Sin blanca

2 0 0
                                    


Tras esto, la conversación se centra en elucubraciones sobre cómo funcionan los orbes que contienen los recuerdos puesto que únicamente los presentes en la sala cuando se abrió el cofre han recuperado, aunque de forma parcial, sus recuerdos.

- Me pregunto por qué buscábamos esta isla, con qué intenciones veníamos -suspira Saerys – no sé si quiero saberlo...

- Ese es uno de los motivos por los que no quise salvar a los humanos... no suelen tener motivos honrados para venir aunque, si los motivos no son los correctos, es fácil sacarlos de aquí.... En caso de que los dejemos salir – comenta Meena con una sonrisa amenazante.

- Hoo, eres una pequeña con agallas – sonríe – yo no me metería contigo

- Es lo necesario para sobrevivir. Por cierto, haces buenas preguntas, hasta ahora nadie había preguntado algo que no les afectara directamente... pero ahora me toca a mi. ¿Te molesta que te llame mestizo o prefieres tiflin cuando me refiero a tu naturaleza? – pregunta la pequeña, ligeramente cohibida – hace mucho que no tenía contacto con seres de sangre demoníaca.

- Puedes llamarme como sea Meena, no pareces querer burlarte de mí.

- No es burla – responde rápidamente frunciendo el ceño – pero sé de algunos tipos de mestizo que no les gusta que se les llame así, como los sirénidos.

- No lo sé muy bien – contesta Saerys bajando la mirada – llames como me llames ahora mismo no me afecta en nada, supongo que es lo que tiene haber perdido mis recuerdos. Ni siquiera yo sé qué es lo que me sienta bien o mal.

- De acuerdo, si cuando recuperas tus recuerdos te molesta, avísame... no me gustaría herirte.

- No hay forma de que puedas herirme – tras esta afirmación sonríe viendo como la elemental ha alzado una ceja, desafiante – mucho menos alguien como tú que parece haberlo pasado mal. Todo este tiempo he estado observando a todos los que vivimos en el templo, pero ahora puedo decir sin miedo que me fio de ti. Este lado tuyo más sereno también es agradable de ver.

- Me alegra ser digna de tu confianza – responde con una burlona reverencia – supongo que yo también confío en ti, al menos en quien eres ahora y quieras que no también ayuda el hecho de que en parte seas como yo.

- Seremos iguales en ciertas cosas Meena... pero yo no podría hacer un berrinche y que todos sigan queriéndome después – le dice con sorna, alzando una ceja.

- Siempre puedes intentarlo... - empieza a decir cuando cae en la cuenta de lo que ha dicho el tiflin - ¡Oye! Yo no hago berrinche – grita hinchando los mofletes.

- ¿Qué no? – responde Nekoel desde la distancia, parada viendo como la pareja se acerca.

- ¿Ves? Reki está de acuerdo conmigo – ríe Saerys acelerando el paso para alcanzar a Nekoel

- Es que mírala – dice sonriendo Nekoel cuando la alcanzan – es una niña muy tierna. Y ahora, después de tanto, les presento el mercado.

Dicho esto, ven como a partir de la ladera de la colina que habían estado subiendo durante el trayecto, se aparece todo un pueblo, mayoritariamente con casas de madera y piedra, poco ostentosas pero sólidas, que denotan un nivel adquisitivo medio-alto. Las calles empedradas están llenas de tiendas y personas, de todas las alturas, colores y formas, caminando por entre los comercios.

- ¡Bienvenido al mercado de Adalari! – Exclama Meena con los ojos brillantes de entusiasmo señalando al pueblo.

Saerys se queda quieto por un momento, observando el pueblo con detenimiento, sin saber que de donde viene una ciudad con tanta diversidad sería un sueño imposible. Meena a su lado, le mira, dando saltos de impaciencia mientras Nekoel se despide con la excusa de ir a por utensilios para el templo.

La despedida de la neko parece hacerle volver en sí y sus ojos se detienen en la pequeña, quien sigue saltando impaciente a su lado.

- Bueno, ¿vamos? – le sonríe, para obtener como respuesta un salto y una enorme sonrisa, a la vez que le tira de la mano hacia el interior del mercado.

Es un mercado que ocurre una o dos veces al mes, pero para Meena siempre es interesante y divertido ir allí y si por ella fuese, el mercado sería diario, por lo que actúa como si todo fuese nuevo, tirando de Saerys, quien se deja llevar, hasta pararse frente a una tienda de armas y armaduras.

Meena, aburrida ante los pinchos de metal, de bajo o nulo interés para ella, se distrae contando las banderillas de colores que cuelgan de los balcones. Saerys, pese a estar concentrado nota un ligero movimiento en el bolsillo. "Será Meena que se está impacientando y quiere ir a otro sitio" piensa sin darle mucha importancia. Viendo la insistencia, aparta la mirada de la espada que estaba ojeando para ver a Meena charlando en el lateral de la tienda con un hombre lobo.

- Espera...si tú estás ahí... ¿quién...? – dice en voz alta para encontrarse con una verde y viscosa criatura anfíbia y bípeda que con una mano sostiene una daga, mientras con otra sujeta una bolsa de monedas.

Saerys inmediátamente reconoce la bolsa como la que llevaba en el bolsillo y un grito de Meena le aclara rápidamente la naturaleza del ladrón pero, antes de tener tiempo de actuar el ser ya ha salido corriendo colina arriba.

- Múrlocs – grita sorprendida acercándose.

- ¿Pero qué? – alarmado se voltea hacia Meena -¡Me ha robado la bolsa de monedas!

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now