La jarra asesina

2 0 0
                                    

El resto del día, los distintos seres deambulan, sin tener muy claro qué hacer hasta que Yin descubre que la brújula que había dejado en la mesilla de noche ya no está en su sitio. Sale buscando al resto, quienes dan vueltas por el jardín y, viendo allí a una chica desconocida leyendo se acerca a ella.

̶ Hola Yin – le saluda Nekoel alzando la vista de la lectura.

̶ Em...hola ¿Te conozco? – pregunta avergonzado, quizás era una conocida de su pasado, pero él es incapaz de recordar a nadie con ese pelo o esos ojos rosados.

̶ Ups, es verdad, todavía no me habías visto así – dice cerrando el libro y levantándose, arreglando el vestido – soy Nekoel, aunque hasta ahora me habías llamado Reki.

̶ ¿Qué? – exclama el pelinegro sorprendido

̶ Jajaja no me digas que pensaba que era un gato normal – contesta divertida al ver la confusión de Yin

̶ Em... vale, entonces eres Reki.

̶ Nekoel – corrige esta.

̶ Pero... ¿por qué el cambio de nombre?

̶ No he cambiado de nombre, Reki es un apodo que me puso Meena, pero me llamo Nekoel en realidad – le sonríe amable – así que, si no es molestia, preferiría que me llamaseis por él.

̶ Okey, lo siento. Venía buscando la brújula, pensaba que estaba en mi habitación, pero no la encuentro. ¿Sabes algo de eso?

̶ Ah, sí, si no me equivoco la recogió Meena para mostrar el funcionamiento de la misma, pero tuvimos... em... incidentes.

̶ ¿Incidentes?

̶ Sí, por lo visto la nueva no parece muy amigable, al menos con la pequeña. No sé donde la dejó, quizás sería mejor ir a verla. ¿Me acompañas?

̶ Claro pero ¿a dónde?

̶ Ya verás – le responde Nekoel, dejando el libro sobre el banco en que estaba sentada y dirigiéndose hacia la playa, asegurándose de que Yin le siga.

Llegan a la playa donde fueron hace un par de días, donde todavía se ven algunos restos del naufragio, pero ninguna persona, ningún ser vivo más allá de un par de gaviotas.

̶ ¿No habías dicho que estaba aquí? – pregunta Yin mirando hacia todos los lados, sin rastro de la elemental.

̶ Y ahí está – contesta la neko señalando hacia el mar.

Yin se acerca a la orilla sin ver a Meena por ningún lado y, por probar suerte, murmura dirigiéndose hacia el agua:

̶ ¿Meena? ¿Estás ahí? – pregunta sintiéndose estúpido mientras mira a Nekoel de reojo, quien le mira sonriendo.

Únicamente el rugido de las olas llena el silencio durante un minuto que parece eterno, en el que Yin y Nekoel no dejan de mirarse, el primero reprochándole con los ojos el sentirse tan estúpido al hablarle a la nada y la segunda aguantando la risa, sabiendo con antemano lo que va a suceder.

Una risa ahogada rompe este duelo de miradas y ambos ven a Meena adquirir su forma humanoide conforme sale del agua tapándose la boca con una de sus manos.

̶ Hola pequeña – saluda Nekoel, todavía sonriente.

̶ Mmmh... ¿ya se han calmado las cosas por ahí? Estaba echándome una siesta – le contesta Meena frotándose un ojo.

̶ Em... ¿sí, supongo? – responde Yin sin terminar de entender la escena – Me ha dicho Re...Nekoel que eras tú quien había cogido el artefacto, vine a preguntar, me asusté al no verlo en la habitación.

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now