Sonidos de cascabel

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- Entonces volveré con algo que te ayude – le dice Saerys dándose la vuelta hacia la salida.

Viendo como la pequeña se queda en la entrada de la cueva, el resto empiezan a descender por el camino.

- Si no vuelves, iré yo a buscarte ¿lo sabes, verdad? – suena la voz de Meena en la cabeza de Saerys mientras se aleja.

- Lo sé – murmura en voz baja mientras sonríe ligeramente.

El sol empieza a descender y pronto Yin sugiere hacer un alto en el camino y buscar madera suficiente para hacer una hoguera que les dure toda la noche , pues en el grupo hay dos heridos pese a que no parecen quejarse, y todavía queda bastante como para llegar al templo.

- Descansad vosotros, yo volveré a la casa de Dragón – afirma Saerys, pensando en las vendas y plantas que dejó la elemental allí.

- Entonces te acompañamos, mejor no separarnos por estos bosques – comenta Arius, a lo que el resto asienten.

Siguiendo las indicaciones de Dragón, aceleran el paso con intención de llegar a la casa antes de que la noche se abalance sobre ellos, pero, a medio camino escuchan gruñidos mientras el sonido de unas fuertes patas se acerca hacia ellos.

- Corre más Saerys, huye - grita Yin mientras empieza a correr, intentando huir de aquello que sea que se acerque.

El resto empiezan a correr también, pero Saerys no puede evitar echar un vistazo hacia atrás, curioso por saber qué clase de animal produce tan extraños sonidos. De entre la espesura un enorme animal de tres cabezas salta sobre ellos, atacándoles con un zarpazo que los lanza contra los árboles.

- ¿Pero qué? – consigue preguntar Saerys mientras se recompone del golpe.

Frente a ellos, otra vez, una quimera. Un monstruoso animal de tres cabezas, como si alguien hubiese jugado a mezclar partes de distintos seres, desde alas de murciélago a patas de león a una larga cola reptiliana.

Las heridas de Dragón y Saerys se reabren, tiñendo sus ropas de rojo mientras la cabeza de Arius empieza a cubrirse del mismo color, mientras el susodicho empieza a ver borroso, perdiendo la conciencia poco a poco. Yin le mira asustado y corre hacia él, dándose cuenta de la enorme brecha que atraviesa la parte trasera de la cabeza.

Saerys abre los ojos sorprendido, pues al golpearse contra el árbol, un pequeño cascabel sale rodando de entre uno de sus bolsillos y se estira todo lo posible para agarrarlo. En el momento en que lo tiene entre sus dedos lo sacude y una explosión de luz aparece entre el grupo y la quimera, que está saltando hacia ellos con intención de volver a atacar. Cuando la luz se apaga, ya no hay quimera, en su lugar hay un huevo del tamaño de un niño pequeño y, a su lado, una preocupada Nekoel:

- ¿Estáis bien?

- He estado mejor, pero aun así, feliz de verte – comenta Yin.

- Madre mía niño ¿qué te ha pasado? – exclama cuando sus ojos se posan sobre Saerys y mira a su alrededor, dándose cuenta de que el resto no están en mejor estado, pero le falta una persona – Espera... ¿dónde está Meena?

Saerys se levanta lentamente, haciendo una mueca del dolor

- Está en la cueva... en la montaña

- La cueva...¿ha ido a visitar a Ted? – pregunta mientras empieza a realizar un hechizo para detener las heridas más graves, todavía cansada del viaje del que acaba de llegar.

- La gema... - dice Saerys mientras saca la gema del cinturón y la extiende a Nekoel – el oso estaba malherido y la gema se encontraba entre las armas.... Meena se quedó para intentar curarle.

- Oh no...Ted – exclama preocupada para después fijarse en la gema – bueno, al menos la han encontrado...felicidades.

- Sí, la idea era llegar a casa de Dragón para llevarle algo que pueda serle útil, pero nos han interceptado... - comenta Yin, tras haberse asegurado que Arius sigue respirando, aunque

- Bueno, yo creo que puedo hacer algo más que un par de vendas, mejor vayamos a la cueva antes de que se haga totalmente de noche – comenta Nekoel mirando al cielo, contando el poco tiempo que les queda de luz.

- Debí haberte invocado antes – se culpa Saerys golpeando su propia frente – Dragón, Yin, si quereis volved vosotros al templo con Arius, yo acompañaré a Nekoel.

- Sí, será lo mejor – dice Yin cargando a Arius entre sus brazos – yo vuelvo al templo, ¿tú que harás, Dragón?

- Acompañaré a Saerys y Nekoel.

Dragón, Saerys y Nekoel ven cómo Yin se marcha, con un Arius inconsciente entre sus brazos y una serie de luces danzantes a su alrededor, así como una protección invisible, ambas cosas cortesía de Nekoel.

- Bueno... vamos chico rudo – dice Nekoel revolviendo el cabello de Saerys – sé que extrañas también a la pequeña.

- Se enfadó conmigo, de nuevo – le comenta e intenta reír, pero el dolor en las costillas es más fuerte y se lo impide.

- Es bastante temperamental, pero en el fondo.... -ríe Nekoel – bueno, dejaré que lo descubras tú. 

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now