Recuerdos, acero y sangre

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- ¿Qué haces tan pronto aquí, Saerys? – le pregunta sin mirarle.

El aludido la mira durante unos segundos, pero no dice nada. Pasa de largo, alejándose un poco del cuerpo del oso para volver a mirar la dirección que marca el artefacto. Por suerte para él, esta vez la aguja marca una dirección distinta al animal, señalando al rincón donde las armas que Meena lanza siguen cayendo y un suspiro de alivio se escapa de entre sus labios.

Desde la distancia, Dragón le envía un mensaje telepático al aventurero tiefling:

- ¿Y bien? ¿Hay asado de oso para cenar?

Únicamente recibe como respuesta una mirada enfadada de Saerys hacia la zona donde ellos se encuentran medio escondidos. Hecho esto, camina hacia donde está Meena y se agacha para dejar la brújula en el suelo, a una distancia en la que ella pueda verla.

- Ah...bien – murmura esta mirando la brújula para después mirar en la dirección que señala y, una vez entendiendo el mensaje se queda fijando su mirada en Saerys.

Aliviado por no tener otro enfrentamiento con la pequeña, Saerys hace una seña con la cabeza para que el resto se acerquen y señala la pila de armas, alzando una ceja. Estos se acercan despacio, sin terminar de fiarse de la situación, acercándose a la creciente montaña de armas, mirando de reojo a Meena, a lo que Dragón murmura, más bien para sí mismo:

- A saber que hacen tanto la gema como Meena.

Mientras los otros tres integrantes del grupo empiezan a rebuscar entre las armas, Saerys se agacha para tomar la brújula de nuevo y se mantiene ahí, consciente de la fija mirada de Meena.

- Siento como si te debiera una – le dice, devolviéndole la mirada, a lo que la pequeña solo contesta levantando una ceja. Dirige su mirada hacia el oso, arrepentido por cómo actuaron antes - ¿Puedo ayudar?

- Como desees – le contesta Meena encogiéndose de hombros y desviando la mirada, volviendo a centrarse completamente en Ted ahora que sabe que no hay peligro de que vuelvan a atacarle.

Saerys acepta la invitación, subiéndose con cuidado al lomo del oso, desde donde intenta imitar las acciones de Meena, quien ahora, además tiene que estar atenta a las heridas que destapa el tiefling, necesitando estar todavía más concentrada y apretando con fuerza los puños, sabedora del dolor que le está causando a Ted, pese a que este no emite ningún sonido de dolor.

El silencio llena la zona, únicamente roto por el sonido metálico de las armas golpeando el suelo causado por Yin, Arius y Dragón, quienes rebuscan entre las armas. Hasta que Meena susurra sin mirar a Saerys:

- Sabes, cuando él estaba rugiendo, solo estaba pidiendo ayuda. Nunca intentó dañaros... ni siquiera lo pensó, ni por un momento...

Saerys presiona los labios con fuerza. "Lo lamento, lo lamento tanto" piensa al tiempo que saca una de las lanzas rotas. Quizás sea el cansancio, que baja sus defensas, o que se ha acostumbrado a la mente del tiefling, que ya le resulta familiar a la pequeña, no lo sabe, pero sí que logra captar ese pensamiento y le mira, extrañada. Por un lado es un brujo, un mercenario dedicado a asesinar, ¿por qué iba a lamentarse por intentar atacar a un oso?. Por otro lado, es un pensamiento que sí que le cuadra con el Saerys que conoce. "Demasiadas contradicciones" piensa Meena, sacudiéndose la cabeza.

- Esta parece que me suena – dice Yin en el otro lado de la sala, ajeno a la escena que sucede sobre el oso, mientras extiende un brazo para alcanzar una de las espadas.

Es una espada larga con una empuñadura en la que destaca una gema redonda incrustada a modo de decoración. Una gema con un resplandor ya conocido para tres de los presentes, y todas las miradas se fijan en el humano y la gema que extrae con cuidado de la empuñadura.

- Estupendo, ya tenéis lo que andabais buscando, felicidades – comenta Meena con acidez.

Yin hace el amago de entregársela a Arius, sabiendo que es el único de los presentes que todavía no ha recibido una gema pero este niega con la cabeza sin coger la joya.

- ¿Quién sabe qué podría ser o ocurrir? Prefiero ir al templo y allí, estando seguros ya la tocaré si es necesario.

- Así que, próxima parada, regreso al tempo... - comenta Saerys.

- Eso parece. Si el templo se ve desde la salida de la cueva, puedo intentar llevaros en un momento – comenta Dragón, seguro de sus nuevas habilidades mágicas.

- Hemos atravesado mucho bosque – responde Saerys no muy seguro mientras agarra la gema de entre las manos de Yin y la guarda – aunque no estaría mal intentarlo.

Los cuatro aventureros y Meena se dirigen a la salida, los primeros con intención de salir de allí lo antes posible y ella para asegurarse de que se van en la dirección correcta. La espesura del bosque engulle toda posibilidad de ver el templo en la distancia y lo mismo ocurre con la casa de Dragón, a lo que este niega con la cabeza.

- Mal asunto chicos, el teletransporte está descartado, necesito poder ver el destino al que voy para poder realizarlo.

- ¿Vas a quedarte? – dice Saerys girándose a mirar a Meena, quien permanece unos pasos detrás del resto del grupo.

- Sí, Teddy todavía necesita algo de ayuda – le responde, evitando decir que ella misma no se cree capaz de llegar hasta el templo por su propio pie – me quedaré aquí hasta que le cure todo lo que pueda.

- ¿Algo de lo que conseguimos antes no podría serte de ayuda? – pregunta mientras rebusca en los bolsillos.

- ¿Lo que dejé en casa de Dragón? – pregunta Meena confundida, creyendo que se refiere a la cataplasma que todavía se huele en las vendas de los heridos – Saerys... no tengo bolsillos en mi otra forma, no me guardé nada.

- ¿Y lo que hemos cogido aquí? – comenta dragón inmiscuyéndose en la conversación – Saerys cogió una botella brillante, algo se podrá hacer con ella.

- No me atrevo a usar algo que no se que es... puede que Reki o Ixchel lo sepan, pero yo no voy a arriesgarme – niega Meena con la cabeza.

- Entonces volveré con algo que te ayude – le dice Saerys dándose la vuelta hacia la salida. 

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now