25 | AD2

4.6K 557 307
                                    

Skyler

Mis ojos se humedecieron inmediatamente, no solo por el dolor, sino por su acción. No podía entender que Chase realmente estuviera haciéndome eso. Me pregunté por qué. Por qué a mí. Pero la respuesta era obvia y siempre lo había sido, pero yo, como toda una tonta y una ilusa, caí en las garras del lobo, creyendo que se trataba de alguien conocido, cuando en realidad, era un demonio y no había nada de humanidad en él. Me quejé e intenté zafarme de su agarre, pero Chase era mucho más fuerte y no me lo permitía. En sus ojos podía ver cómo disfrutaba verme adolorida, notaba el placer que sentía por la sonrisa torcida que mantenía en su rostro.

Otra vez me pregunté por qué él me hacía algo como esto a mí. Realmente me sentía una estúpida y no sabía qué hacer para liberarme de él. Me asusté muchísimo cuando sus ojos pasaron de rojos a negros. Literalmente, estaban negros por completo. Estaba sorprendida por ello. Por primera vez tenía a un demonio frente a mí, en la realidad, y no en un sueño. Cuánto rogaba por que fuera nada más que una pesadilla.

—¿Qué te pasa, mi amor? ¿Te duele? —preguntó, aun manteniendo esa sonrisa de autosuficiencia.

—Por favor, basta, me estás lastimando —me quejé.

—Como digas —respondió, soltándome.

Di varios pasos hacia atrás y miré la puerta, buscando en mi mente la forma de escapar de allí. La puerta se encontraba a unos metros de distancia, pero estaba segura de que no llegaría a ella por cómo Chase me observaba. No iba a dejarme salir.

—Estoy cansada, quiero irme a mi casa.

—¿Estás cansada? Yo te llevo a tu casa. —Chase dio un paso hacia mí y yo claramente retrocedí.

—No, no es necesario. Vine con Jason y Ryan, no puedo irme sin ellos.

Chase se rio y sus ojos volvieron a a su color natural. Azules. Dios, cuánto me dolía que él no fuera él.

—Bueno, entonces, tienes que esperar a irte porque el partido no ha terminado. Podemos estar juntos un rato más. ¿O es que me tienes miedo?

Idiota.

—No te tengo miedo —intenté permanecer tranquila. Fallé en el acto.

Chase relamió sus labios y caminó hacia mí, arrinconándome contra la pared. Puso sus manos a los costados de mi cuerpo, impidiéndome salir. Acercó su boca a la mía, pero no me besó. No sé qué era lo que intentaba hacer.

—¿Y por qué lloras? —me limpió una lágrima y su brazo regresó al lugar de antes.

—Porque me ha dolido lo que has hecho.

Asintió.

—Sí, tengo que disculparme por ello. Suelo ser impaciente a veces. ¿Me perdonas?

—Chase, quiero regresar con los chicos, ya me he tardado mucho y no quiero tener problemas.

—Está bien —respondió. Ahora sí me besó lentamente. Mantuve mis ojos abiertos por si acaso y porque, además de tener miedo de que hiciera algo, ya no tenía nada de confianza en él y no quería besarlo. Sentía que besaba a un desconocido—. Pero podemos hacer cositas antes de que te vayas... —murmuró contra mi boca y manoseó mi trasero. Besuqueó mi cuello y sentí asco.

Qué estúpido.

—¡Déjame! ¡No me toques! —me exalté y lo aparté de mí usando magia. Fue algo que ni él ni yo nos esperábamos. Fue como un instinto.

Noté cómo mis hombros subían y bajaban con irregularidad. Me asusté mucho cuando los ojos de Chase volvieron a ponerse negros del enojo.

—Así no se trata a los novios.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora