Las presentaciones

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Desde la cocina, las orejas de Nekoel se mueven al escuchar el sonido de la puerta al abrirse. Es, como mínimo, extraño pensaba que Ixchel se quedaría hasta la noche ahí, pero apenas es media tarde. Agudiza su oído, para darse cuenta de que los pasos que se escuchan, así como las voces susurradas, pertenecen a más de un individuo, y ninguno de ellos son similares a los de la ancestral. Gira la cabeza en esa dirección, desatendiendo lo que estaba hablando con Meena y sorprendida por el hecho de que ya estén despiertos, pensaba que Ixchel todavía necesitaría más tiempo. La pequeña, dándose cuenta de la falta de atención de la neko, mira en dirección a la sala donde están los nuevos habitantes del templo.

- ¿Ocurre algo Reki? – pregunta preocupada. Quizás Ixchel ha vuelto a sobrepasarse.

- Será mejor que vayas a ver, guardo esto y voy – le contesta mentalmente Nekoel, no pudiendo evitar un momento de ternura al escuchar el mote que le puso la pequeña hace ya siete años.

Meena, sin sospechar lo que puede encontrar en la sala, alza la mano para abrir la puerta, pero, antes de que presione los botones que activan el mecanismo, esta se abre. De frente se encuentra con la figura de Kai, la ondina, con el brazo aun extendido. La pequeña sonríe por un momento al verla y entra en la sala, momento en que el resto de los despiertos fijan los ojos en ella. "Humanos" piensa Meena, sin poder evitar pensar en lanzas, conjuros, espadas y gritos.

- Hola pequeña – saluda Yin

- Hola – le imita Arius agachándose para quedar a la misma altura.

Meena salta hacia atrás cuando estos le hablan y, apretando con fuerza los puños, intentando mantener la calma, se acerca hasta Ixchel y posa una mano sobre su hombro.

- Ixchel, deberías despertar ya, todavía estás débil de la última sesión y no es bueno que te fuerces tantas horas. Deberías ir a descansar, ya hay algunos despiertos – mira a todo el grupo, aguantando el miedo y asco al ver a los humanos y susurra – por desgracia...

Los tatuajes de la ancestral empiezan a perder brillo, pero se mantiene levemente, pero no despierta. La pequeña se gira hacia la puerta, sabiendo que Nekoel anda cerca, nota su huella mental próxima a la entrada de la habitación.

- Reki... hoy no funciona... ¿me ayudas? -se lamenta dirigiendo su voz hacia donde sabe que está la neko.

Siente la mirada de todos ellos sobre ellas y, sin mirarlos, fijando su mirada en Ixchel sondea rápidamente las mentes de los presentes y hace un recuento rápido, quedándose con sus nombres. Kai, Ayaki, Litzy y dos humanos de los que no le interesa el nombre.

Al escuchar a Meena hablar dirigiéndose a la puerta, todos se giran hacia allí, sorprendiéndose al ver aparecer a Nekoel, una gata negra de pequeño tamaño y grandes ojos rosados. Un "oh" general sale de las gargantas de estos y Nekoel, tras un primer vistazo rápido a ellos, corre hasta la pequeña, subiéndose a su hombro. Si antes la atención recaía sobre Meena, ahora las miran con más intensidad. Ligeramente amedrentada ante tantas miradas, susurra mirando a la neko:

- Reki... no funciona sola, ¿ayudas?

La neko asiente, dándole permiso para entrar en su mente y, entre las dos, unir fuerzas para conseguir llegar a la consciencia de Ixchel. Esta, al notar esas consciencias tan conocidas, vuelve a su estado consciente. Desde fuera, los recién despiertos apenas ven a la niña y la gata en completo silencio frente a la mujer de tatuajes dorados, mientras estos dejan de brillar por completo. Ixchel abre sus dorados ojos y mira a su alrededor, sonriendo al ver a algunos de los "pacientes" despiertos.

Estos los observan desde la distancia, sin terminar de entender la escena que están viendo.

- Parece que sea una mascota – susurra Ayaki.

- Ugh prefiero los perros – comenta con desprecio Litzy.

Ixchel se levanta y mira a Meena y Nekoel:

- Bueno, parece que al fin conseguí que algunos despertaran, supongo que tanto gasto de energía me pasa factura – comenta al tambalearse ligeramente al ponerse en pie. Cuando Meena, con Nekoel todavía sobre su hombro intenta hacerle de apoyo, Ixchel acaricia la cabeza de la pequeña con cariño y cierta condescendencia – Ya les explicas tú todo lo que ha pasado, yo mejor me voy a la cama.

Ixchel, con una velocidad sobrenatural desaparece de la sala como si de un borrón se tratase. Meena se cruza de brazos y murmura para sí.

- ¡¿Qué?¡ - exclama un Yin boquiabierto, sin entender lo ocurrido.

- ¿Dónde estamos?

- ¿Qué es lo que tienes que explicar? – pregunta la kitsune con los brazos en jarra.

- ¿Dónde fue esa mujer?

Todos preguntan al mismo tiempo, asustando a la pequeña, con lo que Nekoel salta de su hombro y se sitúa frente a ellos, contestando a todas y cada una de las preguntas, maullando claro está. Meena asiente apoyando el relato mientras el resto observan, confusos, como una gata está intentando explicarles algo.

- ¿Alguien la entiende? – pregunta Ayaki

El resto niegan repetidas veces con la cabeza. Viendo la falta de comprensión, Nekoel se gira hacia Meena, indicándole que no hay otra opción, tiene que ser ella quien explique lo poco que saben. Meena la mira sorprendida y luego al resto

- ¿De verdad no la entienden? Pero si lo explicó todo muy claro – el resto niega con la cabeza otra vez – qué poco útiles son los humanos, hay que ver...

- Solo hablo cuatro idiomas preciosa, el de los gatos no está entre ellos.

Cerrando la conversación, Nekoel vuelve sobre el hombro de Meena, desde donde le riñe por sus comentarios. Meena, haciéndole caso omiso, mira desafiante a la humana.

- ¿Y a ti quien te dice que puedas tratarme de preciosa?

Ayaki se interpone entre el duelo de miradas de ambas con los brazos en alto:

- Calma, seguro fue una broma – mira a Litzy para evitar que esta lo desmienta – por cierto, ¿nos podrías explicar cómo hemos llegado hasta aquí?

- Simple – contesta Meena tras echar una última mirada a la humana – esto es una isla, así que naufragaron. Os encontré cerca de la barrera.

- ¿Barrera? – preguntan Yin y Arius a la vez.

- ¿Vinimos en barco? – inquiere a su vez la kitsune.

- O en barco, o los humanos han aprendido a caminar sobre el agua... pero realmente lo dudo – comenta la elemental con sorna, ante lo que todos se ofenden, cambiando la cara y frunciendo levemente el entrecejo - Y sí, esta isla posee una barrera, pero por lo visto falló con ustedes... hace lustros que nadie se acerca por mar así que no siempre la revisamos. Pero bueno, tampoco pasó nada grave, ¿no? – pregunta de manera indiferente, alzando los hombros.

- ¿Cómo que nada importante? Perdimos nuestros recuerdos, es algo bastante importante – responde Ayaki levantando la voz, molesta por la indiferencia y las repetidas pullas de Meena.

- A mi me importan mis recuerdos – replica Yin

- Bueno, siempre puedes crear nuevos, bueno, siempre que duréis lo suficiente en este lugar para hacerlo – contesta Meena sonriendo de medio lado – aunque sí que es cierto que la barrera no debería haber afectado a vuestra memoria, al menos no es algo que haya ocurrido antes en el tiempo que llevo viviendo aquí.

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now