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Skyler

Mi día había sido completamente agotador. Tuve tres exámenes en la mañana y mi cabeza casi termina por explotar de tanta de tensión. Por poco se me olvidó todo lo que estudié en la semana, de hecho, por un momento, en el primer examen, me quedé completamente en blanco, con el bolígrafo en la mano y sin saber qué contestar. Pero luego respiré profundamente y procuré tranquilizarme. Contesté casi todas las preguntas y terminé aprobando la evaluación. La segunda evaluación era con Andrew, de manera oral, y con él sí estuve más tranquila, puesto que sabía que, si no me iba bien, iba a aprobarme de todas maneras. Pero no me fue tan mal, solo me equivoqué en dos preguntas. El tercer examen fue el más sencillo, creo que fui la cuarta en entregarle la hoja al profesor. Pasé las tres evaluaciones y no podía estar más feliz y tranquila por ello.

Durante la tarde, Jason, Sara, mis hermanos y los White (excepto Sam y Chase) estuvieron conmigo en mi séptima clase de magia, en la cual, según dijeron mis maestros, me fue muy bien. Esta vez no quemé ni la rama del árbol, ni la campera de Nate, ni le arranqué la remera a nadie. Ahora miraba una película sobre la cama, en pijama, con comida a mi lado y las luces apagadas. Lo único que me faltaba para tener este día completamente tranquilo y feliz era poder saber qué pasaba con Chase, porque no me había respondido ni los mensajes ni las llamadas que le dejé.

—¿Estás viendo porno? —preguntó alguien dentro de la habitación, haciéndome pegar un salto de la cama. Casi tiro mi computadora en el proceso.

Encendí la luz.

—Sam, ¿qué estás haciendo aquí? Casi me matas del susto. Y no, no veo porno, veo 50 sombras de Grey —respondí, avergonzada y con el corazón un poco acelerado.

—¿Por qué estás asustada? —me regaló una mirada de arriba abajo. Él estaba muy bien vestido y yo solo llevaba mi pijama viejo.

—Tal vez porque alguien me habló en medio de la oscuridad, por eso —rodé los ojos, viendo cómo él formaba una leve sonrisa.

Cerré la computadora, deteniendo la película. Me senté sobre el colchón e hice un intento disimulado de arreglar mi cabello despeinado. Iba a considerar usar la traba que le puse a la ventana para evitar este tipo de momentos, o llegaría el día en que él terminaría viéndome desnuda sin querer.

—Lo lamento. Vine a verte. ¿Quieres salir a dar una vuelta conmigo?

—¿Eh? —lo miré extrañada. ¿Una vuelta? ¿En serio? ¿A las dos de la madrugada?

—Tenemos que hablar de Chase. Es importante. Estoy preocupado.

—¿Qué le pasa? Lo último que he sabido de él fue que iba a dormir, eso fue hace días y no me ha vuelto a responder ningún mensaje. De hecho, tú tampoco has respondido. Y tus hermanos evitan el tema cuando pregunto por él.

—Vístete. Salgamos a caminar.

Dudé mucho en hacerlo, pero quería hablar de Chase en tranquilidad, sin tener que susurrar, así que me vestí en el baño y Sam me ayudó a bajar por la ventana, prometiéndome que luego me ayudaría a subir.

Caminamos un rato en completo en silencio. Él parecía muy pensativo, distraído y triste. Me atrapé pensando en darle un abrazo y preguntarle qué ocurría con él, porque siempre hablábamos de Chase y nunca de Sam. Sam era un vampiro, pero también era una persona y tenía sentimientos. Tal vez la estaba pasando mal y por eso se veía así de triste.

—Sam, ¿te sientes bien? —rompí el silencio, logrando que él me mirase a los ojos fijamente. Frunció levemente sus cejas, e hizo una mueca con sus labios casi imperceptible.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora