Lilium

4 0 0
                                    


Se miran entre ellos por un momento, mientras por sus mentes pasa un pensamiento sobre si será buena idea tocar las esferas brillantes, pero se encogen de hombros y agarran una cada uno. Estas empiezan a brillar entre sus manos y a cambiar de forma, como si de un denso gel se tratase, alargándose, rotando sobre si mismas, hasta que el brillo desciende y, en las manos de todos ya no hay orbes, sino armas.

En las manos de Ayaki se forman un par de hachas levemente ornamentadas, lo suficientemente ligeras como para arrojarlas y sonríe mientras las hace girar entre sus manos mientras mira al resto. Yin y Kai, tras echar un vistazo a sus arcos complejos, empiezan a encordarlos con cierta dificultad, no sin antes colocarse el carcaj y repartirse las flechas que han aparecido junto con los arcos.

Por otro lado, Litzy y Saerys observan como el orbe se transforma en una espada y este último empieza a evaluar el peso de la espada realizando una serie de fintas que su cuerpo recuerda, pero no su mente.

- Bueno, ahora que ya todos tenéis una manera de protegeros, seguidme – dice Meena girándose y encaminándose hacia una zona del templo que el resto todavía no ha visto

Todos dejan de mirar sus armas y se giran hacia ella, siguiéndola antes de que desaparezca de su vista entre los pasillos del templo. Les guía hasta la sala de entrenamiento, una gran sala blanca, al igual que el resto del templo, con una de las paredes llena de distintas armas, algunas tan antiguas que sus nombres han sido olvidados, pero todas en perfecto estado. Curiosamente no hay maniquíes, sacos, dianas o cualquier tipo de objetivo.

- Bienvenidos a la sala de entrenamientos – dice Meena con los brazos abiertos mientras Nekoel salta sobre un botón, con lo que empiezan a oírse una serie mecanismos y se abren unas trampillas.

De varias partes de la habitación surgen objetivos, tanto fijos como móviles, incluyendo unos seres artificiales articulados.

- Así que vais a entrenarnos... - asume Saerys inspeccionando las armas.

- No, aquí cada uno entrena por su cuenta, no somos vuestro canguro. Deberíais tener todo lo necesario aquí dentro y, si necesitáis ejercitar combate, los maniquíes se pueden mover y bueno, no son demasiado malos - comenta Meena mientras se acerca a uno de los susodichos, apretando un botón para que se mueva y volviéndolo a hacer para pararlo completamente a modo de exhibición.

Mientras todos empiezan a distribuirse por la sala, recorriéndola y examinando todas y cada una de las posibilidades que esta ofrece, Ixchel entra a la habitación

- Buenos días a todos – dice sonriendo – veo que siguen despertando – comenta mirando a Saerys.

- Buenos días - responden prácticamente a coro

- ¿Ya descansaste suficiente, Ixchel? – pregunta Yin

- No del todo, aun debería recuperarme pero voy mejorando poco a poco. Me alegra verles con tanta vitalidad, ya que venía buscándoles para pedirles un favor.

- Dinos

- He estado intentando descubrir como afecto la barrera a sus recuerdos... por lo visto estos no han sido destruidos, sino transformados en objetos personales y se han repartido por toda la isla.

- Y ¿sabes dónde están? ¿o qué forma tienen? – la interrumpe Ayaki

- No, lo siento, por desgracia no se la forma, teóricamente debería ser algo que afectó en sus vidas. Para hallarlos, vamos -dice señalando a Meena y a ella misma – a crear un artefacto que les pueda ayudar, pero nos falta un ingrediente, una "Lilium candidum" una flor blanca que crece en aguas dulces poco profundas. Debo quedarme aquí realizando otros preparativos, así que agradecería que fuesen ustedes, ahora que ya tienen forma de protegerse – les pide mientras mira las nuevas armas.

Todos se miran entre ellos, sin tener muy claro dónde ir o qué hacer, sin decir nada. Mientras sucede el cruce de miradas, un ligero mareo sacude internamente a Ixchel, quien se sienta a descansar apoyando la espalda en la pared, mientras Nekoel se coloca sobre su regazo.

- ¿Estás bien, Ixchel?

- Sí, solamente es cansancio. Ha sido mucha energía y desgaste obtener esta información, pero nada de lo que deban preocuparse.

- ¿Y dónde podemos encontrar las flores? – le pregunta Yin

- Nekoel y Meena saben dónde encontrarlas aunque necesito que Meena se quede aquí para ayudarme con el artefacto. Nekoel – dice acariciando a la neko – serías tan amable de llevarles tú hasta las flores?

Algunos miran confundidos a Ixchel ante el cambio de nombre de la gata pero ninguno lo comenta puesto que ella responde ante ese nombre, asintiéndole a Ixchel y saltando desde su regazo al suelo para quedarse mirando al variopinto grupo, para después maullarles un "en marcha" y dirigiéndose hacia la puerta trasera.

Mientras se dirige a la salida intenta recordar dónde se encuentran las plantas, el pantano puede que sea la opción más cercana así que hacia allí se dirige, asegurándose de que todo el grupo le sigue, mientras Meena e Ixchel se quedan en el templo, viendo a la comitiva marcharse.

Yin, Litzy, Arius, Kai, Ayaki y Saerys siguen a la gata a través de una serie de senderos hasta que la vegetación se vuelve tan densa que apenas se ve el sol. Los pasos cada vez cuestan más, y el terreno se vuelve fangoso, lleno de maleza y árboles de largas raíces entre pequeños charcos y lagos de aguas embarradas y de profundidad desconocida.

Ayaki y Litzy señalan hacia un mismo punto, una mancha blanca entre dos rocas que parecen ser las flores que Ixchel les ha descrito.

- ¿son esas? – pregunta Litzy a Nekoel.

Esta asiente con la cabeza, con lo que la pelirroja se acerca rápida y extrae un par de ellas desde la raíz, sin tener claro qué parte es la que Ixchel necesitará. Las acuna entre sus brazos y rápidamente vuelve con el resto pero, antes de que diga nada un grito desciende de las alturas.

"Mierda" piensa Nekoel "pensaba que tendríamos más tiempo y que podríamos irnos sin que nos viesen"

Tres figuras descienden volando del cielo mientras gritan

- ¡Ladrones!

- ¡Intrusos!

Tres seres medio mujeres medio pájaro descienden con las garras adelantadas, con intención de atacar a los jóvenes que han osado internarse en sus dominios.

Dos de ellas atacan directamente a Nekoel mientras siguen gritando:

- ¡Farsante! ¡Mentirosa! ¡Dijisteis que esto era nuestro! ¡Ladrona!

Viendo el peligro que corren el resto si tienen que enfrentarse a tres arpías, Nekoel echa a correr cuando nota que las dos que se habían abalanzado sobre ella están suficientemente cerca, alejándolas del grupo y empezando a recitar mentalmente una serie de hechizos de ataque. 

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now