—. No me quedan fuerzas, no podría matar a Reiner —Mikasa lo miró sin expresión para después dirigirse a Soho, entrecerrando los ojos con molestia.

—Volvamos a casa —finalizó, dándose la vuelta.

—Hasta la próxima, Reiner —soltó Eren a punto de tomar la mano de Soho, pero Mikasa fue más rápida, tomándolo del brazo y activando su equipo de maniobras para salir del lugar hasta el dirigible.

Soho los observó alejarse, y le echó una última mirada a los titanes, deseando que eso hubiese terminado de otra manera, sobretodo con Reiner muerto, pero Eren había fallado. Bufó molesta, apuntando su equipo al dirigible, lista para salir de ahí.

Una vez arriba, se sostuvo de las cuerdas que colgaban del dirigible, justo detrás de Mikasa y de Eren, notando que Armin les abría la puerta y no lucía muy feliz.

—¡Muévete, Eren! —gritó, observando que el castaño se tardaba demasiado. Debía apresurar lo inevitable y recibir su castigo, además de que no era cómodo estar colgando a esa altura.

Unos segundos después de que el castaño subió con Mikasa detrás, se escuchó un fuerte golpe, haciendo que Soho se apresurara, sólo para mirar a Levi frente a Eren, quien yacía de rodillas y con el rostro ladeado. Lo había golpeado.

Mikasa soltó un grito ahogado, siendo detenida por Armin cuando estuvo por intervenir, mientras Soho subía por completo. Se levantó dispuesta a defender a Eren, pero el rubio se alejó de su amiga y se acercó a ella para sostenerla con fuerza, colocándole los brazos detrás.

—¡Suéltame!

—Qué recuerdos, ¿eh, Eren? Siempre ha sido fácil patearte —escupió Levi con más molestia que satisfacción—. Te maniataremos. Hablaremos después.

—Como quieran, pero en la carta lo explicaba todo. Pensé que lo entenderías —el capitán lo miró sin expresión, escuchando los vítores en la otra cabina, era muy pronto para celebrar.

Mientras, Soho luchaba contra el agarre de Armin, pensando ¿en qué momento ese tonto se había hecho tan fuerte? Pero alejó aquellos pensamientos, escuchando a Eren con atención.

¿En cuál carta explicó todo? ¿No los habían engañado?

—Tu rostro —chistó Levi—. Es como el de toda la escoria de la Ciudad subterránea, no esperaba verlo en ti— dijo mirándolo con desdén—. Y hablando de escoria —Levi se giró mirando a Soho, quien parecía un animal salvaje, gruñendo molesta—. Parece que la ciudad subterránea nunca se fue de ti —espetó con una mueca—. ¿Todo salió como planeaste, Soho? —la castaña estaba por refutar cuando sintió un seco golpe en la mejilla izquierda, haciéndola trastrabillar junto a Armin.

𝑩𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝑾𝒊𝒏𝒈𝒔 • SNKWhere stories live. Discover now