Las piscinas pueden ser triangulares

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Todos se mantienen a una cierta distancia, embelesados ante el espectáculo, excepto por Saerys, quien no deja de moverse inquieto desde que la magia empezó, aunque no entiende por qué, algo en su interior le hace sentir un gran desasosiego que intenta controlar.

Poco a poco la luz va disminuyendo hasta desaparecer por completo y los hilos de agua regresan poco a poco hasta las pequeñas alas de Meena, excepto algunas gotas que quedan rodeando la cabeza de la misma. En el centro, entre ellas, en un espacio antes vacío, hay una brújula bellamente decorada.

Ixchel y Meena sonríen exhaustas y se sueltan las manos, momento en que la elemental cae al suelo, como si todas las fuerzas que quedaban en su pequeño cuerpo se hubiesen disipado.

Tras un primer momento de silencio y sorpresa, se acercan hacia Meena, preocupados al no verla reaccionar.

- ¿Está bien? – exclama Ayaki preocupada mientras se acerca a ellas

- ¿Qué ha pasado? – pregunta Yin sin moverse del sitio.

Saerys siente el impulso de ir a ayudarla, pero Nekoel se le adelanta y tras acariciar la cara de la elemental con su mejilla, se coloca bajo la cabeza de esta, actuando como una pequeña y peluda almohada.

- Está bien, solo demasiado cansada. No soy la única que debería haber descansado, además hacía tiempo que no tenía que extraer una parte tan grande de su magia – les responde Ixchel levantándose con el artefacto entre sus manos.

- Entonces ¿Esto es lo que nos ayudará, de algún modo? – pregunta Saerys apartando sus ojos de Meena y centrándose en Ixchel.

- Esto os llevará hacia el recipiente de recuerdos más cercano y brillará cuando estéis muy cerca de él. Todavía no sé qué forma habrán adoptado estos objetos ni como funcionan pero estoy segura de que con ellos podréis recuperar vuestra memoria.

- No importa lo que sea, ni lo que tardemos, vamos a encontrarlos – dice Yin decidido mientras toma la brújula de entre las manos de la ancestral.

- ¿Qué te pasa Saerys? No se te ve muy convencido ¿acaso tienes miedo? – comenta Ayaki burlona al ver la incomodidad del tiefling.

- Parece que te hace gracia todo este asunto de no recordar, Ayaki – le responde este fríamente.

- Debería actuar como una brújula, pero en lugar de al norte, señala al recipiente – le explica Ixchel a Yin sin hacer caso al intercambio de los otros.

- De acuerdo – responde Yin mientras se guarda la brújula en un bolsillo del pantalón.

Nekoel maúlla en su dirección haciendo que los ojos se fijen otra vez en Meena, quien sigue inconsciente.

- ¿Quién me ayuda a llevar a Meena hasta su habitación? – dice mientras se acerca a la pequeña.

- Deja, ya la llevo yo – le contesta Saerys, todavía molesto ante la actitud de la kitsune.

Pasa los brazos por debajo de la pequeña, cargándola con un brazo bajo las rodillas y otro rodeándole el torso, acercando la cabeza de Meena hasta su pecho para evitar que se mueva mucho.

- Reki, ¿te importaría guiarme?

La neko asiente con la cabeza y se despide del resto con un maullido , guiando a Saerys por el interior del templo hasta llegar a la habitación de la elemental.

Curiosamente, esta habitación no es blanca como la mayor parte del templo sino que las paredes están pintadas en colores rojizos que , conforme ascienden hacia el techo, varían hacia tonalidades violáceas , llegando a fundirse con el techo azul oscuro como la noche, decorado con una especie de círculos de distintos tamaños, casi todos en tonalidades blancas y plateadas, bastante pequeños, como una miríada de estrellas. Pero de entre todo, lo que más llama la atención al semiinfernal es la extraña piscina de forma triangular que ocupa el centro de la habitación, rodeada de almohadas a modo de asientos. Viendo estos, Saerys se acerca a un montón de ellos, con intención de dejarla descansar entre los cojines pero Nekoel maulla repetidas veces, como si estuviese riñéndole, acercándose a la entrada de la piscina, y mirando alternativamente a Saerys y al agua.

- ¿Ahí dentro? – pregunta, extrañado.

Nekoel asiente con la cabeza vigilando los pasos del tiefling para asegurarse de que todo vaya bien, aunque pocas cosas podrían fallar, solo es dejar a Meena en su cama. Saerys se arrodilla junto a la piscina, con cuidado de no dejar caer a la pequeña, para luego extender los brazos y dejarla suavemente sobre el agua.

El cuerpo de la pequeña flota sobre la piscina, hasta que poco a poco, este se deshace, cambiando su consistencia a una más acuosa, mezclándose por completo con el agua de la piscina, sin dejar ningún rastro, ni siquiera la ropa.

Saerys observa ojiplático como el cuerpo desaparece ante sus ojos e introduce la mano en el agua, esperando que se trate de un efecto óptico y que la pequeña simplemente esté, todavía dormida, en el fondo de la piscina, pero sus dedos no logran rozar ningún sólido, como si se hubiese desintegrado.

- Yo...yo... yo no. – balbucea intentando buscar una explicación mientras se gira a mirar a Nekoel. 

Esta sonríe internamente al ver la reacción de Saerys y se acerca a él, acariciando su mano intentando tranquilizarle, no es extraño reaccionar así, ella también se sobresaltó la primera vez que vio a Meena deshacer el hechizo que la mantiene con forma humanoide. Pasados un par de minutos parece que Saerys ya está más calmado y suspira mientras se pone en pie:

- Creo que yo también debería ir a descansar, ha sido un día movido – dice echándole un último vistazo a la piscina antes de salir de la habitación – buenas noches Reki – se despide mientras cierra la puerta intentando no hacer mucho ruido.

Nekoel da un par de vueltas sobre uno de los grandes almohadones.

- Parece que esto se está volviendo animado – piensa antes de dejarse llevar por los brazos de Morfeo en cuanto Saerys cierra la puerta.

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now