Sentirse inútil

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Al entrar se da cuenta de que parece una antigua vivienda, bastante desvencijada, pero en la que todavía queda una cama al fondo, lugar al que Yin se dirige y, abrazando el pequeño cofre contra su pecho, se tumba para esperar a la mañana y, con suerte, poder volver.

A la mañana siguiente y con la luz del sol entrando por la ventana, Yin descubre que la casa tiene más habitaciones de las que había pensado en un principio con lo que abre otra de las habitaciones, encontrándose con una cocina completamente equipada. Mientras curiosea por la nueva estancia, Yin escucha abrirse la puerta por la que entró la noche anterior, con lo que el pelinegro se gira de repente al escuchar el ruido, poniéndose en tensión y abrazando el cofre con fuerza.

Desde la puerta de la cocina, un impotente hombre lobo está erguido frente a Yin, observándole cuidadosamente con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados.

- Hola – saluda Yin con un hilo de voz

- Hola – le responde el hombre lobo inspeccionándole de arriba abajo.

- Hola, me presento, soy Yin – de perdidos al rio piensa para sí mismo, si el por favor sirvió ayer, puede que los modales me salven hoy.

- Hola, soy Brighnam ¿qué te trae por aquí? – le responde cerrando la puerta tras él, eliminando cualquier opción de huida.

- Yo...mis amigos y yo vinimos buscando este cofre, pero se rompió el puente y no pudieron llegar hasta aquí – le explica, ligeramente nervioso mientras le muestra el cofre.

- Agh... voy a tener que volver a arreglarlo, maldito puente que siempre se está rompiendo... ¿y cómo sabíais que estaba por aquí?

- La brújula me lo indicó – le comenta sacando el artefacto del bolsillo.

- Y, ¿por qué no lo has abierto todavía? – pregunta Brighnam mientras examina concienzudamente el cofre, dándole vueltas entre sus manos.

- Tiene un sello, pero no se cómo abrirlo, y tampoco entiendo lo que pone a su alrededor... – le explica apenado

- Ni tú ni la mayoría chico, este idioma está casi extinto...

- ¿Sabes leerlo? – le interrumpe el humano, esperanzado.

- No, pero seguramente... puede que en el templo que hay cruzando el bosque.... Quizás allí sepan entenderlo...

- Espera... ¿el templo de Ixchel?

- Ese mismo, ¿lo conoces?

- Sí, vengo de allí – dice agarrando el cofre de vuelta – ahora falta saber cómo volver. Muchas gracias por la ayuda

- De nada, gracias a ti por la visita, siempre es bueno tener compañía – le despide tras explicarle cómo volver al templo tranquilamente.

Mientras tanto, en el templo, un desvelado Arius se despierta poco después del amanecer y, incapaz de quedarse en la habitación, recordando el haber dejado a su compañero atrás, sale al jardín a caminar, donde se encuentra con una Meena tumbada en el suelo haciendo una corona de flores mientras tararea en voz baja una canción en un idioma desconocido.

- Buenos días Meena.

- Ah...hola... ¿ya habéis vuelto? – pregunta girando la cabeza para mirarle, sorprendida de que esté allí

- Sí, la mayoría volvimos anoche. Yin... yin quedó atrapado al otro lado del camino, pero nos dijo que buscaría la manera de volver por si mismo.

- Así que abandonasteis a un compañero...con amigos como vosotros, no se necesitan enemigos – le recrimina la elemental.

- No es algo de lo que estemos orgullosos, pero había que hacerlo... ¿sabes si existe algún hechizo para localizar a las personas? – le pregunta el humano

- Si tienes algo de esa persona, conoces el hechizo y posees la magia necesaria, es posible, pero ahí no puedo ayudarte – le indica encogiéndose de hombros.

- Vaya... quería encontrar a Yin para ayudarle, pero no tengo nada suyo.¿No hay nada que pueda hacer, además de esperar?

- Lo siento, pero no que yo sepa. Sin el artefacto no puedes ir a buscar otro contenedor de recuerdos y si el camino por donde fuisteis está roto, tampoco sabes por dónde va a volver... Solo queda esperar – le dice antes de reemprender su tarea con la corona de flores.

Decepcionado, Arius se levanta para ir a la cocina a desayunar. Poco a poco todos van despertando, y todos ansían buscar a Yin pero nadie sabe cómo, con lo que dan vueltas, inquietos, alrededor del templo, hasta que al atardecer, la figura de Yin aparece en el templo.

- Hola, ¿hay alguien? – exclama en voz alta al encontrarse con las habitaciones vacias, pues la mayoría están en el jardín dando vueltas.

- Hola Yin, así que al final has sabido volver... ¿encontraste lo que habíais ido a buscar o ni siquiera eso lograste hacer al ir solo? – pregunta Meena burlona saliendo de la sala de entrenamientos.

- Sí lo encontré – responde molesto, enseñando el cofre – pero no pude abrirlo, no entiendo lo que pone.

- ¡Ah! Cuánto tiempo sin leer ese idioma – exclama sorprendida y rápidamente llama de manera telepática a Nekoel para que vaya con ellos.

La aludida se despereza en su habitación, para salir rápidamente en su forma de gato y entrar a la habitación donde se encuentran Meena y Yin.

- ¿Entonces puedes entenderlo? – pregunta esperanzado

- Sí, hace tiempo que lo estudiamos, aunque sea un idioma que ya no se usa – dice Meena incluyendo a la gata que acaba de llegar a la conversación.

Esta, sintiéndose aludida, cambia a su forma humanoide mientras inspecciona el cofre con la mirada. Tras unos segundos se sale de la sala en busca de una manera de abrir el cofre. Al poco regresa con una especie de llave que le entrega a Yin.

- Con esto deberías ser capaz de abrirlo

- ¿Cómo si no hay cerradura? – dice acercando la llave al cofre.

Sin llegar a entrar en contacto, ambos objetos parecen reaccionar, haciendo que suene un clic que indica que el cofre se ha abierto.

- Ey, estábamos pensando hacer la ce... – comenta Arius entrando en la habitación, callándose en cuanto Yin abre el cofre y una brillante luz inunda la habitación. 

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now