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Duncan despertó esa mañana con dolor de cabeza, se sentía bastante mal y no sabía si eso era debido a su condición, buscó a su mamá y la observó leyendo un libro sentada en en sillón de la habitación, quiso decirle algo pero simplemente las palabras no salían de su boca, se encontraba débil y no podía decirle.

El dolor se fue intensificando, las manos le empezaron a temblar y había empezado a sentir mareos y ganas de vomitar; tenia miedo, tenía miedo de morir en ese momento y no poder hacer algo para impedirlo. Como pudo buscó algún objeto pesado y con todas las fuerzas que le quedaban lo empujó para que pudiese caer al suelo y que su madre escuchara el golpe.

Se dejó caer sobre la cama y por su mente pasaban los recuerdos que había tenido desde pequeño, pensó en sus padres, no quería que sufrieran por su culpa, él debía recuperarse de ello, pensó también en sus amigos, en su familia, en todas aquellas personas que deseaban que él siguiera con ellos. Y por último pensó en Selene y quiso seguir viviendo para poder estar con ella, él deseaba tenerla a su lado pero se sentía tan débil que todo su entorno empezó a descolorarse  y se volvió un negro opaco logrando que en ese momento él perdiera la consciencia.

—Duncan—escuchó a lo lejos una voz—Duncan—volvió a escuchar. No estaba seguro de quién era pero se sintió tranquilo.

Acariciaron su rostro y tomaron su mano para elevarla y besarla con cuidado. Duncan supo que a pesar de que no sabia en dónde estaba ni cómo se encontraba, podía decir que estaba a salvo.

—Cariño, aquí está mamá —escuchó pero todavía no se encontraba en sus cinco sentidos como para poder percibir todo lo que lo rodeaba. Sus ojos seguían cerrados y con un poco de fuerza intentó abrirlos lentamente.

La luz le pegó en los ojos provocando un leve ardor momentáneo en ellos.

—Aquí está tu papá y Charlie, el Doctor Parks ya vino a verte y dijo que te encontrabas en orden, que sólo fue una caída de azúcar en el cuerpo—mencionó, Duncan la miró desorbitado, observó el lugar y seguían en la habitación del hospital, todo se encontraba en orden.

Charlie y su padre se acercaron a él, el más joven se sentó en la cama.

—Soy Charlie—el castaño asintió—, él es tu papá.

—Se desmayó, no perdió la memoria—le dijo su padre a su amigo, éste se encogió de hombros.

—Había que aclarar —mencionó—. Selene vino a verte pero tuvo que irse con un paciente. Se veía bastante preocupada. Aquí entre nos—se acercó más a él —creo que le importas.

Duncan sonrió y se intentó acomodar en la cama pero todavía se sentía un poco cansado, Charlie lo ayudó a sostenerse y lo dejó caer lentamente sobre la almohada.

—¿Crees que pueda tener algo con ella?

—¿Quieres tener algo con ella?

—Sí, bueno, eso creo—respondió—, ¿es muy pronto para decir que me gusta?

—Un poco pero quizás esté bien—se encogió de hombros—, es una chica agradable.

—Realmente lo es—sonrió—. Pero no sé si es amable conmigo porque es su trabajo o porque de verdad quiere serlo. Eso me confunde.

—De cierta forma lo hace porque es su trabajo pero preocuparse por ti y estar pendiente de ti incluso cuando no le toca estarlo...no es algo que alguien se lo haya pedido.

—¿Eso es bueno?

—Pues no soy experto en el amor, soy muy malo en realidad, pero tiene pinta de ser bueno—se encongió de hombros—. Las chicas siempre muestran interés de una manera muy indirecta.

Duncan asintió estando de acuerdo, no sabía mucho sobre chicas pero estaba seguro que él tenía razón. Quería creer que Selene podría estar interesado en él pero lo más probable era que no lo estuviera del todo, ¿será que el hecho de sentirse tan vulnerable lograba  hacer que él la viiese como alguien tan magnífica?

Él no quería admitirlo del todo pero le gustaba Selene, al menos estaba empezando a gustarle como le gustaban las flores y las noches de lluvia; porque a pesar de ser una comparación muy extraña, él pensaba que era lo más cercano al amor que él sentía.

Selene entró a la habitación con mucho cuidado, pensaba que Duncan estaba dormido y no quería despertarlo pero al verlo despierto, sonrió y se acercó a él.

—Hola amigo—saludó—, ¿cómo te sientes?

—Bastante bien—se encogió de hombros—, me desmayé por falta de azúcar.

—Lo sé, el Doctor Parks me lo dijo—respondió—. ¿Quieres que vayamos y comamos un buen cono de helado? En la panadería frente a la clínica venden unos que son deliciosos.

—¿Me estás invitando a salir?—se  rió—. Se supone que el chico debe ser el que lo hace pero ya que insistes—comentó—. ¿Puedo salir de la clínica?

—Legalmente no, pero conozco a un abogado en caso de que nos atrapen—sonrió—. ¿Quieres que te ayude a cambiarte de ropa o prefieres irte en esa pijama?

—¿Es esa una excusa para verme sin ropa, Selene?—la chica se sonrojó—. Puedo mostrarte mi cuerpo sólo con pedirlo, no necesitas una excusa para ello.

—Ni que estuvieras tan bueno.

—Has dicho tan—sonrió—, crees al menos que sí lo estoy—Selene lo codeó.

—Anda a cambiarte, tenemos una cita a la que ir—Y con esas palabras, Duncan sintió que ahí estaba la indirecta.



Positivamente NoWhere stories live. Discover now