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Selene entró al hospital y saludó a Claire alegremente, la chica sólo suspiró y le devolvió el saludo con desganas, la castaña se rió por la actitud de la recepcionista y continuó su camino en busca del Doctor Parks. Debía ayudar a una señora que se encontraba internada desde hace tres semanas y al verla se acordó de a vez que conoció a Duncan.

Estaba acostada en la cama con en ceño fruncido mientras uno de sus hijos intentaba darle de comer, se preparó mentalmente y se acercó a ella frenando al chico que estaba a su lado.

—No la obligues a comer—le dijo, el chico volteó a verla y suspiró.

—Pero lleva todo el día sin querer comer.

—¿No has pensado que quizás no le gusta lo que le están sirviendo? —la señora tomó la mano de Selene y le sonrió.

—Se los he dicho pero no quieren escucharme—comentó la mujer, su hijo volvió a suspirar y dejó a un lado la comida.

—Bien, ¿y qué quieres comer?

—Pizza—su hijo volteó a ver a Selene indignado.

—¡Aquí no venden pizzas!—Selene negó y le sonrió.

—Verás que te traeré una—por su mente pasó Duncan y se preguntó si se encontraría bien, seguramente estaba reposando por el estudio que se había hecho pero creyó que sería buena idea que fuese él quién la ayudara a cocinarla. Así como habían cocinado las hamburguesas.

Duncan le recordaba a su mejor amigo, testarudo, necio pero bastante gracioso, era una lastima que él se encontrara fuera del país por lo que no podían conocerse, quizás podían ser amigos.

—Vengo en un rato—comentó y salió de la habitación de la señora para buscar nuevamente al Doctor Parks y pedirle prestadas las llaves de la cocina.

Él no se negó, sabía que haría alguna actividad con Duncan y él estaba a favor de eso. Luego, fue hasta la habitación del castaño encontrándolo recién bañado acostado en la cama viendo un documental de Discovery.

—Eres el ser más aburrido que existe—le dijo bromeando con él, Duncan sonrió y se arrimó a un nado para que ella se sentara —. Vine a proponerte algo, ¿te gustaría hacer una pizza?

—¿Pizza? ¿Podemos?

—¿Qué no podemos hacer nosotros?—contestó y se acercó a él —. Entonces ¿qué dices?

—Estoy dispuesto Colette.

—Muy bien Linguini, Ego ya quiere volver a vernos—le tendió la mano y lo jaló hacia ella una vez que él la tomó. Duncan se rió por eso y se acomodó un poco su cabello.

Selene salió de la habitación y caminó —todavía tomando su mano—hasta la cocina del hospital. Allí se encontraba el chico que se encargaba de lavar los platos y le hizo caso omiso a su presencia.

—¿Qué necesitamos para hacer una pizza?—preguntó el chico—¿Tomates? ¿Masa para pizzas?

—Imaginación—respondió—. Haremos dos, una se la daré a la señora del 408 y la otra la comeremos tú y yo.

—Me parece perfecto—sonrió y buscó varios ingredientes para trabajar. Una harina para pizzas, levadura, agua, aceite, sal, salsa de tomate y mucho pero mucho queso—¿Podemos colocarle al nuestro salchichones?

—Como tú desees mi chef—sonrió y tomó el agua, la levadura y la harina para empezar a hacer la masa.

Pasaron un rato divirtiéndose mientras cocinaban, Selene se la pasaba haciendo muecas y llenando de harina el pelo de Duncan logrando que él sonriera. A Duncan le gustaba eso, poder reír y divertirse a su lado.

Pero de cierta forma tenía miedo, él tenía miedo de poder llegar a sentir algo por ella porque sabía que no podría darle lo que ella necesitaba. No podía comprometerse a amar a alguien porque no iba a estar con ella siempre, quizás unos meses o unas semanas, él no sabía cuanto tiempo iba a estar así y por eso no quería enamorarse de Selene, sin embargo  estaba consciente que si ella seguía haciéndolo reír, él estaba jodido.

—¿Te gusta la pizza con piña?—preguntó ella, el castaño frunció el ceño y negó—¡No puedo creerlo Duncan! Pensé que eras de esos que sí les gustaba.

—Hay dos clases de personas en el mundo, a los que les gusta la pizza con piña y a los que no—ella rió por su respuesta.

—Soy de la primera clase—sonrió—, ¿sabes? Somos muy distintos pero agradas, no eres como muchos chicos que conozco, bueno, no hablo con muchos en realidad pero tú entiendes lo que quiero decir—rió—. Me gusta.

—Tu me pareces una chica fenomenal—sonrió—. Ese chico, Matías ¿no?—ella asintió—. Debe estar súper enamorado de ti.

—Si supieras que todavía no me dice qué es lo que somos—suspiró y llevó las dos pizzas al horno—, simplemente no entiendo a los hombres. Pensé que si te decían bonitas palabras era porque les gustabas pero en realidad eso lo pueden hacer con todo el mundo. Él es tan bueno y me trata bien siempre.

—Selene, no quiero aguar tu historia de amor pero todos los hombres te tratarán bien siempre al principio, es como una técnica que tenemos, sólo debes darte cuenta de los que lo hacen siendo sinceros.

—¿Y cómo hago eso?—el castaño se encogió de hombros.

—No sé, yo nunca he sido de la clase de chico que habla con muchas chicas—confesó—, aunque podría asegurarte que ese chico de seguro es sincero porque con chicas como tú, uno siempre deseará serlo.

Selene frunció el ceño sin entender a lo que se había referido.

—¿Cómo que chicas como yo? ¿cómo son las chicas como yo?

—Sencillas, amables y que te hacen reír, esas chicas valen oro y todos los hombres lo saben. No eres de la clase de chica que los hombres buscan para pasar el rato, eso puedo asegurarte.

Lo que él había dicho había conmovido tanto a la castaña que sólo se acercó a abrazarlo, nunca nadie le había hablado de esa manera y consideraba que era grandioso. Quizás si todo fuese perfecto y la vida fuese un cuento de hadas, ellos podrían pasar más tiempo juntos porque se necesitaban.

La hora pasó y ambos chicos se encontraban ya comiendo su pizza luego de haberle llevado a la señora de la habitación 408 la suya. Ella había quedado encantada por lo que la chica había hecho y le agradeció muy alegre por su trabajo.

—Me gusta lo que haces aquí—dijo Duncan sentado en la cama con Selene al lado mientras veían una película y comían de su pizza.

—Eso es bueno—respondió ella, Duncan asintió y la volteó a ver.

—De verdad, Selene, me gusta lo que haces aquí. Hay muchas personas que están sin esperanzas, que creen que ya no puede haber un poco de alegría en su vida, hay muchas personas que están tan mal que piensan que ya no tienen más nada que hacer que sentarse y esperar a la muerte, que su vida ya no tiene sentido pero entonces tú llegas con todos los ánimos del mundo y haces que todos esos pensamientos horribles sobre ellos mismos cambien y deseen seguir viviendo sólo para verte un poco más.

«Lo sé porque eso es lo que me ha estado pasando desde que te conocí. Selene, tú eres magia, tú puedes hacer que una persona amargada y sin esperanzas como yo cambia un poco su visión de vida; lo sé, yo sigo siendo un poco pesimista pero es que he pasado por esto por un largo tiempo que ya ni sé porqué sigo aquí, pero entonces te veo y sé porqué sigo aquí, tú eres felicidad, eres el rayo de Sol que aparece luego de un día lluvioso, eres ese arco iris que todos necesitan ver. Eres grande Selene, por favor no cambies.»

Ella sonrió y volvió a abrazarlo, nadie le había hablado de esa manera tan bonita como él lo había hecho, le gustaba. Pensó que habían hecho bien en escoger ese trabajo, porque muchas personas la estaban pasando mal y sabían que ella podía ayudarlas. Así como estaba haciendo con Duncan, la felicidad siempre era la mejor medicina para sanar.

Y ella como futura doctora tenía la necesidad de salvarlo.

Positivamente NoWhere stories live. Discover now