¿Nunca has montado en oso?

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Mientras tanto, en el interior de la cueva, una cansada Meena se apoya en el lomo de Ted tras haber quitado la última de las armas, momento que Ted aprovecha para reñirle por el comportamiento puesto que, pese a que le han atacado, han preferido paralizarle a herirle directamente, lo que demuestra que no iban con intención real de matarle y por tanto la reacción de la pequeña ha sido exagerada. Esta asiente, aceptando la regañina, algo ya habitual por parte de Ted, ha perdido la cuenta de las veces que les ha reñido a Anne y a ella.

- Ahora ya tienen la tercera gema, la última que queda desde que el resto se durmió... cada vez queda menos tiempo para que... bueno, para que él vuelva a ser el brujo que era... - piensa Meena mientras recuerda la conversación que mantuvo con Rilmak.

- Teddy ¿te importaría llevarme al templo? Ixchel podría curarte las heridas y la verdad, no me veo con fuerzas de ir sola ahora...

El oso asiente con cariño y, tras notar como la pequeña se acomoda sobre su lomo, sale de la cueva, con lo que le llega el olor de los que acompañaban a Meena antes. Gira su gran cabeza para encontrarse con ellos, llegando por el camino, acompañados por Nekoel. Meena también los nota, pero no hace ningún intento de bajar, con lo que Ted se mantiene quieto, viendo cómo se acerca el grupo.

- Meena, parece que Tedd está mejor – comenta Dragón intentando romper el hielo.

- No gracias a ti - responde esta con acidez antes de girarse hacia Nekoel y se nota como su cara cambia completamente, pareciendo realmente una niña ilusionada -¡Reki, has vuelto!

Dragón se molesta por el comentario y murmura en bajo:

- Un monstruo nos da un sopapo antes y ahora esto, me cago en...

- Pequeña – le sonríe de vuelta Nekoel a la elemental – ya te dije que no tardaría tanto. ¿Puedes contarme que pasó? Todo ha sido tan repentino... me preocupó ver la quimera y no verte ahí... y luego me comentaron... - mira a Tedd – hablaremos después señor oso.

- Querían atacar a Ted – informa Meena mientras señala a los dos medio muertos que la acompañan.

- Vaya... - comenta Nekoel sorprendida mientras les mira, pidiendo explicaciones

- ¡Pero no nos metas en eso! Encima que estamos así, no quieras rematarnos – le dice Dragón enfadado a la pequeña, mientras Saerys alza la vista al cielo, fastidiado.

- No os meto en nada...lo hicisteis solos...

Mientras tanto Nekoel se acerca a Ted y pone una mano sobre su cabeza, cierra los ojos para concentrarse y una luz resplandece mientras la neko cura todas y cada una de las heridas del oso.

- Ves.... Eso a mi últimamente me hubiera venido bien con vosotros – comenta Meena sin dirigirse a ninguno en particular – así no iría malgastando vendas.

Cuando termina, Nekoel suspira cansada, teletransportarse, estabilizar al grupo y curar a Tedd es demasiado para tan poco tiempo. Meena abraza al gran oso desde el lomo, pues no ha bajado todavía de él, no muy segura de que le funcionen bien las piernas. Rápidamente se introduce en la mente del oso para hablarle y constatar que ya está perfectamente sano.

- Oye, Nekoel ¿y si nos haces lo mismo que al oso? No sé, si quieres, no porque estemos a punto de desangrarnos – comenta Dragón cargado de ironía – solo por decir, no porque lo necesitemos ni nada por el estilo.

- Oye, tranquilo pequeñin... - responde Nekoel, molesta ante las exigencias y exhausta del viaje del que acaba de llegar – primero volvamos al templo, que si lo hago mas veces sin cuidado, puede ser peligroso.

- ¿Y cómo vamos a llegar? ¿o dónde vamos a dormir? Se está haciendo tarde y hay camino hasta el templo – le replica.

- ¿Nunca has montado en oso? – comenta con una sonrisa mientras empieza a subir al lomo de Tedd.

Dragón mira al oso de reojo, a lo que Tedd le responde mirándolo y relamiéndose los labios, más por divertirse que por otra cosa. Saerys se encoge de hombros y sube al oso, colocándose detrás de Meena.

- ¿Vienes o te quedas aquí? – pregunta la elemental mirando a Dragón, quien todavía no ha subido.

- De perdidos al rio – dice y sube rápidamente.

El oso sonríe, aunque ninguno consigue verlo e inicia su camino hacia la casa de Ixchel. Meena recuesta su espalda en el pecho de Saerys, dispuesta de aprovechar los últimos momentos antes de que recupere todos sus recuerdos y quizás, le pierda. Él alza las cejas, sorprendido ante el acercamiento de la pequeña después de todo lo ocurrido y sonríe mientras rodea su cintura con el brazo, intentando asegurarse de que no se caiga. Poco a poco el cansancio hace mella en Meena, quien se acomoda en el pecho del tiefling y murmura:

- Oye... pues así también eres cómodo.

- ¿Así también? – inclina la cabeza, apoyando la barbilla en la cabeza de la pequeña y ve como esta, aun con los ojos cerrados, le sonríe en respuesta.

La luna va subiendo por el cielo y el sueño empieza a hacer mella en todos, que poco a poco van cayendo, por lo que Tedd ralentiza el paso, acompañado únicamente por las llamas flotantes de Nekoel y su animada conversación en forma gatuna.

Pasan un par de horas y Meena despierta tras un movimiento ligeramente brusco de Tedd y, medio somnolienta pregunta, todavía apoyada en Saerys:

- ¿Hace mucho que volviste, Reki?

Saerys abre los ojos lentamente, despertando al escuchar la voz de la pequeña, quien levanta la mirada hacia él:

- Ups perdón – dice bajando la voz – no quería despertarte.

- Descuida – le sonríe ligeramente.

- Llegué anoche pequeña, hoy pasé el día descansando y reorganizando algunas cosas, hasta que Saerys me llamó – le contesta mentalmente a Meena, excluyendo a Saerys de la conversación, pues en realidad es Meena quien le lee, ella solo piensa en las respuestas, pues es incapaz de hablar en su forma gatuna, que hace rato ha adquirido.

- Sí... - bosteza – aunque podrían haberte llamado antes

Ante eso, y perdiéndose parte de la conversación, Saerys lanza lo que parece ser un leve suspiro de fastidio.

- Relájate, no lo dije para molestar... no mucho – dice mientras se acomoda más en su pecho, abrazándolo.

- También pienso lo mismo – responde Saerys alzando la vista al cielo – de haberla invocado antes me habría ahorrado un par de heridas.

- Tú y tu mala memoria...

- Debió haber sido un mal hábito mío en el pasado... a lo mejor – murmura.

- Puede – responde Meena cerrando los ojos, recordando lo poco que le queda de tiempo con el Saerys que conoce, en el que confía y al que... para qué mentirse, está empezando a querer. 

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now