Una tregua sabor café

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- Ixchel...respóndeme algo – dice  Saery presionando sus puños, incapaz de mirarla a los ojos - ¿Yo estaba entre el grupo que cazó a los suyos?

- Dudo que Meena olvidara un rostro, así que dudo que estuvieras en ese grupo. Pero sí que le recordaste todo ese dolor, sobre todo cuando eres uno de los que más ha simpatizado con ella.

- Debí tener un buen motivo para hacer algo como eso – murmura Saerys, negando con la cabeza, intentando entender por qué su antiguo yo habría elegido una vida como esa

- Ella ha reaccionado a sus recuerdos más dolorosos. Pero sé que cuando recapacite sabrá ver que no fuiste tu... y que esta situación es muy distinta. Dale un tiempo, cuando el mar se escuche más tranquilo acércate a la playa – dice levantándose y caminando hacia el jardín, para girarse a dar un último consejo – por cierto, no se resiste al café.

Saerys se queda extrañado, mirando con el cejo fruncido:

- ¿Café?

Los días pasan con el sonido de las olas constante, día y noche, y no parece apaciguarse, convirtiéndose en la banda sonora del lugar. Los pescadores evitan la zona, los niños juegan en otras playas y los habitantes del templo contemplan el vaivén desde la distancia, esperando a que llegue la calma tras la tempestad, pero el miedo y el odio de más de sesenta años no desaparece en cuatro días. 

Un preocupado Saerys sale de la cocina, con intención de salir del templo, con una humeante taza de café recién hecho mientras murmura:

- Definitivamente no puedo esperar a que el mar se tranquilice.

El vaivén de las olas le da la bienvenida desde antes de que pueda ver el mar. Pese a la charla que ha tenido con Rilmak, Meena no está todavía tranquila, con lo que el oleaje sigue atacando las rocas de la costa con un ritmo constante, llegando a crear una cadencia concreta que, si no fuese por la fuerza de las embestidas, podría llegar a considerarse relajante.

Saerys camina hasta la orilla, permitiendo que el agua moje sus botas. Lanza un ligero suspiro antes de sentarse sobre la arena, haciendo equilibrios para que el café no caiga de la taza. Recoge las rodillas y da golpeteos suaves con el dedo en el filo de la taza, mientras alza la mirada hacia la marea.

- Esperaba que pudiéramos hablar – dice, con voz firme, pero que ha sonado más bajito de lo que se esperaba – Traje café – dice extendiendo la taza como si estuviese a punto de hacer un brindis.

Meena le observa sin salir del agua, dubitativa pese a todo lo hablado con el sireno y alza una ceja, escéptica al escuchar la palabra café, preguntándose por qué ha decidido llevar su bebida favorita y, sobretodo, desde cuando lo sabe.

- ¿Qué vas a querer hablar? ¿No eres feliz ahora que ya has recuperado tus recuerdos? Ya puedes seguir matando inocentes – recrimina la voz de la elemental en la mente de Saerys, acompañando sus palabras con una ola que empuja al joven hacia atrás.

- Vas a hacer que tire el café – bufa Saerys al notar la fuerza del agua – Creo que hay algo que no entiendes, Meena, y es que yo tampoco entiendo nada.... Recuperé mis recuerdos, sí... pero estoy insatisfecho – "porque te perdí a ti" termina la frase en su mente, esperando que ella no le esté escuchando por esa vía.

- Insatisfecho – murmura la pequeña en su mente, no sin sonreír un momento al haber captado la parte no dicha de la frase - Era lo que querías, ¿no? Saber qué y quien eras ¿No te gusta el resultado? – "porque a mi obviamente no" responde burlona, terminando la frase en su mente, del mismo modo que ha hecho él, con la seguridad de que sus pensamientos sí que están a salvo.

- Matar gente... probablemente haya matado a muchos... mujeres, niños, inocentes, familias enteras – dice entornando los ojos mientras recuerda el pasado de la elemental que le explicó Ixchel - ¿Qué si me gusta el resultado? Probablemente nunca me gustó. Un mestizo que además es brujo...ja... ¿No crees que ya había perdido el juego desde el comienzo?

- O quizás eres lo suficientemente retorcido para que te guste...o lo eras – se corrige, dudosa.

- Hmm – cierra los ojos, incapaz de responder, pues ni él sabe cómo era, con lo que intenta cambiar de tema y murmura – supongo que prefieres el café frío.

- No, pero qué más da, tampoco es como si necesitara beberlo -dice titubeando un poco, sin tener claro si acercarse, pues por una parte es Saerys, por la otra es un brujo.

Este sonríe sin decir nada, notando el titubeo en la voz de la pequeña e inclina la taza para darle un sorbo, retándola a salir sin decir nada.

- Eso es jugar sucio – dice mentalmente Meena deshaciendo su forma acuática, confundiéndose con el agua.

- ¿Tienes curiosidad? -dice arqueando una ceja, sabiendo que ha la pequeña ha picado el anzuelo – A qué sabe, cómo es su olor... ni siquiera sé cómo te gusta el café... más o menos azúcar... Podrías probarlo ahora mismo, si quisieras – dice mientras inclina la taza para darle un gran trago.

Meena ahoga un gruñido, sabiendo que Saerys no ha descubierto por si mismo cual es su bebida favorita y, sin poder evitarlo, se acerca acompañando a la última ola que lame la orilla. Saerys sonríe, observando cómo una parte del agua, que sobreentiende es la pequeña, se queda junto a él, quedando alejada del resto del agua.

- ¿Quién te ha dicho lo del café? – refunfuña la elemental en la mente del mestizo.

- Digamos que lo escuché de alguien generoso y de buen corazón – le responde, con lo que ella es capaz de captar la imagen mental de la ancestral – por cierto, preferiría escucharte fuera de mi cabeza

- ¿Por? Oh.. pobre brujito que le molesta que entren en su cabeza... como si no lo hubiera hecho ya antes – se burla, recordando todas las veces en que intentó encontrar los recuerdos mientras dormía.Ahora el deseo es que nunca los encuentre, para que nada cambie.

- No hay café para ti entonces... - dice Saerys, llevándose la taza a los labios, mojándolos levemente, imitando la acción de beber. Al ver que ella no reacciona se levanta – Estuve pensando estos días...Voy a irme, buscaré suerte por otras tierras y, si eso llega a matarme, será mejor para ti.

Un extraño pinchazo atraviesa a la elemental, pese a no tener cuerpo. Perder a otra persona más, otro que se marcha para no volver nunca... el miedo a volver a caer en esa espiral de dolor le hace obligarse a sí misma a adquirir su forma humanoide y suplicar en un murmullo a espaldas de Saerys:

- No te mueras...no te vayas...no por ahora...

Sorprendido de escuchar la voz fuera de su cabeza, Saerys se da media vuelta, encontrándose con una Meena cabizbaja

- Como brujo, habré hecho mil cosas terribles – dice acercándose, parándose apenas a medio metro de ella, recordando cómo evitó su contacto la última vez - ¿No crees que es mejor repartir justicia?

- ¿Quién decide lo que es justo y lo que no? – suspira cansada de darle mil vueltas a todo antes de sentarse en la arena - ¿ es justo ser despreciado u odiado por tu naturaleza? ¿es justo tener que esconderse? ¿es justa la naturaleza al hacer que unos seres se alimenten de otros?

- Y ¿es justo que te prepare un café de buen corazón y luego no te lo tomes? – la interrumpe Saerys, extendiéndole la taza.

- No es justo que lo prepares para chantajearme y hacerme salir del mar pero un café es un café – dice encogiéndose de hombros.

Con un leve movimiento de la mano, el café empieza a salir flotando de la taza, todavía en manos del tiefling, quedándose en forma de pequeñas burbujas que la elemental va tomando como si fuesen granos de uva.

Él se queda observando las burbujas de café, incapaz de mirarla directamente.

- Siempre hay cosas más justas que otras... injusticias que pueden legar a gustarte, incluso – "como la posibilidad de estar contigo, que solo ha podido ocurrir al perder mis recuerdos" completa en silencio otra vez, esta vez estando solo en su mente.

Lo que encierra AdalariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora