Lo que descubres en el camino

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Antela respuesta, tanto Nekoel como Meena se miran por un momento, intentando guardarlas carcajadas que se asoman por entre sus labios. Al ver sus intentos por no reírse, Saerys frunce el ceño.

- No parece que haya acertado

- Digamos... que me has quitado unos cuantos años – le sonríe Meena mientras empieza a contar mentalmente su edad, sin tenerlo muy claro.

- ¿Si? – alza las cejas el tiflin – ¿quizás dieciséis?

- Las apariencias engañan, sobre todo cuando puedes cambiar de forma a voluntad. Digamos que tienes que sumar bastantes más años – le contesta la elemental entre risas, antes de girarse hacia Nekoel, recordando cuando se conocieron - ¿a ti también te costó, no Reki?

- Pff...demasiado, y eso que ya sabía de tu naturaleza – dice esta, apiadándose de Saerys si tiene que averiguar él solo

El joven mira por un momento a Meena, pensando en lo poco que sabe de la misma pese al tiempo que lleva conviviendo con la misma. Quizás en su pasado hubiese sabido qué es la pequeña, pero ahora su mente está en blanco y no puede más que dejarse llevar por su intuición. Mira al cielo perdiéndose en sus pensamientos por un momento antes de volver a mirarla.

- Puede que nos parezcamos en ese sentido, Meena – cavila, sabiendo que su propia edad no es la que aparenta su cuerpo. No entiende por qué, pero eso es una de las pocas cosas que sí puede recordar, su nombre y su edad, como si su identidad estuviese grabada en él más allá de su memoria.

La aludida asiente, callando la realidad. Sabe perfectamente que se parecen en más de una cosa y que, si el mundo no ha cambiado en relación a los mestizos en este tiempo, él tampoco debe haber tenido una vida fácil. Ajeno a las cavilaciones de Meena, Saerys gira la cabeza dirigiéndose hacia Nekoel:

- ¿Tú tampoco tienes la edad que aparentas?

- ¿Quién sabe? – le responde esta, divertida entrando en el juego.

- En ese caso, ustedes también tendrán que adivinar mi edad verdadera – replica Saerys cruzándose de brazos mientras una leve sonrisa decora sus labios.

- Siendo medio demonio – murmura Meena mientras observa los cuernos que surgen de la cabeza del pelinegro, intentando hacerse la inocente pregunta - ¿supongo que más de los que aparentas, no?

- Así es – contesta este encogiéndose de hombros para después preguntar con sorna -¿Entonces tienes treinta?

- Treinta... con esa edad no sabía ni siquiera adoptar una forma – murmura recordando el tiempo junto a sus padres, tanto tiempo atrás – Pero tu no pareces aparentar mucho menos de esa edad según los cánones humanoides, ¿no?

- Aparento algo así, pero tengo mucho más. He vivido mucho, pero no recuerdo nada sobre la vida que llevaba, ¿no crees que es terrible?

- Yo a veces querría olvidar – confiesa Meena intentando alejar los recuerdos llenos de gritos de su mente – pero supongo que te entiendo... sería dificil vivir sin saber quien soy.

- Tu pasado te hace ser quien eres ¿no? – filosofea Saerys, sin notar la seriedad que parece haberse adueñado del rostro de la pequeña - Me gustaría recordar todo sobre mí, sea cual sea mi pasado, aun si fuese algo que quise olvidar.

- Lo sé, pareces el más preocupado por ello – comenta, asintiendo con la cabeza, para cambiar rápidamente de tema – aunque sigues sin decirme tu edad.

- Estoy pisando los 150 años Meena, aunque como has dicho, desde el punto de vista humano aparento alrededor de 26 – contesta encogiéndose de hombros

- Así que no nos llevamos tanto – sonríe esta, guiñándole un ojo – supongo que los mestizos crecéis antes.

Al escucharle Saerys sonríe negando con la cabeza para después mirarla y posar una mano sobre la cabeza de la elemental

- Meena, todos parecen quererte, pero algo sobre ti me aterra, supongo que es porque da la sensación de que lo sabes todo.

- ¿Todos parecen quererme o querer matarme? – comenta mirando hacia arriba para encontrar los ojos de Saerys, recordando su breve intercambio de palabras con Hoshi – En cuanto a saberlo todo... no todo... pero el tema de los mestizos me toca de cerca y, mucho más la situación en que viven algunos – murmura bajando la voz mientras recuerda las pésimas condiciones en las que suelen vivir estos, incluyendo los tiflngs, aunque Saerys sea incapaz de recordarlo.

- Así que mestizos... alguna vez sabremos más de ti, Meena. No crees que es una buena recompensa para aquellos que se preocupan por ti o para quienes planean quedarse

- Solo hay que hacer las preguntas correctas – conmenta, sin dejar de advertir que él ha empezado a pensar en la posibilidad de quedarse y, sin entender por qué, una sonrisa se le escapa – en cuanto a la edad, si tanto te interesa, tengo alrededor de 158 años. Perdí la cuenta durante algunos lustros – dice más para si misma, recordando todo el tiempo que estuvo sola, sin subir a la superficie – En cuanto a lo de preocuparse, lo que se dice preocuparse, no hay muchos que lo hagan, o al menos no por los motivos correctos – comenta con tristeza, notando como una furtiva lágrima se le escapa, para desaparecer rápidamente deshaciéndose en su piel.

- Hace unas semanas podría haber jurado que vivías sin mayores preocupaciones, pareces animada todo el tiempo y eso puede hacernos una imagen incompleta de ti – comenta mirándola mientras aprieta los labios levemente – a decir verdad, creo que eres muy fuerte, no todos son capaces de vivir tanto tiempo

- Tú también eres fuerte, te atreves a vivir con ellos... es más de lo que yo podría hacer – responde mientras un escalofrío le recorre el cuerpo. Todavía no ha olvidado cómo trataban a los tiflins en las ciudades – además aquí puedo estar bien, aquí no me pueden dañar.

- Ixchel las protege de alguna forma – pregunta sonriendo, intentando cambiar de tema al notar la tristeza de la pequeña.

- La isla es la que me protege, pero Ixchel nos ha cogido cariño – dice mirando también a Nekoel – al vivir con ella... De hecho, fue ella la que me hizo salir del mar y me enseño muchas de las cosas que sé ahora. Reki vino mucho después con su familia, pero como también han vivido con nosotros, pues Ixchel se ha vuelto un poco mamá pato.

- Ya veo ¿Y fue idea de Ixchel acogernos a nosotros? – le mira alzando una ceja, dándose cuenta de que Nekoel se ha adelantado y parece ir sumida en sus propios pensamientos desde que se nombró a su familia.

- Todos los heridos graves de la isla van al templo pero sí, fueron ella y Reki quienes me obligaron a recoger a los humanos. Al resto ya os había sacado del agua – confiesa hinchando mofletes, recordando las charlas internas que tuvieron.

- ¿Te obligaron? – pregunta alzando una ceja – Los humanos y tú no parecéis tener una buena relación.

- Mmm... no me forzaron, pero no fue iniciativa mia... - refunfuña - En cuanto a los humanos... te sería más fácil de entender si recordases tu pasado... si los mestizos lo pasáis mal... lo de los míos no sé ni como explicarlo... Diría que es el infierno, pero los demonios suelen pasarlo bien en esa dimensión.

- Ahora tengo una razón más para recuperar mis recuerdos – comenta curioso – estabilidad propia.

- Si las cosas no han cambiado, no creo que sean buenos recuerdos Saerys... - le previene la elemental – pero entiendo que los necesites de vuelta. 

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