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—Bueno, ya conoces a Jane—le dijo Selene a Duncan entrando ambos en el auto. Jane lo saludó y comenzó a conducir para llegar a la casa en dónde iban a hacer su reunión.

—Enciende la radio—le dijo Jane a su hermana, ésta le hizo caso y justo en la emisora que estaba puesta, andaba sonando una canción de Kloss. Duncan notó como Jane se tensó.

— ¿Quieres que la cambie? —preguntó Selene, ella negó.

—No es una mala canción—respondió ella y comenzó a hacerle preguntas a Duncan sobre su estado de salud.

Cuando llegaron a la casa, Duncan se sintió nervioso porque sabía que debía conocer a los padres y al hermano de la chica que posiblemente lo intimidara un poco. Tomó valentía y agarró la mano de Selene para caminar hasta la puerta junto a ambas chicas.

Jane fue la primera en entrar y avisó a la familia que ya estaban allí, una mujer de tamaño promedio apareció por una de las puertas, llevaba un delantal puesto y se notaba que había estado cocinando, se acercó a ellos y saludó a sus hijas para quedar frente a Duncan.

—Tú debes ser Duncan—el chico asintió—. Soy Jenny, la mamá de Selene—le dijo y lo saludó, el chico le sonrió y se presentó de la misma forma. La esposa del hermano de Selene estaba sentada dándole el biberón a su hijo por lo que Selene se acercó con Duncan a saludarla.

Dos figuras masculinas aparecieron frente a ellos, un señor con algunos reflejos blancos en el cabello y un muchacho que seguramente le llevaba más de diez años. El muchacho se acercó y se presentó con un apretón—un tanto fuerte—de manos y le dijo que su nombre era Damián. El otro señor le sonrió y parecía estar alegre de verlo ahí.

—Soy el papá de Selene, ella a veces nos echa los cuentos de ustedes y me parece que eres una buena ayuda para ella. Gracias—le sonrió el padre.

—Realmente es ella quién me ayuda a mí, yo sólo sirvo para quejarme de la vida—Damián se rió junto a su padre.

—La pizza debe salir en unos minutos, podemos ir poniendo la película—dijo la mamá de Selene, Jane asintió y colocó Loco y estúpido amor.

Duncan se sentó al lado de Selene y permanecieron juntos durante toda la película, comieron las pizzas que había hecho su madre y hacían chistes y bromas sobre lo que pasaba en la película. Luego de eso, Selene se puso a ayudar a su madre en la cocina y Duncan quedó sólo con sus hermanos y su padre quiénes no perdieron el tiempo de hablarle.

— ¿Te gusta Selene? —preguntó Damián, Duncan negó pero éste sólo se rió—. El rojo de tus mejillas dice lo contrario.

—Ella me contó que la besaste en la firma de Kloss—dijo Jane, el padre miró a Duncan interesado por lo que iba a responder.

—Pues...—sus manos empezaron sudar.

—Hace mucho tiempo que no veía a un joven nervioso por gustarle una de mis hijas—se rió el padre, Jane lo miró divertida y negó—. Te diré como esta conversación acaba para adelantarte las cosas, hijo. Es mejor que admitas tus intenciones porque este chico que ves a mi lado no te dejará en paz hasta que escuche lo que quiere.

—Entonces, ¿te gusta Selene? —preguntó nuevamente Damián con una sonrisa en el rostro, Duncan iba a contestar con la verdad en ese momento pero se vio interrumpido por ambas mujeres saliendo de la cocina con varios pedazos de pastel en las manos.

—Salvado por la campana—le dijo el hermano al chico, Duncan suspiró de alivio. No era un secreto para Selene que él gustara de ella pero tenía cierto miedo admitírselo al hermano.

Selene fue repartiendo los platos a cada uno y luego se sentó nuevamente al lado de Duncan, le sonrió como siempre lo hacía y decidió probar un bocado de la rebanada de pastel que habían comprado.

—Pruébalo, está buenísimo—le dijo al chico—. La compramos en la panadería que está a unas cuadras de aquí—le dijo, Duncan sólo asintió.

El resto de la noche permanecieron jugando juegos de mesa y contando sus historias de trabajo. Duncan se dio cuenta de que Damián era uno de los médicos encargados de la sala de emergencia en su mismo hospital y Jane era reportera en uno de los periódicos más famosos del lugar, también se enteró que los padres de Selene eran dueños del Dush y le ofrecieron un descuento si llegaba a ir un día.

Damián iba de salida y se ofreció a llevarlos por lo que los cinco se montaron en el auto. Selene llevaba en las piernas a su pequeño sobrino mientras que su hermano y la esposa estaban hablando entre sí. Ella volteó a ver a Duncan y le sonrió, gesto que Duncan le devolvió, se sentía bien por haber pasado la noche con ella.

—Te vengo a buscar en diez minutos, tengo que llevar rápido a Jonas a la casa, ¿vale? —le dijo Damián a Selene, ella asintió y se dio la vuelta para entrar junto a Duncan al hospital.

Ambos caminaron por los pasillos hasta llegar frente a la puerta de su habitación.

—Mis padres deben de estar dentro—le dijo él—. Fue una linda noche, gracias.

—Gracias por acompañarnos—le regresó ella—, Me gustó pasar más tiempo contigo, hacer algo que no sólo fuese clínico—le dijo, Duncan se acercó a ella y la tomó del rostro para besarla.

Ella se alejó de él impidiendo el beso, cosa que hizo sentir muy mal a Duncan porque sintió que Selene no quería tener nada con él.

—Tus padres pueden salir y vernos—le dijo ella.

—Ellos no me importan, no dirán nada por eso—le respondió. Ella lo miró insegura, no quería que sus padres pensaran que se estaba aprovechando de la situación de su hijo.

—Mañana estoy libre, ¿quiere ir otra vez a mi casa? Pero esta vez de tarde, mis padres estarán trabajando y no quiero pasarla sola—Duncan sonrió y asintió—. Bien, entonces vengo a las dos a buscarte—se acercó a él y le dio un corto beso en los labios. Se dio vuelta para irse pero Duncan tomó su mano y la hizo girar para besarla nuevamente.

—Te veo mañana entonces—le sonrió él, ella lo vio sin saber qué decir, le había tomado por sopresa ese beso.

—Eh sí—contestó, Duncan besó rápido su mejilla y entró a su habitación.

Ahí dentro dio un pequeño salto de victoria y se dio cuenta que su padre se encontraba en el sillón dormido. Por lo que rápido tomó su pijama y entró al baño para así poder irse a la cama.

Mientras se cepillaba los dientes sonrió, desde que Selene llegó a su vida, las cosas parecían ser más bonitas.

Positivamente NoWhere stories live. Discover now