46 | Madison

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Recojo mi plato y ayudo a Carmen a quitar la mesa después de la cena

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Recojo mi plato y ayudo a Carmen a quitar la mesa después de la cena. Cuando entro en el salón me siento en el sofá al lado de mi madre. Will se sirve una copa y se sienta enfrente de la chimenea. Dylan entra en el salón poco después llamando nuestra atención.

—Esta noche tengo que salir.

—¿Otra vez? —dice mi madre, pero Will no parece sorprendido de que se vaya.

—Es el cumpleaños de James. Vamos papá, sabes que James no acepta un no por respuesta.

—Iras con una condición. Madison te acompaña.

—Está bien. —Dylan me mira, pero yo niego con la cabeza.

No entiendo por qué tengo que acompañarle. Si él se quiere emborrachar es su problema, no pienso estar con él cuando pase.

—Entonces Dylan tampoco ira —dice mirando fijamente a su hijo.

Casi me suplica con la mirada. No quiero ceder, pero es muy difícil cuando te mira con esos ojos tan penetrantes. Finalmente, acepto acompañarle.

* * *

Me miro al espejo y compruebo que todo esté bien antes de bajar. Me he arreglado con unos vaqueros blancos rotos y un top negro. Cuando bajo las escaleras me encuentro de frente con Dylan que me está esperando en la puerta principal. Lleva unos vaqueros oscuros y una camisa azul con los dos primeros botones desabrochados.

Will sale del comedor y mira a su hijo. Le tira las llaves de su coche y Dylan las coge al vuelo.

—Tenéis que volver a casa juntos. No dejes sola a Madison.

—Que sí. Me ha quedado claro las cinco veces que me lo has dicho. —Aparta la mirada de su padre y la fija en mí—. Vamos.

Entramos en el garaje y nos subimos al Audi plateado de Will. Arranca el motor y sale del garaje a toda prisa.

—¿De verdad es el cumpleaños de James?

Me mira durante unos segundos y se ríe. Aprieta el volante y aumenta la velocidad. Por suerte no pillamos ningún semáforo en rojo.

—No. Era una excusa para irme.

—¿Y por qué no te has ido sin más? —Cruzo mis brazos —. Si tantas ganas tenías de venir haberte escapado como haces siempre.

—No tenía otra opción.

Suelto todo el aire que tengo acumulado en los pulmones y apago la radio. La música está empezando a ponerme nerviosa. Aparca enfrente de la casa de James y sale del coche sin esperarme. Bajo rápidamente y lo sigo hasta la puerta.

Llama al timbre y James nos deja pasar a su casa. Conforme avanzamos por el pasillo todo el mundo saluda a Dylan. No debería estar aquí y no sé por qué acepté venir con él.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora