Ejerciendo de enfermera

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Este desvía la mirada, ligeramente sonrojado, mirando cualquier cosa que no sea Meena.

- Y hablando de tu casa, allí deberíais seguir. ¿Qué hacéis dando vueltas por aquí? – pregunta Meena mirando a Saerys y Dragón mientras pone los brazos en jarras

- Tenemos más o menos el lugar donde podría encontrarse la próxima. Es hacia ell norte, o eso dice la brújula – le contesta Saerys a los recién llegados.

- Buscarte Meena, que no estabas – aclara Dragón.

- Estaba buscando esto -dice agitando el manojo de hierbas – para no tener que haceros caminar de más.

- Pues haber dejado al menos una nota – le responde Dragón con tono burlón

- Ñeñeñe... no es mi casa, no se dónde están las cosas.

- Y de paso en el camino decorabas un poco esa cabeza hueca ¿no? – alza una ceja hacia Meena, quien levanta la mirada hacia la corona.

- Nah, esto fue que me aburría, y me recuerda a Anne en cierta manera – dice sin poder evitar sonreír.

- Bueno, dejémoslo ya ¿encontraste todo lo que buscabas – pregunta Dragón, para quien todas las hierbas que la elemental lleva entre manos le parecen iguales.

- Sí, así que si los pacientes hacen el favor... vayamos a la casa antes de volver a intentar morir con el primer par de animales que os encontréis – comenta Meena, ganándose una mirada enfurruñada de Dragón, quien se gira hacia casa y una vuelta de ojos de Saerys.

- Sí mamá... - murmura el tiefling fastidiado mientras inicia el viaje hacia la casa de su compañero.

- Mh, no parecías mirarme como una madre hace un momento – comenta Meena en la mente de este.

- Hace un momento no parecías una – piensa Saerys, sabiendo que ella lo habrá escuchado

No tardan en volver a la casa y poner al día a Yin y Arius, quienes escuchan atentamente sobre lo ocurrido mientras Meena en la cocina utiliza un mortero con el que hacer una pasta con todas las plantas recogidas.

- ¿Cuál de los dos va primero? – pregunta al terminar, al mismo tiempo que impregna unas vendas con la pasta.

- Primero Saerys, por si acaso – comenta Dragón medio en broma.

- No importa si me curas a mí primero, Meena – afirma Saerys levantándose del sofá hasta quedar frente a ella.

- ¿Te quitas la camisa o tengo que hacerlo yo? Esto pringa y de nada sirve ponerlo si está la ropa de por medio – pregunta Meena mientras sonríe.

A espaldas de Saerys, el resto intercambian miradas acompañadas por sonrisas pícaras y alguna que otra risa que intentan evitar que escape.

El aludido no duda en quitarse el gabán y arrodillarse para que la pequeña sea capaz de llegar hasta la herida del hombro. Mientras se quita la ropa, Dragón, Yin y Arius empiezan a tararear entre dientes una canción.Meena alza una ceja, divertida ante la escena y mientras sus ojos recorren a Saerys, sonríe, divertida por la situación.

- Los tienes a todos locos Saerys, yo ni digo nada.

Saerys gira los ojos, fracasando en aguantar una risa tras el comentario de Meena, dando el escopetazo de salida para que todos empiecen a reír a mandíbula batiente.

- ¿Vas a curarme o prefieres hacerlo en privado? – dice bajito, casi sólo para Meena, a lo que ella sonríe.

- Parecen estar disfrutando del espectáculo – dice esta mientras le recorre con la mirada- anda, vamos a terminar con esto – afirma mientras empieza a poner la cataplasma sobre el hombro de Saerys.

Sus manos recorren el hombro del tiefling como un suave roce de aguas frescas de manantial antes de depositar la extraña masa verdusca y envolver la herida con las vendas que le dio Dragón y recuerda la última vez que tuvo que vendarle. Él también parece recordar lo mismo, pues sus ojos viajan hasta el bajo de Meena para después reencontrarse con los azules ojos de la misma quien murmura, acercando sus labios al oído de Saerys:

- Ya puedes volver a vestirte, si quieres.

Él le sonríe y se pone en pie, volviendo a vestirse con cuidado de no estropear el vendaje.

La pequeña apenas tarda en realizar el mismo tratamiento sobre Dragón, aunque esta vez no parece divertirles tanto al resto, es más rutinario.

Una vez tratados los heridos, no tardan en volver al camino, siguiendo la brújula que Saerys porta en la mano, que sigue apuntando al norte, hacia la montaña. Los cuatro (ya que Meena volvió al frasco) atraviesan el camino del oeste que vieron el día anterior hasta que son capaces de divisar una plataforma rocosa, en la que se divisa una pequeña abertura en la montaña.

- ¿Qué podría salir mal? – bufa Saerys encogiéndose de hombros mientras su mirada se mueve alternativamente entre la brújula y la montaña.

- Como impone – murmura Arius mientras un escalofrío le recorre el cuerpo.

- Que no te intimide Arius – le sonríe Saerys conciliador – Iré primero.

- ¿Será seguro? – le responde este mientras sigue al tiefling que ha iniciado el ascenso.

La voz de Meena resuena en las cabezas de todos, bulona:

- Sí, ¿qué podría salir mal? No es como si alguien aquí fuera super patoso, o que otro ande medio cojo... todo es perfecto.

- Gracias por depositar toda tu confianza en nosotros, Meena, eres estupenda – dice irónico Saerys acompañado por Dragón quien mira con cara de enfado al frasco.

- Sal de ahí y anda un rato, vaga.

- Ya sé que lo soy – le responde la elemental a Saerys, antes de comentar – aquí se está más cómodo que en el camino, así ahorro fuerzas.

- Confiamos en ti como nuestra salvadora en caso de que el destino se burle de nosotros – murmura Saerys.

La pequeña se queda callada, sin saber si tendrá la capacidad de hacerlo. No ha dormido y mantener a los animales alejados tanto ayer como hoy durante el camino pasan factura en una mente cada vez más cansada. Pero no va a decir nada, la mejor forma de defenderse es hacer creer al resto que ella tiene más poder que ellos, o al menos es como ha ido funcionando durante todos estos años.

- Caminen con firmeza, no sea que alguien caiga por la colina – comenta Saerys cambiando de tema.

- A este paso se nos hará de noche – murmura Meena en la mente de todos.

- Que positiva estás hoy ¿no? – comenta Yin, molesto ante la actitud de la eemental.

- Tu no viste la pelea... los pumas murieron de risa

- Aunque se nos haga de noche, vamos a entrar a una cueva – le interrumpe Saerys, intentando evitar que comenten la desastrosa actuación durante el incidente con los felinos – te recuerdo lo oscuro que estará ahí dentro.

- Y si está tan oscuro ¿alguien pensó en traer antorchas? – responde Meena, sonriendo al notar el intento de cambio de tema.

- Ahora que lo dices, hubiera sido una buena idea – comenta Yin, dándose cuenta de que no lleva equipaje más allá de su arma.

- A las malas puedo hacer un par de llamas flotantes con magia – comenta Dragón – pero preferiría que no , sería mucha magia.

- Nadie pensó en que tendríamos que entrar a una cueva – ríe un poco Saerys, dándose cuenta de que él tampoco lleva el material adecuado.

- Qué buenos aventureros... - comenta Meena burlona, divertida ante la situación.

- Soy un aventurero novato – se excusa Yin – o eso creo.

- Yin y Arius pueden encargarse de protegernos, podrías gastar un poco de esa magia tuya por el bien común – comenta Saerys dirigiéndose a Dragón, quien asiente con la cabeza.

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now